Sin grandeza
El exacerbado nacionalismo espa?ol se ha convertido en una f¨¢brica generosa de separatistas catalanes.
A estas alturas el desd¨¦n que gran parte de la sociedad catalana siente por Espa?a ha sido ganado a pulso por la pol¨ªtica del Estado, cuya rudeza extremadamente torpe se ha visto agravada durante a?os por una barra medi¨¢tica de extrema derecha, que no ha cesado de soliviantar los ¨¢nimos con el desprecio y los exabruptos viscerales contra Catalu?a. De hecho, el exacerbado nacionalismo espa?ol se ha convertido en una f¨¢brica generosa de separatistas catalanes, los cuales desde su lado acaban de tensar la cuerda hasta llegar a un punto de no retorno. Llevado por la propia mitolog¨ªa hist¨®rica, no exenta de una fiebre independentista en su fase er¨®tica, el Gobierno de Catalu?a acaba de envidar muy duro. Ha se?alado la fecha para un refrendo o consulta sobre su futuro, con el horizonte de un nuevo Estado catal¨¢n independiente. Para volar alto se requiere que las alas encuentren la resistencia del aire y ante este desaf¨ªo ahora mismo el presidente Rajoy, en medio de este infausto ruedo ib¨¦rico, imita a un don Tancredo enharinado sobre un pedestal. Este inmovilismo puede acrecentar la crispaci¨®n hasta arrastrar a todo el pa¨ªs al acantilado. El Gobierno del Partido Popular ha conseguido arduamente que la palabra Espa?a en boca de la mayor¨ªa de los j¨®venes catalanes sea una expresi¨®n ti?osa, porque el problema b¨¢sico consiste en que el Estado espa?ol carece de prestigio. No tiene estadistas con grandeza y visi¨®n hist¨®rica, sino pol¨ªticos ratoneros, cuando no corruptos hasta el hueso, especialistas en contar votos como las abuelas de anta?o contaban habas en la cocina. Tampoco al Estado le asisten intelectuales s¨®lidos, historiadores fiables, soci¨®logos y analistas pol¨ªticos de altura que desde Madrid establezcan un criterio imbatible en esta pol¨¦mica. Si este envite no se resuelve mediante el di¨¢logo y no se impone el buen sentido por ambos bandos, el resultado va a ser una gran depresi¨®n de cuya melancol¨ªa pueden florecer las flores negras de la violencia. J¨®venes catalanes ser¨¢n cebados con las palabras sagradas y a veces venenosas, patria, tierra, libertad, que suelen llevar al fanatismo de la dinamita. Primero a la dinamita como cr¨ªtica de la raz¨®n pura, poco despu¨¦s como cr¨ªtica de la raz¨®n pr¨¢ctica. Hay que evitar ese bucle maldito a toda costa.
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