La raz¨®n sin razones (1)
Los nacionalistas han decidido que la ¨²nica forma de llegar a la secesi¨®n consiste en enga?ar con trapacer¨ªas
Un idiota es quien cree que todos los nacionalistas catalanes son idiotas; la proliferaci¨®n de esa clase de idiotez es una de las razones por las que en Catalu?a estamos donde estamos. Pero no la ¨²nica: casi nada se explica por una sola raz¨®n. Es verdad que el auge independentista es fruto de 30 a?os de nacionalismo orientado no s¨®lo al nation building ¨Cconstrucci¨®n de una naci¨®n¨C, sino al State building ¨Cconstrucci¨®n de un Estado¨C, y que, en vez de pedir la secesi¨®n con claridad y limpieza como hacen en Quebec, los nacionalistas han decidido que la ¨²nica forma de llegar a ella consiste en enga?ar con trapacer¨ªas como el derecho a decidir y, agitando la bandera de la democracia, en intentar saltarse la ley, que es la principal garant¨ªa de la democracia, en vez de intentar cambiarla.
Es verdad que la situaci¨®n es fruto de una justificad¨ªsima sensaci¨®n general de maltrato, que no se atribuye a varias razones, sino a una sola, llamada Espa?a, cosa que a los catalanes nos provoca un gran alivio moment¨¢neo (porque significa que no somos responsables de nuestras desdichas: el responsable es otro) y que de paso ilumina una faceta algo oscurecida del fen¨®meno: se trata de la forma que ha adoptado entre nosotros el populismo provocado en toda Europa por la crisis.
Es verdad que en Catalu?a se ha instalado a ratos lo que Francesc de Carreras ha llamado, citando a Elisabeth Noelle-Neumann, ¡°la espiral del silencio¡±, que viene a ser lo que yo, citando a Pierre Vilar, llam¨¦ ¡°unanimismo¡± ¨Cuna ilusi¨®n de unanimidad creada por el temor a expresar la disidencia¨C, lo cual ha provocado a su vez una l¨®gica aprensi¨®n entre pol¨ªticos, periodistas e intelectuales, que o se han callado o, como aquel personaje de Chaplin, se han sumado a la manifestaci¨®n que avanzaba hacia ellos, coloc¨¢ndose adem¨¢s a su cabeza.Todo esto es verdad, pero hay m¨¢s; por ejemplo: la incapacidad para crear en Catalu?a un discurso alternativo al del nacionalismo.
?Cu¨¢les son los discursos alternativos al nacionalismo catal¨¢n existentes ahora mismo? Dos. El primero es el del nacionalismo espa?ol, sobre todo representado por el PP. Este discurso es in¨²til contra el nacionalismo catal¨¢n: por un lado, porque, mientras en estos a?os el nacionalismo catal¨¢n rejuvenec¨ªa, el espa?ol se fosilizaba, apoltronado en su aparente triunfo; por otro, y sobre todo, porque el nacionalismo espa?ol no puede combatir al catal¨¢n, sino s¨®lo intentar destruirlo (que es lo que ha intentado sin ¨¦xito desde hace m¨¢s de un siglo): un nacionalismo no se combate con otro nacionalismo, sino con la raz¨®n, y lo primero que hay que hacer para combatir al nacionalismo catal¨¢n es entender que este no es un combate contra ¨¦l, sino contra el nacionalismo a secas, empezando por el espa?ol, hist¨®ricamente mucho m¨¢s da?ino que el catal¨¢n.
El segundo discurso disponible contra el nacionalismo catal¨¢n es el de UPyD y Ciutadans; se trata de un discurso menos vetusto, pero no menos ineficaz, entre otras cosas porque, como ha se?alado Jorge Urd¨¢noz, propone una traslaci¨®n casi autom¨¢tica del discurso antinacionalista que s¨ª fue eficaz contra ETA en el Pa¨ªs Vasco. Todos los nacionalismos se parecen en el fondo, pero todos se diferencian en la superficie; no entender esa diferencia es no entenderlos (y por tanto no poder combatirlos): el nacionalismo de ETA es violento y el catal¨¢n no; el nacionalismo de ETA es etnicista y el catal¨¢n no. Podr¨ªamos seguir, por ejemplo con la cuesti¨®n de la lengua, tan distinta en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco y, para m¨ª, tan mal planteada por el PP como por Ciutadans; pero se me acaba el art¨ªculo, as¨ª que mejor la dejo para el siguiente.
¡°Se?or Roque¡±, le dice don Quijote al catal¨¢n Roque Guinart, ¡°el principio de la salud est¨¢ en conocer la enfermedad y en querer tomar el enfermo las medicinas que el m¨¦dico le ordena¡±. Una de las causas del auge del independentismo catal¨¢n es que el m¨¦dico se ha equivocado de diagn¨®stico y le ha recetado al paciente una medicina que, en vez de curar la enfermedad, la agudiza. Quienes piensan que nuestros problemas se arreglan con la independencia de Catalu?a no tienen a mi juicio raz¨®n, pero tienen muchas razones; en cambio, quienes pensamos lo contrario quiz¨¢ tengamos raz¨®n, pero no tenemos razones. Y la raz¨®n sin razones no sirve de nada.
elpaissemanal@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.