Sospechosa disparidad judicial
Es tan enorme, tan llamativa y grosera, tan desmesurada y colosal la disparidad de criterios jur¨ªdicos existente entre el juez Castro y el fiscal Horrach con respecto a la imputaci¨®n de la infanta Cristina que da que pensar. A veces se tiene la impresi¨®n de que hayan podido repartirse artificialmente los papeles, actuando uno como el jurista muy bueno con la Infanta, clemente, indulgente y ben¨¦volo con ella [el fiscal], y el otro como el jurista muy malo, inquisitorial, cruel y despiadado [el juez]. Todo ello con el fin de extremar sus argumentos para que el proceso termine en alg¨²n punto intermedio en otra instancia judicial que deje la causa en pr¨¢cticamente nada, o algo as¨ª. Ser¨ªa terrible para nuestra democracia que algo semejante pudiera suceder en la realidad, pero el nivel de corrupci¨®n p¨²blica al que hemos llegado en nuestro pa¨ªs es tan exorbitante que ya no se extra?a uno de nada.¡ª Antonio L¨®pez Lacasta. Sabi?¨¢nigo, Huesca.
Si el ¡°pase¨ªllo¡± constituye, como se ha le¨ªdo en algunos medios, una pena anticipada, deber¨ªa no solo evitarse a Cristina de Borb¨®n, sino suprimirse, ya sea por la presunci¨®n de inocencia que corresponde a toda persona, ya sea por respetar el principio constitucional que ampara la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. La infanta Cristina, por lo dem¨¢s, bien pod¨ªa haber evitado esta situaci¨®n si hubiese comparecido ante el juzgado voluntariamente antes de ser imputada. Lo m¨¢s probable es que ni sus abogados, ni ella misma, consideraran tal posibilidad, dado, de una parte, su condici¨®n de miembro de la Casa del Rey, y, de otra, los denodados esfuerzos del fiscal y de Hacienda para evitarlo. Los personajes p¨²blicos lo son para lo bueno y para lo malo, y si han sido numerosas las ocasiones en que la Infanta por el mero hecho de serlo ha sido vitoreada y aplaudida, deber¨¢ ahora aceptar que pueda darse la situaci¨®n contraria en su entrada a los juzgados.
Entrada, que deber¨¢ hacer con la cabeza muy alta, si es inocente, y gacha, si no lo es, pero sin m¨¢s temor que el de cualquier ciudadano ante semejante situaci¨®n. Estamos muy lejos de la Revoluci¨®n Francesa y comparar, como se ha hecho, a los palmenses que puedan acudir a los juzgados para ver entrar a la infanta, con las tricotteuses es un verdadero desvar¨ªo.¡ª Paloma Nicol¨¢s Mu?iz. Madrid.
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