La final de la Liga de Campeones
Siempre pens¨¦ que una final de la Copa de Europa era el acontecimiento m¨¢s importante para un aficionado a un club de f¨²tbol. Cuando los socios recog¨ªan entusiasmados sus entradas hace una semana, imaginaba que todos iban a poder tocar con sus dedos un sue?o en el Estadio da Luz. Sin embargo, una gran cantidad de ellos ocultaba la verdadera raz¨®n de su felicidad: el menudeo. Asisto al espect¨¢culo del trapicheo de entradas con un asombro atroz. Abonados que venden las suyas a precios corrosivos con excusas todas ellas respetables, pero sorprendentes.
El f¨²tbol, para algunos, sigue siendo una pasi¨®n; un sentimiento irracional e inexplicable. Resulta descorazonador comprobar c¨®mo se trafica con ¨¦l, pero escuece a¨²n m¨¢s cuando el que lo hace comparte bordado en tu bufanda. Leo que el Bayern ha expulsado a algunos de sus socios porque no van al Allianz. Salvo fuerza mayor, deber¨ªa ser motivo de expatriaci¨®n a Marte tener una entrada y no ir a animar tu equipo a Lisboa.¡ª Juanjo Cubero Santos. Madrid.
La corporaci¨®n RTVE, sufragada con los impuestos de todos los espa?oles, desplazar a Lisboa una comitiva (m¨¢s bien parece un contingente) de 120 personas para cubrir la final de la Champions League, cuya se?al de televisi¨®n produce la UEFA. En tiempos de austeridad y recortes brutales que los ciudadanos est¨¢n sufriendo en los aspectos m¨¢s b¨¢sicos que ata?en a su d¨ªa a d¨ªa resulta inadmisible, pero si recordamos que la deuda acumulada del citado ente asciende a 800 millones de euros, dicho despliegue roza lo delictivo.¡ª Daniel Garc¨ªa Delicado. Albacete.
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