Terrorismo en Nigeria
La insurgencia islamista de Boko Haram amenaza la estabilidad del pa¨ªs africano y sus vecinos
Menos de una semana despu¨¦s de matar con una bomba a m¨¢s de 70 personas en una estaci¨®n de autobuses de Abuja, la capital de Nigeria, el grupo terrorista islamista Boko Haram retiene en paradero desconocido a cerca de 200 chicas entre 16 y 18 a?os, secuestradas en una escuela del Estado nororiental de Borno. Atentados masivos en ciudades, matanzas indiscriminadas en aldeas, secuestros, destrucci¨®n de escuelas cristianas, se han convertido aceleradamente en se?as de identidad de una de las hordas m¨¢s brutales y sanguinarias de ?frica en su intento de imponer la sharia, el califato islamista y la eliminaci¨®n de la educaci¨®n occidental.
Editorial anterior
El Gobierno de Nigeria viene contando que los ataques de Boko Haram est¨¢n confinados a una peque?a zona del noreste del superpoblado pa¨ªs. La realidad desmiente rotundamente esta afirmaci¨®n, agravada por el hecho de que la respuesta militar contra la fan¨¢tica organizaci¨®n ¡ªarmada a trav¨¦s de Libia y Mal¨ª o mediante el saqueo de arsenales nigerianos¡ª oscila entre lo inexistente y lo indiscriminado y ca¨®tico. El Ej¨¦rcito nigeriano ha dado por muerto en cuatro ocasiones desde 2009 al jefe del grupo terrorista y sus m¨¦todos suscitan por igual el odio de las poblaciones afectadas y las cr¨ªticas de los grupos proderechos humanos. La mort¨ªfera y sostenida insurgencia de Boko Haram se alimenta en parte de la enorme disparidad entre el abandonado y pobre norte musulm¨¢n y el sur rico en recursos petrol¨ªferos y mayoritariamente cristiano. Una divisi¨®n econ¨®mica, social y religiosa que sigue creciendo en Nigeria, pese a la ret¨®rica del presidente Goodluck Jonathan, un cristiano sure?o de escasa credibilidad que aspira a la reelecci¨®n el a?o pr¨®ximo.
Boko Haram, que ha matado en lo que va de a?o a cerca de 1.500 personas, es una fuerza desestabilizadora no solo de una Nigeria camino de convertirse en la primera econom¨ªa de ?frica, sino tambi¨¦n de sus vecinos m¨¢s d¨¦biles. La escalada de la insurgencia fundamentalista, lo ilimitadamente brutal de sus m¨¦todos, sus lazos conocidos con grupos regionales vinculados a Al Qaeda y la extensi¨®n de sus refugios a pa¨ªses lim¨ªtrofes como Chad, N¨ªger o Camer¨²n, exige urgentemente una respuesta de Europa y Estados Unidos. Una atenci¨®n pareja al menos con la dedicada a otros grupos terroristas en auge en el Sahel y el norte de ?frica.
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