Pensiones y equidad de g¨¦nero
Hay que actuar sobre las causas que hacen que las mujeres cobren un 39% menos
Un reciente estudio de la Comisi¨®n Europea muestra que, en promedio, las mujeres cobran pensiones de un importe inferior en un 39% al que perciben los hombres. En el caso espa?ol, este diferencial es algo menor, del 34%. Se considera que los motivos de esta diferencia, el gender gap, o brecha de g¨¦nero, se concretan en tres aspectos: las mujeres participan menos en el mercado de trabajo, a lo largo del a?o trabajan menos horas y a lo largo de la vida laboral, menos a?os, y por ¨²ltimo, perciben salarios inferiores. Parece comprensible que, si estos tres factores se dan, la pensi¨®n final sea inferior, pero m¨¢s all¨¢ de preguntarnos si se deben dar, si las condiciones a lo largo de la vida laboral se equiparasen deber¨ªa colegirse que esa brecha tender¨ªa a cero. De forma preocupante, la evidencia emp¨ªrica no muestra eso.
El diferencial de salarios se ha ido cerrando en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, aunque en los ¨²ltimos a?os se ha frenado, manteniendo la brecha, y estudios llevados a cabo en EE UU (en Europa no los hay) indican que, por s¨ª sola, la equiparaci¨®n de salarios no garantiza la equiparaci¨®n de pensiones. De hecho, en Europa la brecha salarial es del 16%, frente al 39% en las pensiones. Los modelos de an¨¢lisis muestran que la compensaci¨®n de los tres elementos diferenciales, sobre todo el salario, solo tiene un efecto moderado sobre la diferenciaci¨®n en las pensiones, lo que hace presuponer que inciden m¨¢s variables. En relaci¨®n a nuestro pa¨ªs, hay algunos datos de partida que no se deben obviar, como es la evoluci¨®n de la esperanza de vida, que para las mujeres, en la d¨¦cada de los sesenta era de 71,9 a?os y ahora es de 84,56. Este proceso provoca reacciones en los sistemas p¨²blicos de pensiones de buena parte del mundo, y tambi¨¦n en Espa?a, tendentes a vincular las pensiones a la evoluci¨®n de la esperanza de vida, de forma que vidas m¨¢s longevas suponen impl¨ªcitamente pensiones menores.
La equiparaci¨®n de salarios no garantiza igualdad de pensiones
Un breve par¨¦ntesis es necesario para introducir la idea de equiparaci¨®n en los seguros de vida: para calcular las primas o las pensiones se usan las tablas de mortalidad por sexos. Esto puede suponer unas diferencias, en detrimento de la mujer, del entorno del 15% de la pensi¨®n. Una sentencia del Tribunal de la UE del pasado a?o obliga a interpretar que no se puede discriminar por sexo; as¨ª, las entidades aseguradoras, que utilizaban tablas por sexo, ya no pueden seguir haci¨¦ndolo.
Hay que entender que el sexo no es sino factor de riesgo primordial (el mero hecho de que las mujeres vivan m¨¢s en promedio supone que una pensi¨®n se debe pagar durante m¨¢s tiempo), de ah¨ª su uso habitual en el seguro privado. Pero lo cierto es que ese elemento, diferenciador para unos, discriminatorio para otros, ya no tiene validez jur¨ªdica en el ¨¢mbito de la Uni¨®n. Los sistemas p¨²blicos de seguridad social no han diferenciado en el c¨¢lculo, y no han hecho contribuir m¨¢s a las mujeres para obtener id¨¦ntica pensi¨®n que los hombres, o les han reducido la pensi¨®n a ellas por su prevista mayor longevidad. As¨ª, los sistemas privados complementarios se unen a la senda de los sistemas p¨²blicos en este concepto.
En Espa?a, otro elemento potencialmente discriminatorio se matiza en la llamada ley Zapatero de 2011, cual es el reconocimiento, a efectos de cotizaci¨®n, de los periodos en los que las mujeres (tambi¨¦n los hombres) han visto interrumpida su cotizaci¨®n por nacimiento o adopci¨®n de hijos. Esto deber¨ªa cubrir las lagunas de cotizaci¨®n derivadas de la maternidad. Habr¨¢ que ver si su aplicaci¨®n efectiva confirma o no que la cobertura es completa.
Para entender las diferencias que se dan en Espa?a conviene echar un vistazo a los datos de tasas de actividad. All¨¢ donde los trabajadores masculinos tienen una tasa de empleo del 64,7% entre los 15 y los 64 a?os, las mujeres la tienen del 51,2%, pero si nos centramos en la franja de edad de entre 55 y 64 a?os, las diferencias son espectaculares (54,7% frente al 33,2%). Esto implica que las mayores diferencias se generan en esta franja de trabajadores mayores, y que para menores de 55 a?os, y, m¨¢s a¨²n, de 45, las tasas de empleo son similares.
Los hombres que trabajan a tiempo parcial son el 5,4%. Las mujeres, el 23,2%
Por tanto, de las tres premisas enunciadas, la primera ¡ªparticipaci¨®n de la mujer en el mercado de trabajo¡ª, siendo considerablemente menor, est¨¢ en v¨ªas de equilibrarse. Para analizar la segunda, y si los efectos de la ley Zapatero son los previstos, no deber¨¢ haber lagunas de cotizaci¨®n para las mujeres que impliquen menos cotizaciones; pero lo que es palmario es que los hombres que trabajan a tiempo parcial son el 5,4% y las mujeres el 23,2%. Y la serie temporal solo muestra una muy liviana reducci¨®n del diferencial en este tipo de contratos entre hombres y mujeres. La tercera premisa es la diferencia salarial. Seg¨²n Eurostat, Espa?a no se diferencia de la media europea del 16%, pero no est¨¢ decreciendo en los ¨²ltimos a?os. En resumen, y aun sabiendo que estas variables no explican por completo la brecha de g¨¦nero, podemos esperar una ligera reducci¨®n del mismo en los pr¨®ximos a?os, pero ni mucho menos un estrechamiento o desaparici¨®n de tal diferencial.
Con todo lo expuesto, el informe referido al inicio sugiere que el camino adecuado comienza por el reconocimiento del problema, la conciencia de su existencia. Posteriormente el progreso en la soluci¨®n del problema, y en tercer lugar, la adopci¨®n de medidas de prevenci¨®n. En Europa estamos todav¨ªa en el primer estadio. Parece imprescindible, por tanto, estudiar en profundidad el tema, seguir en el proceso de identificaci¨®n de sus factores determinantes y no ser taca?os en la informaci¨®n. Para trabajar en las soluciones hay que conocer perfectamente el problema. Ese es nuestro inmediato reto.
Diego Valero es presidente de Novaster y profesor de la UB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.