Entender el f¨²tbol, sumergirse en la contradicci¨®n
Un nuevo Mundial ha comenzado.
Durante un mes, millones de personas en todo el planeta estar¨¢n pendientes de los avatares y resultados de 32 selecciones de los cinco continentes, reunidas en 8 grupos, cuyos miembros ir¨¢n, fatalmente, reduci¨¦ndose. Unos ganar¨¢n, despertando pasiones y ansiedades incontrolables, un inmenso amor a la camiseta que quiz¨¢s sea confundido con un gigantesco amor a la patria. Otros perder¨¢n, probablemente mucho antes de lo esperado, derrumbando sue?os, incendiando esperanzas, dinamitando promesas de amor eterno a 11 ¡°traidores¡± incapaces de haber cumplido el mandato que les fue encomendado: hacer feliz a su pueblo.
Un nuevo Mundial ha comenzado y a nadie le ser¨¢ indiferente. Nadie, en su sano juicio, podr¨¢ decir que ¨¦ste, el mayor espect¨¢culo, el mayor negocio, el mayor evento deportivo, el mayor y m¨¢s prepotente atropello de una organizaci¨®n de mafiosos, el mayor y m¨¢s esperado momento de felicidad de una naci¨®n sobre todas las dem¨¢s; ¨¦ste, el gran juego del odio y del deseo, de la aspiraci¨®n sublime a la victoria y la postraci¨®n sombr¨ªa de la derrota, le es indiferente. Pobres los esp¨ªritus indolentes a los que el f¨²tbol no los lleva ni a la repugnancia ni al amor.
Hay muchas formas de entender el f¨²tbol. Creo que la menos importante es aquella que nos regalan, d¨ªa a d¨ªa, los comentaristas deportivos o los especialistas en estrategia futbolera, aspirantes a directores t¨¦cnicos de equipos que jam¨¢s tocar¨¢n una pelota. Al f¨²tbol se lo vibra en los estadios, pero se lo entiende fuera de ellos. Al f¨²tbol, como a la pol¨ªtica, se lo entiende en la calle, en los barrios de arriba y en los de abajo, en el barro de los ¡°potreros¡±, de los estadios improvisados donde juegan y sue?an los hijos de los m¨¢s pobres. Al f¨²tbol se lo debe entender en las lujosas oficinas donde despachan los due?os del dinero con el que se administra el negocio de comprar y vender atletas cuyas piernas har¨¢n felices a millones de personas. Al f¨²tbol se lo entiende, como a la pol¨ªtica, en la arena movediza de la contradicci¨®n.
?C¨®mo ser indiferentes al Mundial?
El deporte puede ser utilizado como una herramienta de opresi¨®n y desinformaci¨®n, como un opio tranquilizador, que adormece y despista al an¨¢lisis cr¨ªtico; o como un espacio en el que es posible reconocer muchas de las tantas agon¨ªas y sue?os, desconsuelos y utop¨ªas sobre las que se construye el presente y el futuro de nuestras sociedades. Por los ojos del f¨²tbol es posible mirar, inmiscuirse, entrar, participar en los intersticios, las grietas, las hendiduras difusas del conflicto social. No se trata de pensar que en el f¨²tbol se pueden ¡°observar¡± las luchas que atraviesan nuestras sociedades, sino de reconocer que el f¨²tbol est¨¢ hecho, construido, edificado, de las luchas que nos atraviesan a todos nosotros. Entender el f¨²tbol es una forma de entendernos a nosotros mismos, como naci¨®n y pueblo. Por eso, como no podr¨ªa ser de otra manera, al f¨²tbol se lo ama y se lo odia, se lo admira y abomina; por eso, durante noventa minutos, podemos abstraernos de todo, temblando de miedo y emoci¨®n junto a ¡°nuestros¡± muchachos, para luego, segundos despu¨¦s, guardarnos la pasi¨®n en el bolsillo, dirigiendo nuestra furia contra los que usan el deporte para aturdir a la gente, para aumentar su ganancia insaciable, para manipular gobiernos, para pisotear derechos. Pobres los esp¨ªritus indolentes a los cuales el f¨²tbol les es indiferente. Otros explicar¨¢n el poder por ellos. Otros har¨¢n pol¨ªtica por ellos.
El f¨²tbol nos interpela y nos obliga a agudizar la mirada cr¨ªtica. Esta Copa ocurre, una vez m¨¢s, en un pa¨ªs latinoamericano. Una naci¨®n que ha vivido una d¨¦cada de conquistas democr¨¢ticas extraordinarias, combatiendo su pobreza end¨¦mica, sus enormes niveles de desigualdad, el abandono de millones y millones de personas desprovistas de derechos y oportunidades, sin otra soberan¨ªa que la de su dignidad. Los gobiernos de Luiz In¨¢cio Lula da Silva y Dilma Rousseff cambiaron el presente de Brasil e iniciaron un proceso de reformas ciudadanas que revirtieron una historia de injusticias y de desprecio hacia los m¨¢s pobres. Por eso reciben el ataque, el fuego sostenido y persistente de los que no se conforman con aceptar que Brasil debe dejar de ser la coartada de sus privilegios, volvi¨¦ndose una naci¨®n de derechos, de justicia e igualdad.
Pero el Mundial tambi¨¦n ocurre en un pa¨ªs en el que se han agudizado las movilizaciones y protestas por parte de miles de j¨®venes, y no tan j¨®venes, que claman una renovaci¨®n en las formas de hacer y ejercer la pol¨ªtica. De movimientos y organizaciones que quieren m¨¢s y mejor democracia, m¨¢s y mejores servicios p¨²blicos, m¨¢s y mejor educaci¨®n, m¨¢s y mejor salud, m¨¢s y mejor transporte, m¨¢s y mejor seguridad. El nuevo Mundial ocurre en un pa¨ªs en el que la polic¨ªa s¨®lo ha contribuido a generar violencia y represi¨®n contra los grupos movilizados, en su enorme mayor¨ªa, pac¨ªficos.
Peque?os sectores de aspirantes a revolucionarios se han expresado de forma violenta, oportunidad que los sectores m¨¢s conservadores de la prensa ha utilizado para tratar de poner en evidencia que Brasil vive un momento de caos. Sin embargo, como hemos defendido en otras oportunidades, las movilizaciones y demandas sociales que se han multiplicado en Brasil desde junio del a?o pasado, expresan una gran madurez democr¨¢tica de la sociedad brasile?a y, mucho m¨¢s el ¨¦xito del proceso de reformas sociales llevadas a cabo por los gobiernos de Lula y Dilma que su fracaso. Cuando la democracia se ampl¨ªa, la gente quiere m¨¢s y mejores derechos. Con cierta melancol¨ªa, algunos sectores progresistas sostienen que es necesario entender c¨®mo estaba el pa¨ªs una d¨¦cada atr¨¢s. No reconocer los avances alcanzados puede parecer ingrato. Entre tanto, un indicador del fortalecimiento de la democracia es que las sociedades se apropien de las conquistas y avances de las luchas por la justicia social, sin que las interpreten como d¨¢divas de gobiernos protectores y generosos. Para quien est¨¢ en el gobierno puede parecer, de cierta forma, frustrante. Pero, para quien se interesa en la consolidaci¨®n de estas conquistas y en el futuro de la democracia, pueden ser ¨¦stos un buen s¨ªntoma de crecimiento y consolidaci¨®n de los derechos alcanzados.
Nadie le ha agradecido ni le agradecer¨¢ al gobierno de Dilma lo que se preanuncia como una excelente organizaci¨®n del nuevo Mundial. Tampoco nadie le agradecer¨¢ al gobierno nacional si la selecci¨®n brasile?a gana el Mundial, o le reclamar¨¢ si lo pierde. Pensar que all¨ª residen los v¨ªnculos entre f¨²tbol y pol¨ªtica significa no entender nada ni de f¨²tbol ni de pol¨ªtica. La gente no es tan idiota, ni en Brasil ni en ning¨²n sitio. Lo que ha ocurrido es que muchos grupos, especialmente j¨®venes brasile?os y brasile?as que se est¨¢n estrenando en el arte de la movilizaci¨®n callejera, aprovecharon el Mundial para expresar que si pod¨ªan hacerse esos estadios pod¨ªan hacerse tambi¨¦n mejores escuelas y hospitales. ?Por qu¨¦ lamentarlo? ?Por qu¨¦ lamentarlo si siempre hemos luchado por el derecho inalienable de todas las personas a una mejor educaci¨®n, una mejor atenci¨®n m¨¦dica; por una polic¨ªa que cumpla un papel de prevenci¨®n del delito y no sea la principal amenaza a la vida de los j¨®venes m¨¢s pobres? Matar al mensajero nunca ha sido una buena estrategia para evitar las noticias que incomodan. En las pr¨®ximas elecciones, va a ganar nuevamente la Presidenta Dilma. Lo har¨¢ porque ha gobernado bien y porque la gente quiere m¨¢s.
Esperando para jugar, en Cidade de Deus / Severita (AFP)
El f¨²tbol no tiene contradicciones, est¨¢ hecho de contradicciones. Y eso es lo que estamos viendo en Brasil, al ritmo de una Copa que apenas comienza.
Entender el Mundial es una forma de aproximarnos a entender el mundo. Por un lado, analizando c¨®mo funciona el poder y las instituciones que lo personifican: la FIFA, esa organizaci¨®n supranacional, mafiosa y corrupta, que domina el negocio del f¨²tbol; los gobiernos, que aspiran a beneficiarse del esp¨ªritu futbol¨ªstico, transform¨¢ndolo en patriotismo electoral; los medios de comunicaci¨®n, que lo retratan con poca inocencia; el racismo, la xenofobia, la explotaci¨®n sexual y otros pilares sobre los que edifican nuestras sociedades muchas veces indiferentes al desprecio que sufren los m¨¢s pobres y excluidos. Pero tambi¨¦n, por otro lado, entender el Mundial, significa aproximarse a c¨®mo se lo vive, se lo palpita, se lo apropian, esos mismos sectores m¨¢s pobres de nuestras sociedades. Aquellos a los cuales el f¨²tbol los interpela como un narc¨®tico cultural, pero que ellos interpretan como una forma de ejercer su derecho a la autoestima, al reconocimiento, a la organizaci¨®n. Entender el f¨²tbol es una forma de entender la cultura popular. Hay un f¨²tbol opresor que aspira a colonizar los corazones y mentes de los m¨¢s pobres y, a veces, lo logra. Pero tambi¨¦n hay un f¨²tbol liberador que, como una dinamita emancipadora, estremece el alma popular, llen¨¢ndola de afirmaci¨®n y orgullo. Hay un f¨²tbol verde que brilla en estadios que han costado lo que cuestan centenas de escuelas. Pero hay tambi¨¦n un f¨²tbol marr¨®n, patinoso como el barro, donde germinan sue?os, se construyen ilusiones, se enra¨ªzan y edifican identidades, donde se gritan goles de dignidad. As¨ª es el f¨²tbol. Por eso es despreciable. Por eso es admirable.
Un nuevo Mundial ha comenzado. Sumerj¨¢monos en ¨¦l.
Desde R¨ªo de Janeiro
Ni?o en la favela Cidade de Deus / Severita (AFP)
CLACSO y La Garganta Poderosa en el Mundial
En CLACSO, como queremos entender el Mundial, hemos solicitado a algunos de los m¨¢s distinguidos y reconocidos soci¨®logos/as del deporte en Am¨¦rica Latina y el Caribe, que nos brinden su perspectiva libre y plural sobre lo que ocurre dentro y fuera de los estadios. Con la coordinaci¨®n acad¨¦mica de Pablo Alabarces y period¨ªstica de Mart¨ªn Granovsky, hemos iniciado la serie Cuadernos del Mundial, una plataforma desde la que opinaremos; esto es: diremos lo que nos parece, haremos juicios, expresaremos reflexiones en funci¨®n de un determinado enfoque, sin otro esp¨ªritu que el de ser fieles a nuestro pensamiento. Esperamos as¨ª contribuir a ampliar el debate p¨²blico sobre el Mundial, bas¨¢ndonos en un enfoque acad¨¦micamente riguroso, pero aspirando a comunicar ideas, m¨¢s all¨¢ del hermetismo que suele caracterizar al discurso universitario. Los Cuadernos del Mundial ser¨¢n una tribuna que llenaremos de textos, datos y videos cuyo principal anhelo es abrir el debate, nunca cerrarlo u obturarlo a otras perspectivas.
Al mismo tiempo, aunque reconocemos el valor que un enfoque acad¨¦mico puede aportarnos para comprender los significados del f¨²tbol, tambi¨¦n sabemos que otras miradas pueden ser igualmente valiosas para sumergirnos en las contradicciones de estos tiempos mundialistas. Por tal motivo, CLACSO ha decidido apoyar a uno de los colectivos de movilizaci¨®n y comunicaci¨®n popular m¨¢s innovadores y creativos de Latinoam¨¦rica: La Garganta Poderosa.
La Garganta es mucho m¨¢s que una revista donde se ejerce el periodismo popular sin concesiones. Es un espacio de organizaci¨®n y de lucha de j¨®venes que viven en los barrios m¨¢s pobres de Buenos Aires, en las villas, invisibilizadas por la ya hist¨®rica y persistente prepotencia de quienes han gobernado y gobiernan esa ciudad. Viven, militan y escriben en Zavaleta y la Villa 21-24, donde exigen la necesaria y urgente urbanizaci¨®n de los barrios populares. Con un coraje enorme alzan su voz para defender a todas las v¨ªctimas de un r¨¦gimen de violencia y represi¨®n que le cuesta la vida a centenas de ni?os, ni?as y j¨®venes pobres, como Kevin o Luciano Arruga, un joven de 16 a?os que est¨¢ desaparecido desde el a?o 2009, despu¨¦s de haberse negado a robar para la polic¨ªa.
La Garganta Poderosa est¨¢ ahora en Brasil, con 14 corresponsales populares; j¨®venes, muy j¨®venes, quienes transmitir¨¢n y vivir¨¢n el Mundial desde las favelas de R¨ªo de Janeiro, all¨ª donde viven miles de brasile?os y brasile?as iguales a ellos. Para entender el Mundial hay que seguir el ritmo zigzagueante de la pelota en los estadios. Pero tambi¨¦n, hay que mirar hacia arriba, hacia las laderas de los ¡°morros¡±, a las comunidades m¨¢s pobres dentro y fuera de las grandes ciudades, donde habitan y construyen su vida de dignidad millones de brasile?os y brasile?as que nunca vivir¨¢n el glamour y el despilfarro de un Mundial, pero se estremecer¨¢n hasta las l¨¢grimas acompa?ando con ilusi¨®n y garra a su equipo verdeamarelo.
Hay muchas formas de entender el f¨²tbol. Una, quiz¨¢s la m¨¢s rica y desafiadora, es desde la cultura popular. Por eso, CLACSO apoya a La Garganta Poderosa, porque sabemos que hay muchas formas de producir conocimiento. La universidad es una de ellas. Pero tambi¨¦n lo son las luchas populares y la narrativa producida por colectivos juveniles, que hacen del periodismo una forma de ejercicio de la libertad. Dicen ellos: ¡°los sectores dominantes usan el f¨²tbol para callar, nosotros lo usamos para gritar¡±. As¨ª, gritando, contar¨¢n el Mundial desde las favelas, mostrando no la ¡°otra¡± cara de la Copa, sino su verdadera cara, la de la gente com¨²n, la de las mayor¨ªas. Lo har¨¢n con el dinamismo y la irreverencia de los nuevos colectivos culturales, utilizando las redes sociales, siempre en l¨ªnea, de manera avasalladora, como la realidad misma.
Cuadernos del Mundial - CLACSO: http://cuadernosdelmundial.clacso.org/
Twitter: @_CLACSO / @gargantapodero
Facebook CLACSO: https://www.facebook.com/CLACSO.Oficial?fref=ts /
Facebook LGP: https://www.facebook.com/pages/La-Garganta-Poderosa/213440425391495?fref=ts
P¨¢gina LGP: http://lapoderosa.org.ar/
Campo de f¨²tbol en Cidade de Deus / Juan (AFP)
Todas las fotos del presente post corresponden al proyecto del fotografo Cristoph Simon desarrollado con ni?os y j¨®venes de favelas de R¨ªo de Janeiro. Ver: "Infancias + favelas = f¨²tbol", de Lola Hierro para Planeta Futuro / El Pa¨ªs y la fotogaler¨ªa "Fot¨®grafos y futboleros".
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