Es cosa nuestra
Lo malo de la democracia es que uno no puede encogerse de hombros ante las acciones de sus gobernantes, no enteramente. Aunque no los haya votado y no se sienta responsable directo de sus tropel¨ªas, sabe que otros como ¨¦l los eligieron y que por desgracia, hasta la pr¨®xima llamada a las urnas, nos representan a todos, en contra de lo que proclama ese slogan optimista y desiderativo que a menudo se corea. La verg¨¹enza que el actual Gobierno nos causa es as¨ª mucho mayor que la que nos provocaba el franquismo a quienes lo vivimos. ?ste se hab¨ªa impuesto por la fuerza y por ella segu¨ªa mandando. A sus oponentes los hab¨ªa fusilado, encarcelado, enviado al exilio o represaliado; en el mejor de los casos los manten¨ªa en las catacumbas. Los que est¨¢bamos en desacuerdo pod¨ªamos desentendernos ¨ªntimamente de sus cr¨ªmenes y abusos: ¨¦ramos meras v¨ªctimas de ellos, sojuzgadas por una tiran¨ªa que nadie hab¨ªa votado (aunque demasiados espa?oles la abrazaran, sobre todo una vez victoriosa), que prohib¨ªa los partidos pol¨ªticos y las elecciones, ejerc¨ªa una censura total y minuciosa, castigaba con prisi¨®n cualquier opini¨®n disidente o ¡°tibia¡±, o verdad que no le gustara. A ese r¨¦gimen, durante muchos a?os, le trajo sin cuidado la imagen de Espa?a en el exterior. ¡°Que hablen. Nos tienen envidia por ser la reserva espiritual de Occidente¡±, era el lema, de clara inspiraci¨®n eclesi¨¢stica. Y nosotros pod¨ªamos sacudirnos toda responsabilidad, en lo que respectaba a esa visi¨®n que ofrec¨ªamos: ¡°Nada tenemos que ver, somos los primeros damnificados, los que la padecemos sin tener arte ni parte¡±. Y a los de mi generaci¨®n nos cab¨ªa a?adir: ¡°Esta dictadura estaba ya cuando nacimos¡±.
Este Gobierno hace todo lo posible por que el nombre del pa¨ªs vaya unido al bochorno
En ese aspecto, la cosa es ahora m¨¢s peliaguda. Hemos tenido arte y parte. Hemos votado, aunque lo hici¨¦ramos sometidos a enga?o: el PP y Rajoy han incumplido con desfachatez casi todas sus promesas electorales, sobre todo las que les permitieron ganar por mayor¨ªa absolut¨ªsima. Aun as¨ª, no podemos intentar derrocarlos, porque, bajo enga?o y todo, les dieron su confianza nuestros conciudadanos. Entre tantas otras cosas que aproximan cada vez m¨¢s a este Gobierno al franquismo, est¨¢ la indiferencia con que arrastra en el extranjero la imagen de Espa?a. Dicen sus representantes que les importa mucho, pero no es cierto. Se les llena la boca con la rid¨ªcula expresi¨®n ¡°marca Espa?a¡±, pero hacen todo lo posible por que el nombre del pa¨ªs vaya unido al bochorno. En lugar de abstenerse de mancharlo, tratan de convencer a los medios internacionales de que no lo cuenten: Rajoy pidi¨® a una cadena estadounidense que suprimiera de una entrevista lo relativo al caso B¨¢rcenas; ahora nos enteramos de que, en plena fase de recortes salvajes, el Gobierno invit¨® con los gastos pagados a un grupo de responsables de prensa alemanes para explicarles in situ las maravillas econ¨®micas (!) de su gesti¨®n y atajar las cr¨ªticas que casi a diario le dedica esa prensa. El propio Rajoy apareci¨® en la reuni¨®n, a ver si les lavaba el cerebro. En honor a los alemanes, hay que decir que se sintieron ofendidos porque se pretendiera sufragarles el viaje y la estancia. Si la sesi¨®n de propaganda no nos cost¨® dinero, no fue gracias a Guindos ni a Montoro, sino a la honradez extranjera.
Fuera de estas tentativas, que oscilan entre la censura, el adoctrinamiento y el soborno poco encubiertos, el Gobierno no cesa de ensuciar el pa¨ªs, a veces literalmente. La capital ha estado emporcada por una huelga de limpiadores justificada, mientras el Ayuntamiento, culpable ¨²ltimo de la situaci¨®n (es a ¨¦l al que abonamos los impuestos, no a las taca?as concesionarias subcontratadas), se lavaba las manos fr¨ªvolamente durante d¨ªas: yo he visto c¨®mo un indigente de la Plaza Mayor aplastaba de un pisot¨®n a una relaxing rata gorda que, para estupor de turistas, se paseaba no de noche, sino a las 6.30 de la tarde. Tambi¨¦n se nos conoce ¨²ltimamente porque el Ministro del Interior, hombre que presume de piadoso, vuelve a tapizar de cuchillas la verja de Melilla (una medida canallesca de Zapatero en 2005, rectificada en 2007), para rajar a lo vivo a los inmigrantes que osen saltarla. Ante la declaraci¨®n de Rajoy al respecto, se hace dif¨ªcil saber si el Presiente es tonto o se lo finge: ¡°No s¨¦ exactamente si eso puede producir da?os a las personas. Tendremos que verlo, he pedido un informe¡±. El misericordioso Fern¨¢ndez D¨ªaz ha corrido a tranquilizarlo: ¡°S¨®lo heridas leves, jefe¡±. Me gustar¨ªa que los dos se fueran a la verja e hicieran ellos mismos la prueba: el uno sabr¨ªa ¡°exactamente¡± y ¡°ver¨ªa¡±, y el otro comprobar¨ªa en su piel la ¡°levedad¡± de las sangr¨ªas. Aparte de esta crueldad infame, Espa?a tambi¨¦n es hoy famosa por la sentencia del Prestige: todo el mundo, incluido el Gobierno del PP de entonces, tuvo una actuaci¨®n ¡°correcta¡± y gracias a eso no se extendi¨® el vertido del barco por el entero Oc¨¦ano Atl¨¢ntico. ?A santo de qu¨¦ va a tener que pagar nadie? A?adan que en numerosas comunidades (Madrid, Catalu?a, Valencia, y las que seguir¨¢n) han dejado de ser gratuitas las vacunas del neumococo y del retrovirus para beb¨¦s. Los padres que carezcan de 600 euros pueden prepararse a ver c¨®mo sus cr¨ªos m¨¢s tiernos pillan una meningitis o una neumon¨ªa, o se deshidratan de gastroenteritis. Hay m¨¢s, pero por hoy ya se nos cae la cara de verg¨¹enza lo suficiente. Sin que ni siquiera podamos decirnos: ¡°Pero esto no es cosa nuestra¡±.
elpaissemanal@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.