La pol¨ªtica bien entendida
Se dice que en Espa?a son m¨¢s los pol¨ªticos honrados que los corruptos, y es de esperar que as¨ª sea; no obstante, tal afirmaci¨®n se antoja resbaladiza a la vista de que no tenemos constancia de que ning¨²n partido denuncie la corrupci¨®n propia cuando tiene conocimiento de ella. Vaya por delante que esta realidad no presupone que los aparatos de los partidos y los pol¨ªticos que integran estas formaciones sean corruptos en s¨ª mismos por el hecho de callar. Sin embargo, hay que reconocer que es complicado de digerir para la opini¨®n p¨²blica que nadie en los Gobiernos y en los partidos que los sustentan haya tenido nunca conocimiento de esas pr¨¢cticas corruptas antes de que fueran puestas a disposici¨®n judicial. As¨ª las cosas, se precisan mayores y m¨¢s efectivos mecanismos de control acompa?ados de reformas legales que ampl¨ªen los tipos penales a fin de provocar un efecto disuasorio entre corruptores y corrompidos.
La pol¨ªtica, por la responsabilidad que implica su ejercicio, es la m¨¢s noble de todas las actividades que puede desarrollar una persona por ser la que administra y gestiona unos recursos p¨²blicos (escasos y fungibles) tendentes a satisfacer las necesidades que precisa el inter¨¦s general. Por tanto, si desde las empalizadas ideol¨®gicas que representan los partidos no se selecciona a los m¨¢s capaces para el desempe?o de dicha actividad, luego no puede sorprendernos que su ejercicio termine representando justo lo contrario de lo que en teor¨ªa dice defender. Hay que entender que cuando la franja que separa la democracia de la corrupci¨®n se achica, el resultado es siempre un juego de suma cero, donde es la democracia la que cede todo el terreno que la corrupci¨®n conquista.
Por ello, es menester reconocerle a Rousseau el buen juicio de su pronunciamiento: ¡°Si existiera un pueblo de dioses, se gobernar¨ªa democr¨¢ticamente, pero un sistema de gobierno tan perfecto no est¨¢ hecho para los hombres¡±. Aunque sea el miedo el que guarde la vi?a, no nos confundamos, han de ser las personas las que deben hacer bueno el sistema y no al rev¨¦s.¡ª Miguel ?ngel Yag¨¹e Roll¨®n.
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