Una eternidad de infierno que atravesar
El 76% de los homosexuales dijeron haber sido discriminados en el centro educativo
De todos es sabido que, cuando un grupo social discriminado intenta reclamar sus derechos, el sistema establecido se defiende siguiendo unas pautas que siempre se repiten. Al principio, cuando las voces rebeldes a¨²n son pocas, el arma preferida es la irrisi¨®n. Sucedi¨® durante mucho tiempo con las mujeres: las damas sabias eran rid¨ªculas; las sufragistas eran feas, machorras, unas hist¨¦ricas; de hecho, la palabra feminista sigue a¨²n cargada con el plomo de la mofa. Luego viene una segunda etapa, que es la del enfrentamiento directo; llegados a ese punto, se discute, se pelea y hay forcejeos pol¨ªticos, porque las reivindicaciones son ya tan mayoritarias y tan serias que el poder no puede despacharlas con el simple recurso de burlarse de ellas. Este periodo es crucial: es entonces cuando se acometen los cambios legales esenciales y cuando la sociedad bascula hacia un nuevo consenso.
Pero luego queda a¨²n una tercera etapa de resistencia del sistema ante el cambio, una fase agazapada y subrepticia que consiste en difundir la especie de que ya no hay discriminaci¨®n, que el problema se ha acabado y ya no es necesario seguir luchando. En el caso de las mujeres nos encontramos ah¨ª y, aunque es evidente que el avance ha sido monumental, lo cierto es que la supuesta igualdad es una falacia. D¨¦jenme que ponga ejemplos del mundo literario, que es el que me cae m¨¢s cerca; es verdad que las mujeres escribimos, publicamos y podemos ser superventas; pero, como dice Laura Freixas, los cr¨ªticos de los principales suplementos literarios espa?oles son hombres en un 85%, y sus rese?as son tambi¨¦n en un 85% de autores varones. Por no hablar de las antolog¨ªas, de las enciclopedias¡ Cuanto m¨¢s ascendemos por la escala de poder, menos mujeres. De los 36 premios Nacionales de Narrativa que ha habido desde la Transici¨®n, s¨®lo dos han ido a parar a escritoras. Y entre los 66 premios de la Cr¨ªtica, s¨®lo hay tres mujeres. Son porcentajes rid¨ªculos, y esto no sucede s¨®lo en Espa?a; en el Nobel s¨®lo hay un 12% de mujeres (en todas las categor¨ªas); en el Goncourt, un 6%. No se trata, por supuesto, de una conspiraci¨®n consciente, sino de la pervivencia de un prejuicio, de la inercia ciega del sexismo (en el que tambi¨¦n caemos las mujeres). Por cierto, y hablando de cifras grotescas, se acaba de publicar que las ministras brit¨¢nicas ocupan despachos m¨¢s peque?os: miden de media 21 metros cuadrados menos que los de los hombres. No es un dato balad¨ª: en la carrera del poder, la gente suele matar por un buen despacho.
Sucede exactamente lo mismo con la homosexualidad. Tambi¨¦n hubo una primera etapa de burla al mariquita, un segundo periodo de lucha y de conquista y ahora empiezo a escuchar la consabida cantinela del ¡°ya no hay ninguna discriminaci¨®n, de qu¨¦ se quejan¡±. En los tres ¨²ltimos meses, el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (COGAM) ha presentado dos s¨®lidos estudios sobre la discriminaci¨®n homof¨®bica en nuestra sociedad. El primero est¨¢ hecho con una muestra de 762 personas que se autodefinen lesbianas, gays, transexuales o bisexuales. Pues bien, un 44% dijeron haberse sentido discriminados en alguna ocasi¨®n al ir a alquilar un piso (¡°fui con mi pareja y cuando le dijimos al due?o que ¨¦ramos dos mujeres casadas nos contest¨® que no alquilaba a maricones ni lesbianas¡±), o en un restaurante, en un bar, en una oficina bancaria, en una tienda o cualquier otro lugar p¨²blico. A¨²n peor, por lo que supone de angustia prolongada, es el siguiente dato: un 31% dijeron haberse sentido discriminados en el puesto de trabajo, muchos de ellos por verse obligados a soportar bromas constantes y pullas ofensivas. Pero lo m¨¢s inquietante es lo que sucede en los centros de estudio: un 76% dijeron haber sido discriminados en el centro educativo, mayoritariamente por sus compa?eros (92%), pero tambi¨¦n por los profesores (26%) e incluso por los padres o las madres de otros alumnos (11%). Esta discriminaci¨®n puede convertirse en acoso y en un aut¨¦ntico martirio y llevar a las v¨ªctimas hasta el suicidio.
Precisamente el otro trabajo que COGAM acaba de publicar estudia la homofobia en los centros de Secundaria. Tras entrevistar a 5.272 estudiantes de institutos p¨²blicos de la Comunidad de Madrid, descubrieron que nueve de cada diez alumnos consideran que hay rechazo hacia las lesbianas, los gays, los bisexuales y los transexuales; adem¨¢s, un abultado 42% piensan que los profesores muestran una clara pasividad ante comportamientos hom¨®fobos. En semejante caldo de cultivo, es comprensible que el 80% de los que se autodefinen como homosexuales oculten su tendencia y finjan ser quienes no son. Estamos hablando de chavales entre los 12 y los 17 a?os. Una eternidad de infierno que atravesar.?
@BrunaHusky, www.facebook.com/escritorarosamontero, www.rosa-montero.com
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