El partido
En el c¨¦sped solo Apolo mueve a sus h¨¦roes cuya acci¨®n equivale al pensamiento
Durante la dictadura bastaba con pronunciar la palabra partido y todo el mundo sab¨ªa que te refer¨ªas al partido comunista. Ahora en democracia no hay m¨¢s partido que el cl¨¢sico entre el Real Madrid y el Bar?a. Algunos intelectuales detestan el f¨²tbol porque, tal vez, solo ven en este deporte un espect¨¢culo alienante de masas, cuando, bien mirado, se trata de la representaci¨®n moderna del doble eje que mueve toda la filosof¨ªa griega: la dial¨¦ctica entre Apolo y Dioniso, entre la idea y la org¨ªa. Sobre el c¨¦sped del estadio Euclides ha posado el esp¨ªritu de la geometr¨ªa: la l¨ªnea divisoria del campo, el c¨ªrculo central, las ¨¢reas, el punto de penalti, el rect¨¢ngulo de las porter¨ªas, la red. Unos h¨¦roes apol¨ªneos establecen un c¨¢lculo en ese espacio impulsando una esfera seg¨²n una pauta de la mente hacia la victoria. Alrededor de esta aritm¨¦tica pura se agita un coro convulso en las gradas donde toda irracionalidad tiene su asiento. All¨ª impone Dioniso su ley: es necesario sacar el macho cabr¨ªo que uno lleva dentro para sacrificarlo entre rebuznos patri¨®ticos, aplausos, insultos, gritos y banderas independentistas, rostros pintados con los colores de la tribu. En el c¨¦sped solo Apolo mueve a sus h¨¦roes cuya acci¨®n equivale al pensamiento. La perfecci¨®n pone a hervir a la masa. Cuanto m¨¢s cerebral sea un pase o m¨¢s pegado al ¨¢ngulo un remate, m¨¢s ciega ser¨¢ la explosi¨®n del coro. Pero la teor¨ªa de Apolo se quiebra cuando, despu¨¦s de marcar un gol, el futbolista demasiado feliz baila la samba, o se besa el anillo de casado, o se chupa el dedo pulgar si tiene un hijo reci¨¦n nacido o se mete el bal¨®n bajo la camiseta si su mujer est¨¢ embarazada. En este partido cl¨¢sico a¨²n podr¨ªa ser peor si los jugadores del Real Madrid asumieran la carga de lo espa?ol y los del Bar?a salieran al campo disfrazados de bandera catalana, puesto que su derrota supondr¨ªa la de su patria. Por otra parte la esencia del futbol es el error del ¨¢rbitro, incapaz de ver el penalti o el fuera de juego, que hasta los m¨¢s tontos del pueblo, convertidos en jueces, ven con claridad por televisi¨®n, pese a lo cual el ¨¢rbitro puede sacar una tarjeta roja equivocada y Apolo se va a la mierda. Eso mismo le pas¨® a S¨®crates en Atenas. As¨ª es la filosof¨ªa griega.
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