El pajarito y el buitre
Hace falta m¨¢s que un ch¨¢ndal deportivo para igualar el carisma del ¡®comandante eterno¡¯
Qui¨¦n iba a decirlo. Siento nostalgia de Hugo Ch¨¢vez.
Cuando Ch¨¢vez gobernaba Venezuela, su ret¨®rica de guerra me resultaba irritante. Sus insultos a rivales, prepotentes. Y sus anuncios de complots internacionales para asesinarlo, escandalosamente falsos.
Pero desde febrero, he visto a su sucesor Nicol¨¢s Maduro defender la represi¨®n e incluso el homicidio de manifestantes pac¨ªficos, entre ellos una chica desarmada de 23 a?os. Le he o¨ªdo denunciar un golpe de Estado y bailar merengue al mismo tiempo. Y he vuelto a escuchar sus chistecitos zo¨®filos sobre la sexualidad de sus oponentes. Comparado con Maduro, Ch¨¢vez parece el Pr¨ªncipe de Gales.
A comienzos de este mes, Maduro cambi¨® de actitud e intent¨® contener la espiral de violencia. Pero ya era tarde para ocultar que su Gobierno es presa de algo que Ch¨¢vez nunca sinti¨®: p¨¢nico.
Un estremecedor reportaje de Marcel Ventura para la revista Emeequis resume la situaci¨®n en Venezuela: la inflaci¨®n de 2013 alcanz¨® el 56%. Las muertes violentas ascendieron a 25.000 en el mismo periodo. El Gobierno ha tenido que devaluar la moneda casi un ciento por ciento y escasean seis de cada diez alimentos b¨¢sicos. Desatada la protesta ciudadana, el r¨¦gimen no supo responder con ideas, as¨ª que se limit¨® a encarcelar l¨ªderes opositores, desaforar a una congresista y amenazar a los manifestantes. Seg¨²n Amnist¨ªa Internacional, las detenciones se cuentan por miles. Las muertes, por decenas. Algunas de las v¨ªctimas recibieron electricidad en los test¨ªculos. A uno le rociaron gasolina.
Maduro no solo teme a sus oponentes. Para ¨¦l, m¨¢s peligrosos son los suyos, como el jefe del ala militar del chavismo, Diosdado Cabello, que quiere m¨¢s mano dura y un modelo cubano de control.
Las tensiones al interior del poder se hicieron notar desde el d¨ªa mismo de la proclamaci¨®n del presidente, hace ya un a?o. Ese d¨ªa, ante las dudas sobre la legitimidad de su triunfo electoral ¨Cpor menos de 1,5%¨C, Maduro acept¨® p¨²blicamente un recuento de los votos¡ Y al d¨ªa siguiente cambi¨® misteriosamente de opini¨®n. Ni siquiera explic¨® por qu¨¦. S¨ª dej¨® claro que no tomaba ¨¦l las decisiones. Su debilidad es una gran tentaci¨®n para saboteadores e intrigantes.
Durante los a?os de Hugo Ch¨¢vez (ah, aquella ¨¦poca dorada), convers¨¦ con muchos observadores electorales internacionales que participaban en misiones en Venezuela. Todos hab¨ªan constatado irregularidades en los comicios de ese pa¨ªs. Pero siempre a?ad¨ªan, casi con pesar: ¡°Sin esas irregularidades, Ch¨¢vez habr¨ªa ganado tambi¨¦n¡±. Tambi¨¦n convers¨¦ con altos directivos de compa?¨ªas transnacionales. Sol¨ªan mostrarse seguros de que al final se entender¨ªan con Ch¨¢vez. He o¨ªdo en privado a m¨¢s empresarios espa?oles despotricar contra Cristina Kirchner que contra el comandante, porque la encontraban m¨¢s impredecible. El propio Diosdado Cabello ha proclamado que Ch¨¢vez no era el radical. Al contrario, era el que conten¨ªa las ¡°ideas locas¡± de sus ac¨®litos. Era el factor de estabilidad.
Ahora el factor ha desaparecido, y se ha llevado la chequera petrolera. Hace falta m¨¢s que un ch¨¢ndal deportivo para igualar el carisma del comandante eterno.
Maduro enfrentar¨¢ todos los problemas del r¨¦gimen sin ninguna de sus ventajas y con una insoportable presi¨®n de los sectores m¨¢s duros, tanto de su lado como de la oposici¨®n. A menos que establezca una relaci¨®n civilizada y constructiva con su rival m¨¢s moderado, Henrique Capriles, nada podr¨¢ contener el deslizamiento de Venezuela hacia la violencia o la dictadura.
El presidente venezolano suele hablar con un pajarito que, seg¨²n ¨¦l, encarna el esp¨ªritu de Hugo Ch¨¢vez. Deber¨ªa ajustarse los lentes, porque a lo mejor lo que est¨¢ viendo es un buitre P
@twitroncagliolo
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