El monasterio del sida
Un templo budista de Tailandia atiende a miles de enfermos de VIH abandonados por sus familias
Dos robustas esculturas doradas en las que se lee ¡°VIH¡± y ¡°SIDA¡± dan la bienvenida a Phra Bat Nam Pu, un monasterio situado en la provincia de Lopburi, a 150 kil¨®metros al norte de Bangkok. El templo se ha convertido en el lugar donde miles de afectados por este virus en Tailandia reciben cuidados m¨¦dicos. Algunos fueron abandonados all¨ª por sus familias y otros llegaron por su propio pie. ¡°A veces iba a ver a los enfermos al hospital, y en 1991 algunos comenzaron a venir a visitarme aqu¨ª; fui una alternativa para ellos¡±, asegura el Dr. Alongkot Dikkapanya, el monje principal de este monasterio que a hoy atiende a m¨¢s de 1.500 hombres, mujeres, ni?os y hu¨¦rfanos. ¡°El n¨²mero de pacientes empez¨® a crecer desde ocho, 20, 30 hasta 100 o 200¡±, completa. Unas 10.000 personas han perdido la vida en el monasterio desde que comenzaron a recibir a los pacientes hace 32 a?os, seg¨²n las estad¨ªsticas del centro.
Monjes y trabajadores de la limpieza se cruzan en la entrada, varias banderas con los colores del pa¨ªs colorean las callejuelas del recinto y uno de los trabajadores murmura una oraci¨®n arrodillado frente a un peque?o altar con la imagen de Buda. Los enfermos que conviven con los monjes se enfrentan al desd¨¦n y la discriminaci¨®n de la sociedad. All¨¢ donde van, la gente rechaza tocarles o estar junto a ellos debido a la falta de informaci¨®n sobre el sida en el pa¨ªs. En Tailandia viven 440.000 personas con VIH en una poblaci¨®n de 67 millones, seg¨²n el ¨²ltimo informe de ONUSIDA sobre el estado de la epidemia en el mundo, y hay muchos tailandeses portadores de este virus que temen a hacerse pruebas para conocer si est¨¢n infectados.
El acceso a la atenci¨®n sanitaria en Tailandia ha mejorado en los ¨²ltimos 35 a?os, ya que el pa¨ªs fue uno de los primeros en introducir el tratamiento antirretroviral gratuito para personas con VIH junto a Sud¨¢frica o Camer¨²n, seg¨²n M¨¦dicos sin Fronteras. Las nuevas infecciones que se producen cada a?o en el pa¨ªs tambi¨¦n han descendido (24.000 en 2001, frente a 8.000 en 2012), as¨ª como las muertes provocadas por el virus (61.000 en 2001 a 21.000 en 2012), seg¨²n el informe de ONUSIDA.
En la parte posterior del monasterio Phra Bat Nam Pu se encuentra una cl¨ªnica donde permanecen ingresados los pacientes con menor inmunidad y no pueden valerse por s¨ª mismos. Algunos est¨¢n muy debilitados por la enfermedad y no pueden comer, ir al lavabo o cambiar sus propios pa?ales. Otros yacen casi desnudos y empolvados de talco a consecuencia del calor del tr¨®pico, sin fuerzas para cubrir un cuerpo enclenque que ya no tiene nada que ver con el suyo. ¡°La enfermedad debilita a los pacientes hasta la muerte si no toman sus medicinas¡± asegura Thong, uno de los veteranos trabajadores del centro que tambi¨¦n padece esta enfermedad y da un nombre falso porque prefiere mantener el anonimato.
La mayor¨ªa de los familiares que llevan a las v¨ªctimas al monasterio no regresan nunca m¨¢s para visitarlos
Entre los ingresados en la cl¨ªnica, Pon es quien presenta mejor aspecto f¨ªsico. Lleva un ¨¢guila tatuada en el pecho, le faltan los dos dientes incisivos y tiene la apariencia de haber sido un hombre fuerte en su fallida vida anterior. En la cl¨ªnica pasa sus largos d¨ªas dibujando al monje Alongkot Dikkapanya sobre un caballete que ocupa la mayor parte de su camilla. Ha vendido m¨¢s de 50 de estos retratos en los siete a?os que lleva internado en la cl¨ªnica desde que le diagnosticaron el virus VIH en una revisi¨®n rutinaria del intestino. ¡°Mi familia no sabe d¨®nde estoy, tampoco saben que tengo sida. Llegu¨¦ al templo hace cinco a?os y no he vuelto a tener contacto con ellos¡±, relata. Cree que pudo enfermar despu¨¦s de tener relaciones con una prostituta. ¡°Me divorci¨¦ de mi mujer y me march¨¦, no s¨¦ si ella tiene el sida, no he vuelto a hablar con ellos porque no quiero molestarlos¡±, explica.
La mayor¨ªa de los pacientes que llegan a la cl¨ªnica han contra¨ªdo el sida a consecuencia de haber mantenido relaciones con prostitutas, y contagian posteriormente el virus a sus mujeres, ya que los tailandeses generalmente prefieren mantener relaciones sexuales sin protecci¨®n, seg¨²n un informe de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) del a?o 2010.
Una de las mujeres infectadas que se encuentra en el centro se llama Pan, tiene 34 a?os y est¨¢ sentada con las piernas cruzadas sobre su camilla, comiendo dulces y con la mirada perdida. Apenas puede hablar. Pan enferm¨® de sida cuando ten¨ªa 19 a?os despu¨¦s de mantener relaciones sexuales con su exnovio. Posteriormente, dio a luz a una ni?a con el virus VIH que muri¨® 11 meses despu¨¦s de nacer. ¡°Mis padres se divorciaron hace un tiempo y el nuevo marido de mi madre me trajo aqu¨ª. Nunca han venido a visitarme desde entonces¡±, asegura Pan.
En Tailandia hay? 440.000 enfermos de VIH en una poblaci¨®n de?67 millones
El enfermo m¨¢s joven de la c¨ªnica se llama Jec y tiene 18 a?os. Su familia descubri¨® sus primeros lunares cuando ten¨ªa tan solo cinco a?os y cuidaron de ¨¦l hasta que lo dejaron en el monasterio hace unos d¨ªas. ¡°Llevo aqu¨ª dos semanas y mi familia no ha venido a visitarme, pero estoy seguro de que vendr¨¢n la semana que viene¡±, explica a trav¨¦s de una mascarilla respiratoria. La lleva para no ser contagiado por la tuberculosis que padecen cuatro de los pacientes de la cl¨ªnica, separados del resto en una peque?a sala. Cuando el estado de salud mejora, los pacientes pueden quedarse en unas casetas habilitadas en el monasterio donde los monjes contin¨²an haci¨¦ndose cargo de ellos.
La mayor¨ªa de los familiares que llevan a las v¨ªctimas al monasterio no regresan nunca m¨¢s para visitarlos. Ni siquiera despu¨¦s de morir. ¡°Cuando llegan nuevos pacientes les hacemos rellenar un formulario y deben marcar con una cruz qu¨¦ hacer con sus cuerpos cuando mueran, las familias no vienen a recogerlos¡± explica Thong. Entre las opciones se encuentra la de momificar los cad¨¢veres para exponerlos en una sala a pocos metros de la cl¨ªnica una opci¨®n que tomaron las propias v¨ªctimas en vida para concienciar sobre el poder letal del VIH. En ella descansan 18 en el interior de una vitrina, entre ellos el de un travestido que ejerci¨® la prostituci¨®n y los de tres ni?os que murieron antes de cumplir los seis a?os. ¡°Cuando nosotros tenemos que decidir qu¨¦ hacer con los cuerpos, los incineramos¡± asegura Thong. En las vitrinas de la misma sala, tras la figura de un gran Buda de color negro, se acumulan unas bolsitas con las cenizas de los pacientes que no consiguieron vencer la enfermedad.
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