Futuro incierto
El rechazo que suscita la reforma del aborto aconseja retirarla, no prolongar su tramitaci¨®n
La reforma de la ley del aborto ha abierto una profunda crisis en el Partido Popular que el Gobierno parece querer zanjar dej¨¢ndola aparcada de facto en una larga tramitaci¨®n burocr¨¢tica. As¨ª lo sugiere el hecho de que ni Mariano Rajoy ni su vicepresidenta, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, la hayan defendido en el parlamento; y el Ejecutivo ha pedido una treintena de informes a diversos organismos p¨²blicos y privados antes de dar el siguiente paso. El rechazo que la reforma ha originado entre muchos votantes y dirigentes del PP es solo una de las razones de esta estrategia. La otra, quiz¨¢ determinante, es el desgaste que est¨¢ sufriendo el partido y que, seg¨²n las encuestas, puede saldarse con una p¨¦rdida sustancial de votos ante las pr¨®ximas citas electorales, empezando por los comicios europeos del pr¨®ximo mes de mayo. No es un desgaste solo achacable a una iniciativa legislativa de cu?o ultraconservador, pero esta parece haber acelerado el desgaste del partido del gobierno.
Minimizar los da?os no es una tarea sencilla. La oposici¨®n ha enarbolado la bandera de la lucha contra un cambio legislativo que rechaza m¨¢s del 80% de la poblaci¨®n espa?ola y el ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallard¨®n le regal¨® al resto del arco parlamentario un nuevo argumento al equiparar esta semana el aborto con la falta de respeto hacia la vida del ya nacido. Sus contorsiones dial¨¦cticas, antes hirientes, suenan extra?as ahora que est¨¢ casi solo en la defensa de un proyecto que est¨¢ obteniendo una amplia repercusi¨®n negativa no solo en la sociedad espa?ola. A las cr¨ªticas en la Euroc¨¢mara, promovidas por los socialistas, se ha unido esta semana la voz de la ultraderechista francesa Marine Le Pen, que, en contra de las se?ales emitidas en un principio, tampoco est¨¢ de acuerdo con esta reforma que prohibir¨ªa el aborto en casos de malformaci¨®n del feto, salvo que sea ¡°incompatible con la vida¡± y suponga un riesgo cierto (y comprobado) para la salud ps¨ªquica de la madre.
La estrategia adecuada ya no deber¨ªa ser buscar el consenso, como ha prometido Rajoy, sino retirar la propuesta. La tramitaci¨®n de este proyecto que nunca debi¨® ver la luz sin consenso supone un desgaste en t¨¦rminos pol¨ªticos y en recursos de la administraci¨®n del Estado, tan necesitado de otras reformas que dinamicen la econom¨ªa y mejoren el bienestar social. La ley de plazos ahora vigente en Espa?a es similar a la que rige en el resto de Europa y ha consagrado un derecho ¡ªel de las mujeres a decidir libremente sobre su maternidad¡ª al que la sociedad ya no est¨¢ dispuesta a renunciar. El PP alega que cambiar esa ley de plazos, que en su d¨ªa se aprob¨® con el voto de siete partidos, era una promesa electoral. Extremar su propuesta sacando de la chistera una norma as¨ª se ha convertido en un peligroso bumer¨¢n y el Gobierno, radicalizado en esta posici¨®n ideol¨®gica m¨¢s all¨¢ de lo esperado, es el ¨²nico responsable del desaguisado.
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