Tiempo de esperanza para la lucha por la tierra en Paraguay
Miles de familias campesinas paraguayas reivindican su derecho a vivir del cultivo de la tierra El 85% de la superficie cultivable est¨¢ en manos del 2% de la poblaci¨®n
¡°Presidente Cartes, entr¨¦guenos la tierra porque la tierra es vida para nosotros¡±. Esas fueron las palabras de Rodolfo Castro, joven campesino y presidente de la comisi¨®n comunitaria de lucha por la tierra de Curuguaty, en el lanzamiento de J¨®venes sin tierra = tierra sin futuro, una campa?a para exigir que la propiedad estatal de Marinakue sea entregada a las familias y j¨®venes que, como ¨¦l, no tienen un lugar donde vivir y trabajar.
Su frase me toc¨® profundamente, porque la dice alguien para quien la lucha por la tierra hasta ahora solo ha significado dolor y muerte. Rodolfo tiene un hermano muerto y dos presos y enjuiciados por exigir un lugar para levantar un techo y sembrar alimentos. A pesar de todo, su tenacidad y esperanza permanecen intactas.
Su historia es la de miles de familias campesinas paraguayas que reivindican su derecho a vivir del cultivo de la tierra y sobreviven en un pa¨ªs donde eso es cada vez m¨¢s dif¨ªcil, porque el 85% de la superficie cultivable est¨¢ en manos del 2% de la poblaci¨®n. En Paraguay, el reparto desigual de la tierra se origina a fines del siglo XIX, pero en los ¨²ltimos 20 a?os la acelerada expansi¨®n de la producci¨®n de soja ha agravado el problema. La competencia por el suelo es agresiva y voraz y presiona, sobre todo, a quienes se dedican a la agricultura familiar y hoy se ven obligados a abandonar los cultivos que podr¨ªan alimentar al pa¨ªs y a sus familias. Cerca de 900.000 personas, en su mayor¨ªa j¨®venes, han sido expulsadas del campo hacia las zonas urbanas en los ¨²ltimos diez a?os.
La poblaci¨®n campesina que pide acceso a las escasas tierras p¨²blicas disponibles en el pa¨ªs, vive en carne propia esa disputa por las zonas cultivables y conoce bien el calvario que supone acceder legalmente a una propiedad. Es el caso de Rodolfo y las familias y j¨®venes de Curuguaty: Desde 2004 est¨¢n lidiando con la burocracia para que las 2000 hect¨¢reas de Marinakue fueran medidas y tituladas a su nombre; y mientras tanto, una empresa sojera se apropi¨® de manera irregular y en tiempo r¨¦cord de ese terreno que, siguiendo lo que dicta la Constituci¨®n paraguaya, deber¨ªa ir para familias agricultoras sin tierra.
Ocho a?os, adem¨¢s de perder la tierra, muchos perdieron la vida: El 15 de junio de 2012 en Marinakue tuvo lugar un violento desalojo que dej¨® 11 campesinos y 6 polic¨ªas muertos, ocasionando incluso -una semana despu¨¦s- la destituci¨®n del presidente de entonces, Fernando Lugo.
Jugarse la vida no es algo nuevo para el movimiento campesino organizado de Paraguay. Desde 1989, m¨¢s de 120 campesinos que luchaban por la tierra han sido asesinados sin que ning¨²n caso haya sido aclarado. Miles m¨¢s son procesados por un sistema judicial que ha sido el principal promotor de la criminalizaci¨®n de la lucha social. Ese mismo Poder Judicial es el que, a trav¨¦s de un juez de la zona de Curuguaty y en un procedimiento viciado, adjudic¨® las 2.000 hect¨¢reas de Marinakue a la empresa Campos Moromb¨ª, propiedad de la familia Riquelme y cuyo patriarca -Blas N. Riquelme- fue senador por el Partido Colorado y amigo influyente y cercano del dictador Stroessner y quienes le sucedieron en el poder.
A pesar de la terrible situaci¨®n por la que pasaron, esas familias todav¨ªa son capaces de luchar y reclamar las tierras y ya asoman los primeros frutos de su esfuerzo. El presidente del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra les ha prometido acelerar las gestiones para definir la propiedad de la tierra y el Procurador General de la Rep¨²blica anunci¨® que tienen un plan para recuperar las tierras malhabidas, que suman casi 8 millones de hect¨¢reas.
Su tenacidad nos inspira, nos mueve y nos recuerda nuestra raz¨®n de ser. En Oxfam Interm¨®n llevamos casi dos d¨¦cadas apoyando a las familias campesinas que gestionan acceso a la tierra y ese trabajo nos ha hecho conocer de primera mano la desigualdad y vulnerabilidad en la que viven, pero tambi¨¦n su incre¨ªble capacidad para resistir, perseverar y transformar sus vidas aun cuando tienen las m¨ªnimas condiciones. Esa capacidad es poderosamente inspiradora porque nos muestra que las personas pueden so?ar con un futuro mejor a pesar de la privaci¨®n y marginaci¨®n a la que se les condena.
Es tambi¨¦n en honor de ese poder ciudadano que lucha contra la pobreza y la injusticia que lanzamos ¡®J¨®venes sin tierra = tierra sin futuro¡¯. Con esta campa?a, Oxfam Interm¨®n, la Articulaci¨®n Curuguaty -una alianza amplia de organizaciones sociales- y las comisiones de las familias afectadas por el acaparamiento de tierra en Curuguaty, apostamos por el futuro de unos j¨®venes campesinos y campesinas que, como tantos miles en Latinoam¨¦rica, necesitan tierra para producir y mantener un modo de vida sostenible. Apostamos por el di¨¢logo social entre la ciudadan¨ªa activa, las comunidades y las autoridades; un di¨¢logo franco, claro y transparente que estamos seguros ser¨¢ capaz de resolver este caso y todo conflicto social.
Estamos convencidos que, como hasta ahora, la solidaridad es capaz de transformar y cambiar vidas y que juntos podremos dar a conocer al mundo el caso de estas familias, debatir sobre el problema del acaparamiento de tierra en Am¨¦rica Latina y generar un gran movimiento ciudadano que se haga escuchar por las autoridades que tienen en sus manos resolver este caso.
Lograr que la movilizaci¨®n local y la solidaridad global contribuyan a resolver esta demanda puede mostrar el camino para avanzar en la construcci¨®n de un Paraguay m¨¢s igual y democr¨¢tico, pero fundamentalmente, puede contribuir a cambiar la vida de alrededor de 200 j¨®venes y sus familias a quienes hasta ahora se les ha negado la posibilidad de construir un futuro mejor.
Por eso pedimos tu apoyo a la campa?a y a la petici¨®n de los j¨®venes y las familias de Curuguaty. Pide al presidente Horacio Cartes, principal responsable de cuidar el patrimonio estatal paraguayo, que tome esta gran oportunidad de recuperar las tierras de Marinakue y entregarla a las familias afectadas. Con el poder de tu firma, podemos cambiar la vida de estas personas y transformar el mundo en un lugar mejor para todos y todas. No esperemos m¨¢s. Es tiempo de que triunfe la esperanza, 10 a?os de injusticia y dolor ya son suficientes.
Oscar L¨®pez es director de Oxfam Interm¨®n en Paraguay.
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