Un argentino quiere que lo maten
V¨ªctor Salda?o espera a ser ajusticiado en el corredor de la muerte, en Texas, desde hace m¨¢s de 10 a?os. Su madre ha pedido al Papa que interceda por ¨¦l
D¨ªas atr¨¢s su madre y su abogado consiguieron acercarse al papa Bergoglio para pedirle que le salvara la vida. Mientras tanto, en su celda de aislamiento de Polunsky, Texas, V¨ªctor Salda?o lleva a?os pidiendo que lo maten.
Ya lo ped¨ªa cuando lo fui a ver. V¨ªctor Salda?o ten¨ªa el pelo negro al ras, los ojos negros como tajos, el uniforme grande y blanco con dos letras negras en la espalda: DR, dec¨ªan, Death Row; a veces una o dos letras alcanzan para decirlo todo. Salda?o hablaba desde detr¨¢s de un vidrio hiperblindado: me dec¨ªa que ya no soportaba, que llevaba cuatro a?os encerrado y que no daba m¨¢s. Fue hace m¨¢s de diez a?os; ahora Salda?o tiene 42 y sigue ah¨ª, esperando el momento.
¨C?A veces pens¨¢s c¨®mo ser¨ªa?
¨CBueno, yo s¨¦ c¨®mo va a ser. Te meten a la c¨¢mara de la muerte y te matan.
Me dijo aquella vez, y se qued¨® mir¨¢ndome, los labios apretados, su mezcla de espanto y desaf¨ªo. Me miraba como quien subraya con bruto l¨¢piz rojo: claro que s¨¦, huev¨®n, ?qu¨¦ te cre¨¦s, que se puede vivir ac¨¢ sin saber? ?Qu¨¦ te cre¨¦s, que necesito enga?arme para soportar?
Salda?o es argentino y cordob¨¦s; joven, se fue de su pa¨ªs a conocer el mundo, se perdi¨®. El 25 de noviembre de 1995 llevaba un par de d¨ªas de borrachera con su amigo mexicano Jorge Ch¨¢vez en un suburbio de Dallas. Su crimen fue de una torpeza casi ingenua: testigos los vieron entrar a aquel negocio, testigos los vieron salir enca?onando a Paul Ray King, un vendedor de compu?tadoras de 46 a?os. Testigos los vieron empujarlo hacia un bosque cercano; testigos los vieron volver solos. En el bosque, King estaba muerto, con cinco balas en el cuerpo. Cuando la polic¨ªa lo detuvo, horas m¨¢s tarde, Salda?o ten¨ªa su reloj en la mu?eca y el arma en el bolsillo. El bot¨ªn andaba por los 50 d¨®lares.
¨C?A veces te acord¨¢s de King, pens¨¢s en ¨¦l?
¨C?De qui¨¦n?
Me dijo entonces Salda?o, distra¨ªdo. De todas las respuestas posibles, era la m¨¢s inesperada.
¨C?Para qu¨¦ te voy a echar mentiras, no?
Lo condenaron a muerte en 1996. En el juicio un perito de la acusaci¨®n dijo que, como hispano, Salda?o era naturalmente m¨¢s violento. A?os despu¨¦s un abogado consigui¨® la anulaci¨®n; volvieron a juzgarlo, a condenarlo.
¨CMe van a poner a dormir con una inyecci¨®n y despu¨¦s me ponen otra inyecci¨®n con el veneno, viste. Pero eso no es muy traum¨¢tico para m¨ª. Lo que es traum¨¢tico son ellos; me rompen tanto las pelotas, ellos, me rompen demasiado las pelotas.
Me dijo entonces: ellos eran los otros presos, los dem¨¢s condenados. Salda?o no soportaba su vida en la c¨¢rcel; no soportaba las agresiones, los a?os sin ver la luz del d¨ªa, sin abrazar a un familiar.
¨CA veces me pregunto si no es mejor que me maten ahora¡ La vida ac¨¢ es tan dura que vos dec¨ªs pa¡¯ qu¨¦ chingada¡ Yo quiero vivir, como todo el mundo. Pero lo veo todo oscuro, todo negro. Entonces a veces me digo mejor la paramos aqu¨ª y que me maten¡
¨C?No le ten¨¦s miedo a la muerte?
¨CNo. No, yo veo a mucha gente morir, ac¨¢, jovencitos, y¡ Qu¨¦ s¨¦ yo. Yo creo que despu¨¦s de la muerte vamos a descansar en paz.
¨C?Cre¨¦s en Dios?
¨CNo, yo siempre he sido ateo, desde chico. Pero igual pienso que cuando me muera por fin voy a descansar en paz.
Salda?o hablaba con el desd¨¦n de los muy t¨ªmidos; su sonrisa era una mezcla de nervios y despecho y ruego. Cuando nos despedimos puso su mano contra la m¨ªa contra el vidrio y me dese¨® suerte; yo no supe c¨®mo contestarle. Desde entonces present¨® cantidad de papeles pidiendo que lo maten. Su familia ¨Cy ahora el Papa¨C se oponen: piden que viva. Bergoglio tiene todo por ganar: si no lo ejecutan ser¨¢ algo as¨ª como un milagro, si lo ejecutan habr¨¢ hecho todo lo posible ¨Cy, por alguna raz¨®n que se me escapa, nadie dir¨¢ que si no puede siquiera salvar a un cordob¨¦s perdido, su dios no debe de ser gran cosa.
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