?rboles y plantas reconquistan el asfalto
En las grandes ciudades lo verde est¨¢ recuperando poco a poco el espacio que le pertenece a trav¨¦s de parques y espacios reciclados o protagonizando nuevos y espectaculares proyectos arquitect¨®nicos que mezclan cristal, acero y naturaleza
Imaginen una ciudad que, vista desde arriba, ofrece el colorido de un gigantesco mosaico verde. Un lugar donde los tejados albergan jardines que hacen la vida acogedora, donde la naturaleza no es la excepci¨®n en un mar de cemento ni algo reservado para excursiones de fin de semana, con los ni?os y la tartera. Ahora imaginen una ciudad vista desde abajo, donde los bosques surgen del asfalto y suben sin miedo hasta tocar el cielo. Imaginen, por qu¨¦ no, una gran urbe como Chicago enverdeciendo sus azoteas, un aeropuerto berlin¨¦s transformado en parque o una antigua v¨ªa de ferrocarril elevado convertida en el eje verde m¨¢s in de la Gran Manzana. ?Utop¨ªa ecologista o realidad?
Las torres del Bosco Verticale, de Stefano Boeri Architects, son un sue?o de sostenibilidad que busca compensar los alarmantes niveles de contaminaci¨®n en el centro de Mil¨¢n. Con 76 y 110 metros de altura, m¨¢s de 900 ¨¢rboles, 11.000 plantas y 5.000 arbustos que formar¨¢n su piel exterior, constituye un aut¨¦ntico ecosistema natural que servir¨¢ de aislante t¨¦rmico, ayudando a mantener los espacios interiores frescos en verano y c¨¢lidos en invierno, ahorrar¨¢ energ¨ªa, filtrar¨¢ el polvo de la ciudad y proteger¨¢ de la contaminaci¨®n ac¨²stica a sus habitantes. Adem¨¢s, absorber¨¢ di¨®xido de carbono y verter¨¢ ox¨ªgeno a la atm¨®sfera y a las viviendas pr¨®ximas.
La cobertura verde de cada torre equivale a 10.000 metros cuadrados de bosque. Es el primero de su clase, pero no ser¨¢ el ¨²nico en pretender combinar los crecientes desaf¨ªos del desarrollo urbano con la regeneraci¨®n del entorno natural: en Singapur, los 31 pisos de la Scotts Tower, de UNStudio, incluir¨¢n espacios recreativos como parques, restaurantes y piscinas, y estar¨¢n coronados por un jard¨ªn sostenible en su azotea.
En la ciudad china de Shenzhen, el estudio francobelga Vincent Callebaut Architects ha imaginado un conjunto de seis rascacielos ¨Cfarmscrapers¨C cuyas 111 plantas, dise?adas como burbujas transparentes, contendr¨ªan un jard¨ªn suspendido en el exterior y una mezcla de espacios residenciales, oficinas y ¨¢reas recreativas, completando un ecosistema con turbinas de viento, reciclaje de agua y paneles solares que, de momento, son solo un prototipo. Toda una gama de opciones para gozar de la naturaleza sin salir de casa, aunque sus elevados costes no los conviertan en una opci¨®n muy democr¨¢tica: el Bosco Verticale tiene un presupuesto total de 65 millones de euros, y ninguna de las viviendas de las Scotts Tower baja de los dos millones de d¨®lares ¡°antes del descuento¡± que la promotora anuncia en su web.
La OMS recomienda de 10 a 15 metros cuadrados de superficie verde por habitante
La revoluci¨®n verde, sin embargo, puede y debe estar al alcance de todos. En Manhattan, la ¨²ltima sensaci¨®n urban¨ªstica no ha sido un gigante de acero, sino el High Line, una antigua v¨ªa de tren que cerr¨® en 1980 y que reabri¨® en 2009 reconvertida en parque urbano, gracias al esfuerzo de la asociaci¨®n Amigos del High Line, donaciones privadas y la ayuda de las autoridades locales. Ubicado en el Lower West Side e inspirado en un proyecto similar en Par¨ªs, los tres tramos de este parque lineal cuya finalizaci¨®n est¨¢ prevista para oto?o de 2014 albergan 210 especies de plantas, atractivas vistas del r¨ªo Hudson y de la ciudad, puestos de comida y diversos proyectos art¨ªsticos que lo han convertido en un im¨¢n para turistas y residentes.
El High Line es, seg¨²n Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York cuando se puso en marcha el proyecto, ¡°un apreciado oasis vecinal, un claro generador de actividad econ¨®mica para toda la ciudad y un icono reconocido para proyectistas, dise?adores y l¨ªderes de todo el mundo¡±. No es, sin embargo, el ¨²nico espacio de la ciudad de los rascacielos que ha sido transformado para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos: el Hudson River Park y el Brooklyn Bridge Park eran dos viejos muelles que hoy viven su propio renacimiento verde.
Sin movernos de Estados Unidos, el estudio NBBJ ha dise?ado en el centro de Seattle el nuevo cuartel general de Amazon, un espectacular conjunto de tres esferas de cristal y acero que albergar¨¢n ¡°espacios flexibles de trabajo¡± y m¨¢s de 6.000 metros cuadrados de zonas verdes abiertas al p¨²blico, un parque para perros e incluso un carril bici. El complejo, que se completar¨¢ con tres edificios de oficinas de 38 plantas, ya ha comenzado a construirse y se espera que est¨¦ terminado en 2016. Son motivos suficientes para sentirse optimista en un pa¨ªs cuyas ciudades pierden, por otra parte, cuatro millones de ¨¢rboles al a?o.
Y los ejemplos contin¨²an en urbes como Madrid, donde el eje vertebrador que es Madrid R¨ªo ha recuperado zonas y unido barrios que antes apenas se relacionaban, o Berl¨ªn, con la apertura al p¨²blico del antiguo aeropuerto de la ciudad. Cerrado en 2008, Tempelhofer Park es hoy un inmenso parque que alberga seis kil¨®metros para correr, montar en bici o en patines y varias zonas de picnic.
En nombre del progreso, las ciudades se han desarrollado relegando los espacios verdes a algo casi anecd¨®tico. Y sin embargo, Enric Pol, psic¨®logo ambiental de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, se?ala: ¡°Ese parque que tenemos a cinco o diez minutos de casa, al que vamos con los ni?os, es de vital importancia para mantener el tejido social, para relacionarse de una manera espont¨¢nea con los dem¨¢s. Uno de los problemas de la sociedad es que hemos ido reduciendo nuestras interacciones no previstas y las hemos limitado alrededor del ¨²nico n¨²cleo que nos concentra: el trabajo¡±.
Pero afortunadamente el progreso empieza a entenderse de una manera muy diferente. R¨ªo de Janeiro acaba de demoler una autopista a¨¦rea para devolver esa zona a los ciudadanos, San Francisco hizo lo propio con una doble v¨ªa costera que qued¨® da?ada por el terremoto de 1989 y la ciudad de Se¨²l construy¨® en 2003 el parque Cheonggyecheon, antes autopista.
La naturaleza gana
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud recomienda de 10 a 15 metros cuadrados de superficies verdes por habitante, pero estamos a¨²n muy lejos de ese objetivo. Para Ismael Caballero, ingeniero civil especializado en arquitectura bioclim¨¢tica, ¡°los arquitectos urbanistas dan m¨¢s valor a concentrar el mayor n¨²mero de personas e integrar el m¨¢ximo posible de comercios para generar riqueza econ¨®mica, aunque esto haga crecer las enfermedades y perder calidad de vida¡±.
La naturaleza va poco a poco recobrando los espacios que le pertenecen, en forma de nuevos parques, de espacios reciclados y coronando los propios edificios, como en los llamados techos verdes, que hoy representan el 10% de los tejados en Alemania y generan beneficios muy similares al de rascacielos ecol¨®gicos como el Bosco Verticale de Mil¨¢n. En Estados Unidos, el Ayuntamiento de Chicago y la Academia de las Ciencias de California ya los han incorporado a sus instalaciones y en M¨¦xico DF la azotea del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) consta de 5.000 metros cuadrados e incluye hasta un espacio para practicar yoga. En Europa, la Federaci¨®n de Asociaciones de Techos Verdes (EFB) promueve el uso de tejados y fachadas verdes en sus pa¨ªses miembros (Alemania, Italia, Austria, Hungr¨ªa, Holanda, Suiza, Suecia, Noruega, B¨¦lgica, Polonia, Rep¨²blica Checa y Reino Unido). La ciudad austriaca de Linz subvenciona a los constructores que los instalen.
Aunque cortos, vamos dando pasos en esta direcci¨®n. Pero hay que hacer m¨¢s. Los espacios verdes act¨²an de filtro contra la contaminaci¨®n, regulan el intercambio de aire, calor y humedad, y reducen la tensi¨®n y la fatiga, entre otros aspectos. ¡°Se ha demostrado que las personas que trabajan en oficinas cuyas ventanas dan a jardines o parques con vegetaci¨®n abundante tienen un 73% menos de depresi¨®n¡±, sostiene Caballero. ?El futuro? Nada es descartable, puede que incluso veamos parques subterr¨¢neos como el Low Line en Manhattan, un innovador proyecto de Dan Barasch y James Ramsey para una estaci¨®n de troleb¨²s abandonada hace 60 a?os a la que llegar¨ªa la luz solar a trav¨¦s de fibra ¨®ptica. Aunque a¨²n busca financiaci¨®n, su objetivo es convertirse en realidad en 2018.
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