El viejo sue?o de la nueva China
Mao levant¨® el pa¨ªs asi¨¢tico de la humillaci¨®n de Occidente, Rusia y Jap¨®n; pero desat¨® una hambruna que cost¨® la vida a 70 millones de personas. Su recuerdo sigue vivo en los ciudadanos y en la pol¨ªtica del gran tigre de Oriente
Cuentan que, en 1958, un grupo de campesinos fue a quejarse a Mao Zedong de que los p¨¢jaros se com¨ªan sus cosechas. Y el Gran Timonel, que no se equivocaba nunca, dio la orden terminante: ¡°Que las aves sean exterminadas en China¡±. As¨ª se hizo. Y unos a?os despu¨¦s, los insectos devoraban las cosechas.
Ahora que se cumplen los 120 a?os del nacimiento del l¨ªder, su pa¨ªs le venera como el padre fundador de la moderna China, despu¨¦s de que conquistara el poder en 1949. Pero una parte de su herencia es puesta en cuesti¨®n por los nuevos dirigentes. Como apunta un reciente reportaje de la CNN que analizaba su figura a ra¨ªz de sus debilidades y fallos, ¡°oficialmente, su pol¨ªtica se considera acertada en un 70% y err¨®nea en un 30%¡±. Cierto es que Mao erradic¨® el analfabetismo, confisc¨® las propiedades de poderos¨ªsimos terratenientes, aboli¨® la nobleza y devolvi¨® el orgullo a su pueblo, humillado durante varios siglos por Occidente, Rusia y Jap¨®n. Pero su pol¨ªtica del Gran Salto Adelante, iniciada en 1958 y destinada a convertir China en una potencia industrial autosuficiente, desat¨® una hambruna que cost¨® la vida a unos 70 millones de compatriotas, casi todos ellos campesinos, obligados a abandonar las tierras de cultivo para emplearse en las acer¨ªas, las centrales el¨¦ctricas y las minas de carb¨®n. Estremece pensar que un 30% de errores pueden causar 70 millones de muertos. Si Mao se hubiese equivocado en un 100%, ?qu¨¦ hubiera sido de China?
Pese a todo ello, Mao sigue vivo en el recuerdo; y momificado en una suerte de templo laico en la plaza de Tiananmen. Supongo que a los nuevos l¨ªderes les interesa exaltar su figura, ya que han alumbrado un sistema pol¨ªtico ¨²nico en el mundo en el que se re¨²nen lo peor (o lo mejor, seg¨²n quien lo mire) del capitalismo y del comunismo. Si eres audaz y ambicioso, en el gran tigre de Oriente puedes convertirte en el t¨ªo Gilito de la noche a la ma?ana o acabar tus d¨ªas en el pared¨®n.
La momia de Mao la visitan cada a?o miles de turistas. Pero muy pocos se han acercado hasta su pueblo natal, Shaoshan, en la provincia de Hunan. Yo ca¨ª por all¨ª hace a?o y medio y, en lugar de un patri¨®tico mausoleo, me top¨¦ con un parque atracciones al que no sabr¨ªa si comparar con Lourdes, Disneylandia o las cataratas del Ni¨¢gara. Un complejo de m¨¢s de 200 hect¨¢reas alberga la casa de Mao, adem¨¢s de una gran avenida cerrada por una enorme estatura del Gran Comandante en donde se celebran sus aniversarios con desfiles, procesiones, millones de flores y espectaculares fuegos de artificio.
Mao era hijo de una familia campesina rica y su vivienda tiene poco que ver con el humilde portal de Bel¨¦n de Palestina. En cada una de las estancias de la casa, hoy museo, se explican, en carteles en chino y en ingl¨¦s, las diversas etapas de su vida. En su dormitorio el cartel dice que, de ni?o, ya so?aba con la nueva China. En una salita vecina, en donde estudiaba horas y horas, se convirti¨® en el mejor estudiante de China. En la cocina, ayudaba a su madre en las tareas dom¨¦sticas, y as¨ª lleg¨® a ser el mejor hijo de China. En el sal¨®n principal, explicaba a sus familiares y amigos c¨®mo iba a organizar la liberaci¨®n del pueblo chino. Y en la gran piscina del exterior, se relajaba nadando todos los d¨ªas: imagino que all¨ª se convirti¨® en el mejor nadador de China.
Anoto un chiste chino. Mao orden¨®: ¡°Que los insectos de China sean exterminados¡±. Y murieron todas las abejas y ya no hay miel en China.
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