El Greco y Bizancio: dos caras del centenario
Es tiempo de integrismos en que mezquitas e iglesias son reconvertidas
El descubrimiento en 1983 de La dormici¨®n de la Virgen, de los a?os de juventud en Creta, favorece una nueva lectura de El Greco. El tema es tradicional y vendr¨ªa en este sentido a confirmar la adscripci¨®n de Dom¨¦nico a ¡°la manera griega¡± luego superada, pero basta la comparaci¨®n con otra espl¨¦ndida Dormici¨®n cretense coet¨¢nea, del taller de Georgios Klotzas, y de configuraci¨®n an¨¢loga, para percibir ya su modernidad crom¨¢tica, la carga de sensibilidad en Cristo que toma el alma de su madre y, sobre todo, la mancha de luz que envuelve a la aureola ang¨¦lica, nexo entre la escena del tr¨¢nsito de la Virgen con su entronizaci¨®n en el cielo. Adem¨¢s, en su centro est¨¢ el Esp¨ªritu Santo, llamado a asumir para el Greco de madurez un protagonismo indiscutible en el marco de la Trinidad, como fuente de luz divina. Nos encontramos lejos de su subordinaci¨®n jer¨¢rquica sellada en el filioque.Principio y final de una trayectoria art¨ªstica resultan enlazados.
Fiel al prop¨®sito de alcanzar la perfecci¨®n en su pintura, El Greco progresa desde su etapa veneciana en las t¨¦cnicas de la composici¨®n y del empleo del color, asume la tem¨¢tica de la Contrarreforma, pero si bien abandona ¡°la manera griega¡±, siguen en pie algunos pilares de la mentalidad filos¨®fico-religiosa bizantina, con sus consecuencias pict¨®ricas. El mejor ejemplo ser¨ªa El entierro del conde de Orgaz, con la composici¨®n bizonal, habitual en el arte griego desde que en la Dormici¨®n fuera integrada la Virgen ya en el cielo, y que a trav¨¦s de la producci¨®n iconogr¨¢fica rusa llega hasta el siglo XX, en el icono de la protecci¨®n milagrosa de la Virgen y su manto sobre Constantinopla, contemplada desde la tierra por una serie de personajes. Al igual que en El entierro, la interconexi¨®n entre los dos ¨®rdenes determina que el milagro celestial requiera su visi¨®n por los hombres. Un dato m¨¢s: el almita de Orgaz es llevada al cielo por un ¨¢ngel, cumpliendo el papel de Cristo en la Dormici¨®n.
Nada tiene de extra?a la elongaci¨®n de las figuras humanas, ya que los cuerpos, en la concepci¨®n neoplat¨®nica, sirven a las almas y estas buscan ascender al cielo. En la biblioteca de El Greco figuraba La jerarqu¨ªa celeste del Pseudo-Dionisio, te¨®logo griego del siglo VI, donde puede encontrarse explicaci¨®n a la presencia sobresaliente en su pintura de los ¨¢ngeles, m¨¢s que meros acompa?antes, servidores inmediatos de Dios, y por encima de todo, la concepci¨®n de que Dios es luz que se proyecta selectivamente sobre los hombres, de manera que quienes la reciben, repercuten su luminosidad. Y para terminar, como vemos desde la Asunci¨®n a la Trinidad del Prado, corresponde al Esp¨ªritu Santo asumir ese papel de fanal de luz para la humanidad. Si el catolicismo occidental es cristoc¨¦ntrico; el oriental es neumoc¨¦ntrico, tiene como eje al Esp¨ªritu.
El cabildo catedralicio de C¨®rdoba se ha apropiado de la gran mezquita
Dos pinturas de vejez, El quinto sello y el Laoconte, nos llevan m¨¢s all¨¢ de la exaltaci¨®n religiosa hecha de encargo, para desembocar en una visi¨®n desagarrada y pesimista, con la imagen de Toledo envuelta en tinieblas. Es como si El Greco quisiera reflejar la quiebra definitiva del di¨¢logo entre la espiritualidad bizantina y la forma expresiva cat¨®lica que culmina en su obra. Poco despu¨¦s, la conquista turca de Creta suprimi¨® el ¨²ltimo punto de encuentro. Un primer ocaso.
La otra cara del centenario tuvo un curioso antecedente en vida del pintor. Uno de los compatriotas que en 1603 visita al Greco en Toledo decide regresar apenas llegado, ¡°porque hay peligro de que en mi ausencia mi iglesia no se haga mezquita¡±. Mal pudo alguien pensar que el presagio se ver¨ªa realizado cuatro siglos m¨¢s tarde, coincidiendo con la apoteosis del cretense. El neootomanismo reasume hoy en Turqu¨ªa el papel desempe?ado entonces por la expansi¨®n otomana, y una tras otra, las principales bas¨ªlicas bizantinas pierden por decisi¨®n gubernativa la condici¨®n de museos para convertirse en mezquitas, con el consiguiente atentado a sus valores est¨¦ticos y religiosos. El blanco pr¨®ximo es Santa Sof¨ªa en Estambul. Paralelamente, puesto a confirmar el esp¨ªritu de la ¡°alianza de civilizaciones¡±, al Cabildo catedralicio de C¨®rdoba no se le ocurre m¨¢s que confirmar su apropiaci¨®n de la gran mezquita. La bas¨ªlica es mezquita, la mezquita es catedral: nada m¨¢s l¨®gico.
As¨ª es como dos de los templos m¨¢s bellos, Santa Sof¨ªa y la mezquita de C¨®rdoba, depositarios de los valores simb¨®licos de ambas religiones, est¨¢n abocados al control integrista, y a su segura desfiguraci¨®n en el primer caso. Para justificarlo invocan el derecho de conquista. En 1236 ¡ªCabildo dixit¡ª la toma de la ciudad por Fernando III impone la cristianizaci¨®n de la mezquita y, en 1453, la de Constantinopla por Mehmet II, la islamizaci¨®n de Santa Sof¨ªa. Aqu¨ª Mustaf¨¢ Kemal lo remedi¨® en 1935, creando un museo s¨ªmbolo de la convivencia de las dos religiones. Lo mismo sucedi¨® hasta 2006 en C¨®rdoba. Ahora imperan los integrismos, y ante ellos, la pasividad. La Unesco nada hace.
En Santa Sof¨ªa de Estambul resuenan ya los rezos del muec¨ªn
En Santa Sof¨ªa de Estambul, resuenan ya los rezos del muec¨ªn, en espera del destrozo inminente, ensayado hace meses en la peque?a joya de los Comnenos, Santa Sof¨ªa de Trabzon?/ Trebisonda, junto al mar Negro. Cabe comprobar all¨ª c¨®mo el acotamiento de su espacio interior a la nueva funci¨®n religiosa, con cierre de muros y cortinas mec¨¢nicas, destruye pura y simplemente la estructura arquitect¨®nica e impide la visi¨®n de las pinturas en el interior. La observaci¨®n personal y las fotograf¨ªas lo confirman. As¨ª que apres¨²rense los viajeros, antes de que sea tapada la Virgen del ¨¢bside en Santa Sof¨ªa. Lemkin hubiera calificado esa pol¨ªtica islamista de vandalismo, por atentar contra un patrimonio cultural de la humanidad. Pero el viceprimer ministro turco B¨¹lent Arin? est¨¢ feliz, ya que Santa Sof¨ªa, ahora triste, sonreir¨¢ (dice) al verse mezquita.
En plena involuci¨®n islamista y autoritaria del Gobierno de Erdogan, observable hasta en el despliegue de religiosidad supersticiosa introducido en Topkapi, se niega la exigencia, formulada por Mustaf¨¢ Kemal, de que ¡°los sentimientos y los conocimientos de la humanidad sobre la religi¨®n se vean liberados de los mitos y purificados a la luz de la verdadera ciencia¡±. La agresi¨®n contra Santa Sof¨ªa no solo lo ser¨¢ contra el respeto al otro en religi¨®n, ni al valor humano del arte; es tambi¨¦n la concepci¨®n moderna de la naci¨®n turca fundada por Kemal, lo que est¨¢ siendo demolido.
El reconocimiento del inmenso legado de El Greco tiene as¨ª la contrapartida de un segundo ocaso que afecta al arte y a la religi¨®n del cristianismo oriental, con la damnatio memoriae de Bizancio. Son tiempos para el Laocoonte y el Quinto sello; quienes disfrutan de aquel no debieran olvidarlo.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas, en la Universidad Complutense de Madrid.
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