Leonor: ni?a y princesa
Responsable y observadora. Criada sin sirvientes. La historia de una ni?a diferente, una princesa sin plan preestablecido
Para saber c¨®mo es Leonor basta con mirar a Felipe VI. ¡°Es como su padre, hasta en su expresi¨®n so?adora¡±. Es la mejor definici¨®n de la princesa de Asturias. Seg¨²n su c¨ªrculo ¨ªntimo, ¡°son iguales: qu¨ªmicamente buenos, cari?osos y tan sensatos que a veces dan ganas de sacudirles y decirles algo¡ Son sensatos, pero no tienen miedo a nada. No son apocados, no va por ah¨ª la cosa. Es una mezcla extra?a, pero que a Felipe y a Leonor les funciona. Son idealistas, se entusiasman con las cosas, sienten curiosidad, les fascinan los nuevos proyectos, miran hacia delante y, al tiempo, tienen un punto muy reflexivo, nada impulsivo. Son serenos y valientes. ?C¨®mo habr¨ªa logrado casarse Felipe con una plebeya divorciada si no fuera un tipo que sabe lo que quiere y est¨¢ dispuesto a correr riesgos? Felipe y Leonor son tranquilos, pero cuando quieren algo en serio, entra en juego una mente de estrategas incansables. Deben ser los genes de una familia, los Borbones, que lleva siglos actuando en pol¨ªtica. Y en eso el padre y la hija son iguales¡±.
De cerca, don Felipe es tranquilo, atento, sentimental, prudente, moderado, tiende al equilibrio y, desde el colegio, es al¨¦rgico a la pelea (aunque era vehemente cuando se trataba de defender sus principios); adicto al consenso, aficionado al trabajo en equipo (siempre que no sea un deporte de bal¨®n, para los que siempre ha sido negado), discreto, equilibrado, poco amigo de sobresalir y, sobre todo, un profesional de observar antes de actuar; de disponer de todas las piezas del puzle para contar con una visi¨®n completa del asunto antes de tomar una decisi¨®n. Rara vez se tira a la piscina sin sopesar todas las variables; si no se ha empapado con un amplio dossier y consultado al ministerio correspondiente, a su m¨ªnimo equipo, a su mujer y a la almohada. Y adem¨¢s le queda la Constituci¨®n como salvavidas. Ahora m¨¢s que nunca, porque sus funciones est¨¢n perfectamente reguladas por la Carta Magna despu¨¦s de trabajar 28 a?os sin red. En especial, la misi¨®n que se describe en este p¨¢rrafo tan flexible del art¨ªculo 56: ¡°El Rey arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones¡±. En ese sentido, explican que Leonor es una ¡°mediadora por naturaleza¡±, dispuesta a poner paz y concordia en las grescas escolares. Aficionada a buscar argumentos que reconcilien a las partes. Es imaginativa y trata de buscar un punto intermedio en las cosas. Una persona cercana describe esa capacidad innata de la princesa de Asturias: ¡°Les ha salido muy responsable; el matrimonio bromea a menudo con esa cualidad de Leonor: ¡®Parece que sab¨ªa d¨®nde iba a nacer¡¯, dicen sus padres entre risas¡±.
El nuevo Rey se toma su tiempo. Su hija Leonor, tambi¨¦n. A la ni?a-princesa le encanta parar, mirar y pensar antes de tomar una decisi¨®n. Igual que ¨¦l. Felipe no habla mal de nadie. Leonor tampoco. El Rey escanea a los que tiene delante con sus ojos menudos y azules como el hielo, los pu?os cerrados y la mand¨ªbula contra¨ªda antes de abrir la boca. Su altura facilita el ojeo. No se le escapa nada ni nadie. Leonor est¨¢ aprendiendo a marchas forzadas. Entre otras cosas, a ver m¨¢s all¨¢ de la primera impresi¨®n que le produce una persona. Felipe VI es desde ni?o un fino olfateador y detector de aduladores y entrometidos, que nunca desnud¨® en p¨²blico la intimidad de La Zarzuela, ni ante sus m¨¢s directos allegados, ni siquiera de peque?o. La Zarzuela era fortaleza de una singular familia con un oficio que ninguna otra ten¨ªa en Espa?a y que se concretaba en que uno de ellos ostentaba por herencia la Jefatura del Estado. Un castillo decorado con el aire apacible de la clase pudiente madrile?a donde parec¨ªa que nunca nada malo pod¨ªa pasar. All¨ª no entraba nadie. Ni los ayudantes, ni los ministros. No existe ninguna imagen de los momentos m¨¢s ¨ªntimos de la familia Borb¨®n. La fidelidad de su entorno (mayoritariamente militar) ha sido absoluta. La Zarzuela ha sido un hogar. Y lo sigue siendo. Al contrario de lo que hac¨ªa Franco, que habitaba en una especie de casa-cuartel, se alimentaba del mismo rancho de la tropa y com¨ªa en completo mutismo con su mujer, su hija, su primo, su cu?ado y sus ayudantes de riguroso uniforme en un comedor espacioso y ornamentado como un pante¨®n por el que pululaba (y cotilleaba) el extenso servicio de librea.
Leonor est¨¢ siendo educada por sus padres en la adquisici¨®n de ese sexto sentido regio que consiste en calar a los interesados o a los que pretendan aventar la vida de su hogar. Ese peque?o n¨²cleo de intimidad y normalidad familiar ser¨¢ el tesoro de su vida. As¨ª lo dise?¨® y decidi¨® su abuelo Juan Carlos (ella le llama ¡°abuelito¡±) el d¨ªa que rechaz¨® habitar el grandioso y monumental palacio de Oriente, en noviembre de 1975, tras la muerte del general Franco, y seguir en el discreto palacete de la Zarzuela, un hogar que hab¨ªan creado desde cero y hecho suyo ¨¦l y la reina Sof¨ªa cuando a¨²n no eran nada en este pa¨ªs: un pr¨ªncipe sin posibles y de aire ausente y una princesa extranjera; cuando su futuro era incierto. A finales de los sesenta, durante la realizaci¨®n de unas obras en el inmueble de La Zarzuela, do?a Sof¨ªa pregunt¨® con (aparente) candidez a su marido: ¡°?Crees que cuando terminen los obreros a¨²n seguiremos en Espa?a?¡±. Era el hogar que ambos hab¨ªan construido.
El nuevo Rey se toma su tiempo antes de tomar una decisi¨®n. Leonor tambi¨¦n
El rey Juan Carlos se lo aclar¨® en 1992 al escritor y arist¨®crata Jos¨¦ Luis de Vilallonga: ¡°Nunca pens¨¦ en instalarme en Oriente porque desde 1960 vivo aqu¨ª, en La Zarzuela, una casa que a do?a Sof¨ªa y a m¨ª nos gusta mucho, lejos de la ciudad, del ruido, de la contaminaci¨®n y¡ de las visitas inoportunas. La profesi¨®n de rey es agotadora. De vez en cuando hay que poder olvidarla. La Zarzuela es un verdadero hogar. Aqu¨ª estamos entre nosotros. En habitaciones de dimensiones normales. Cuando nos encontramos todos juntos tenemos la ilusi¨®n de ser una familia como cualquier otra¡±. Don Felipe convirti¨® ese consejo en su primer mandamiento.
Hoy,la nueva pareja real lucha a brazo partido por ser, de puertas adentro, una familia normal; m¨¢s normal de lo que nadie podr¨ªa imaginar. En sus ritos diarios y en la forma de relacionarse entre ellos. Cimentada en el amor y en las obligaciones. A ratos lo consiguen. ¡°Los cuatro hacen planes continuamente. Van al cine, al teatro, a espect¨¢culos, a conciertos, al parque a jugar con los columpios. Lo normal en una pareja con hijos peque?os. No van al Retiro a las doce de la ma?ana un domingo, pero saben que hay m¨¢s parques, m¨¢s horas, m¨¢s d¨ªas. Y que ¨¦sa es su vida, y se adaptan¡±.
La familia, el destino com¨²n, es la clave del proyecto de vida de los nuevos reyes. Don Felipe lo dej¨® claro el d¨ªa de su enlace con do?a Letizia, aquella ma?ana torrencial del 22 de mayo de 2004; en realidad, dej¨® claro dos cosas. La primera pod¨ªa parecer obvia el d¨ªa de su boda; pero en la mente estrat¨¦gica de don Felipe era un aviso a navegantes: ¡°No puedo ni quiero esconderlo, imagino que salta a la vista: soy un hombre feliz. Y tengo la certeza de que esta condici¨®n me la da sentir la emoci¨®n de ver y protagonizar la realizaci¨®n de un deseo: me he casado con la mujer que amo¡±. Y la segunda, una declaraci¨®n de independencia, de defensa numantina de su territorio: ¡°Aspiramos a fundar una familia. Y queremos alcanzar el necesario equilibrio entre lo p¨²blico y lo privado, entre las obligaciones ¨Cque lo son de por vida¨C y la leg¨ªtima y necesaria vida familiar; sabiendo que nuestro trabajo requiere una serenidad, una dedicaci¨®n, una constancia y una mesura tales que permitan hilar el tiempo pol¨ªtico con el tiempo humano¡±. El que avisa no es traidor. La puerta de su hogar ser¨ªa infranqueable. Lo ha sido durante estos 10 a?os; lo seguir¨¢ siendo tras su ascenso al trono.
Leonor est¨¢ siendo educada como una ni?a normal, sin tutores ni un plan especial
All¨ª, en ese rinc¨®n perdido en las 16.000 hect¨¢reas del monte del Pardo (50 veces el tama?o del Central Park neoyorquino), donde 4.000 gamos, 3.600 ciervos y 500 jabal¨ªes pacen entre encinas y alcornoques, rodeado por una tapia hist¨®rica de ladrillo de 80 kil¨®metros de per¨ªmetro, la heredera al trono siempre ser¨¢ ¡°Leonor¡±; a secas; sin tratamiento; sin que nadie le hable en tercera persona ni se incline a su paso; la hija de Felipe y Letizia; ¨¦l, descendiente de una estirpe de cinco siglos de monarcas europeos; ella, una periodista asturiana de clase media que a veces recuerda con a?oranza la profesi¨®n a la que renunci¨® por amor: aquel viaje a Bagdad o aquella noche de perros a bordo de un pesquero en Galicia; hermana de Sof¨ªa, arrolladora y perspicaz, un torbellino, el reverso de la moneda de la heredera; acreedora de los genes de do?a Letizia, una mujer apasionada, espont¨¢nea y humana; esa disparidad de caracteres, esa diferencia de estilos, que ha funcionado en el t¨¢ndem de la pareja de Felipe y Letizia durante un decenio ha logrado lo propio entre Leonor y Sof¨ªa, dos hermanas que, seg¨²n su entorno, ¡°son distintas, pero se complementan, ayudan y adoran, y no conciben los juegos y las obligaciones la una sin la otra. A la hora del estudio es horrible, no paran de enredar. No s¨¦ si por ser tan seguidas o por ser chicas las dos hablan, juegan much¨ªsimo, inventan, se disfrazan, montan unos l¨ªos en casa tremendos¡¡±.
Bisnieta de un pr¨ªncipe en el exilio que se enfrent¨® al dictador (don Juan de Borb¨®n) y de un taxista (Francisco Rocasolano); nacida en Madrid el 31 de octubre de 2005. Su padre, don Felipe, describi¨® aquella madrugada su estado de ¨¢nimo de padre primerizo de esta forma: ¡°Es lo m¨¢s bonito que le puede ocurrir a alguien en la vida¡±. No sab¨ªa si re¨ªr o llorar. Hoy es un padre loco con sus hijas, incluso a¨²n m¨¢s reticente que la propia reina Letizia a la hora de exponer a Sof¨ªa y Leonor ante el objetivo de los medios de comunicaci¨®n y ante la lupa de la opini¨®n p¨²blica. ¡°Son unas ni?as muy peque?as, de ocho y siete a?os; a sus padres les da cosa, les da penita¡ son conscientes de d¨®nde han nacido, y cu¨¢les ser¨¢n sus obligaciones, pero quieren que est¨¦n tranquilas, sean felices, todo vaya paso a paso; que no sean el foco de atenci¨®n, que se puedan desarrollar como personas, y eso le pasar¨ªa a cualquier padre. Son reyes, pero son personas. No es secretismo, es ser padre y querer lo mejor para tus hijos. Las ni?as saben perfectamente lo que son y el papel que les corresponder¨¢. Se lo han ido contando con normalidad y de acuerdo a sus edades¡±. Otra fuente directa atribuye esta frase a do?a Letizia que resume su pasi¨®n por Leonor y Sof¨ªa: ¡°Amo profundamente a estos dos seres como cualquier madre del planeta. Cada d¨ªa las miro y me quedo embobada por el hecho de que sean mis hijas¡±. Otra fuente del entorno, con la condici¨®n del anonimato, responde a asuntos m¨¢s institucionales en relaci¨®n con el futuro de Leonor, princesa de Asturias.
¨C?Ya se han establecido planes educativos para la Princesa?
El nombre de Leonor lo escogieron sin ning¨²n condicionante. les gustaba
¨CNo, no est¨¢ planeado nada. Nada de nada. Su etapa escolar se acaba pr¨¢cticamente de iniciar [Leonor termina este mes tercero de Primaria] y a¨²n le queda bastante camino por recorrer como para pensar si lo mejor es replicar el modelo de su padre o no. Nada est¨¢ escrito y el tiempo y las circunstancias ser¨¢n los que dibujen lo que se vaya a hacer. No hay un plan preconcebido. Ser¨ªa l¨®gico pensar en una formaci¨®n militar, porque Leonor ser¨¢ constitucionalmente mando supremo de las Fuerzas Armadas y general de cinco estrellas [ya hay 1.175 mujeres oficiales en los tres ej¨¦rcitos], pero quedan muchos a?os por delante.
¨C?Tiene tutores Leonor? ?Recibe una educaci¨®n especial?
¨CEn el colegio, Leonor est¨¢ educ¨¢ndose como una ni?a m¨¢s. No tiene tutor ni lo ha tenido en los seis a?os que lleva all¨ª. Es muy pronto para decidir qu¨¦ estudiar¨¢. Seguro que ir¨¢ a la universidad, y cuando ella y su hermana sean adolescentes seguir¨¢n teniendo una educaci¨®n lo m¨¢s normalizada posible y vivir¨¢n como chicas normales (dentro de sus posibilidades), pero el tiempo y las circunstancias decidir¨¢n qu¨¦ carrera estudia Leonor. Es buena estudiante y no hay tendencias claras de si tirar¨¢ por ciencias o por letras. De momento, le encanta el c¨¢lculo y lee mucho. Es una buena deportista y en el colegio practica de todo, baloncesto, v¨®ley, f¨²tbol, p¨¢del¡ Y le encanta montar en bici por La Zarzuela, el esqu¨ª y andar con sus padres por la naturaleza. Hace lo que hace una ni?a de ocho a?os.
¨C?Habla ingl¨¦s?
¨CLas dos son biling¨¹es, y adem¨¢s sus padres son conscientes de que hay cuatro lenguas cooficiales en el Estado y su acercamiento al catal¨¢n, gallego y euskera es un hecho mediante canciones o pel¨ªculas en esos idiomas. Puede que cuando sea mayor pase alg¨²n tiempo en el extranjero, como hizo su padre en COU [Canad¨¢] y durante su m¨¢ster en Relaciones Internacionales [Washington].
Leonor estar¨¢ llamada un d¨ªa a reinar. En octubre cumplir¨¢ nueve a?os. Va siendo consciente de ese destino, ¡°de una forma natural y bonita, con la ventaja de que las dos han nacido en este mundo y no les causa sorpresa. Desde el d¨ªa de la abdicaci¨®n, ella y su hermana supieron que su abuelo hab¨ªa dejado de ser Rey y que su padre lo ser¨ªa en breve. Y desde ese momento estaban deseando ir al Congreso a ver c¨®mo su padre iba a ser proclamado Rey. Estaban emocionadas. Est¨¢n en ese momento en que quieren saber todo, que tienen curiosidad por todo, que les hace ilusi¨®n todo¡±. Su padre les va explicando d¨®nde han nacido y cu¨¢l ser¨¢ su funci¨®n. Con normalidad. Con cari?o. Sin libro de instrucciones. Su propia experiencia no siempre servir¨¢. Han pasado tres d¨¦cadas. Lo que el nuevo Rey s¨ª quiere es que su hija est¨¦ a su lado en los momentos cruciales de su reinado, como ¨¦l lo estuvo toda la noche junto a su padre durante el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, hasta caer derrotado en un sill¨®n. Y tambi¨¦n que est¨¦ en contacto con sus abuelos; cuatro abuelos que siguen trabajando cada uno en lo suyo y tienen mucho que aportar. Fuentes cercanas a la familia confirman que con el abuelo paterno, don Juan Carlos, tienen las dos una relaci¨®n entra?able y le sol¨ªan ver una vez a la semana, ¡°porque hasta ahora no ha sido un abuelo jubilado. Hoy d¨ªa, los cuatro abuelos trabajan a tope, y eso es bueno para las ni?as, porque les ven activos y en forma¡±.
Una de las obligaciones de los nuevos Reyes es ense?ar a su primog¨¦nita que el camino no ser¨¢ f¨¢cil. Nunca ser¨¢ libre. Jam¨¢s podr¨¢ elegir su camino. Ya est¨¢ trazado. Ha nacido para servir. Su trabajo ser¨¢ un servicio p¨²blico sin horarios, intentando ser ¨²til a la naci¨®n y sus ciudadanos. Gestos intangibles; utilidad, solidaridad, austeridad, ejemplo, di¨¢logo, concordia, una conducta intachable, un impulso hacia la innovaci¨®n y la modernidad; la importancia de los principios; unir m¨¢s que separar. Ese es el c¨²mulo de valores que don Felipe quiere transmitir a su hija. Son los suyos; su hoja de ruta como hombre y como monarca. Su heredera deber¨¢ formarse durante toda la vida para cuando llegue su momento. Lo mismo que ha hecho su padre desde la pila bautismal, hace 46 a?os. Y tambi¨¦n su madre, do?a Letizia, sin un guion previo, sin la carga gen¨¦tica del oficio, durante un largu¨ªsimo decenio sin meter la pata.
Esta ni?a se sentir¨¢ sola muchas veces. Va en el cargo. Como un d¨ªa confes¨® su abuelo, don Juan Carlos, a Jos¨¦ Luis de Vilallonga: ¡°La soledad comienza con el silencio que es necesario saber guardar. He pasado a?os sabiendo que cada una de las palabras que yo pronunciaba iba a ser repetida en las altas esferas, despu¨¦s de haber sido analizada e interpretada seg¨²n sus conveniencias por gente que no siempre deseaba mi bien.
Pero el silencio tambi¨¦n puede ser peligroso. Atiza los malentendidos. Ah¨ª est¨¢ el refr¨¢n: ¡®Quien calla, otorga¡±.
En ese hogar grande, construido sobre un promontorio a un kil¨®metro del palacio de la Zarzuela, de un aspecto exterior un poco relamido, las luces se encienden antes de las siete de la ma?ana. Do?a Letizia es la primera en trajinar por la casa. Tambi¨¦n la primera en caer rendida por la noche. A las 7.15 toda la familia est¨¢ en danza. Despu¨¦s llega el desayuno de los cuatro miembros ¡°con tranquilidad¡±. Los Borb¨®n-Ortiz son de desayunos completos y calmados, no les van las prisas. Les gusta disfrutar ese momento. Los Reyes hablan mucho con sus hijas; hablan de todo, sin tapujos, el di¨¢logo forma parte de su modelo de educaci¨®n desde los primeros a?os de las ni?as. Abundan en la mesa comentarios como ¡°si¨¦ntate bien¡± o ¡°no hables con la boca llena¡±. ¡°Do?a Letizia es una experta en nutrici¨®n, a la que le interesa el procedimiento diet¨¦tico y cient¨ªfico de la cocina, un asunto al que se ha dedicado activamente a trav¨¦s de su colaboraci¨®n con la Organizaci¨®n Mundial de la Salud y la FAO, a cuyas reuniones de trabajo asiste en Ginebra¡±, explica una fuente de su entorno. ¡°Ha guisado desde ni?a, y su padre, Jes¨²s Ortiz, es un grand¨ªsimo cocinero. A Letizia le encantaba de ni?a ir al mercado, sobre todo a las pescader¨ªas, y observar, comprar y elaborar en casa. Lo sigue haciendo. Ha transmitido a toda la familia su gusto por los alimentos no elaborados, legumbres, verduras, granos, semillas. Les hace comer sano. Tambi¨¦n cenan los cuatro juntos, a no ser que haya una ceremonia nocturna de gala. No son muchas. Do?a Letizia intenta pasar toda la tarde con las ni?as. Ellas est¨¢n creciendo como crecen las ni?as en una familia donde un padre y una madre trabajan. Do?a Letizia se organiza sus tareas para estar en la medida m¨¢s amplia de lo posible con ellas. Tiene la ventaja de que unas veces trabaja diez horas y otras cuatro. Se organiza como cualquier madre trabajadora. Y si no, ah¨ª est¨¢ don Felipe, su padre¡±. Le preguntamos a esa misma fuente si la madre de do?a Letizia se instala en el hogar de la Zarzuela cuando los ya Reyes se ausentan por viajes oficiales. Esta es la respuesta: ¡°Es trola eso de que su madre vive en la casa para ayudar cuando no est¨¢n. A veces echa una mano, como cualquier madre ayuda a su hija que trabaja. Otras, y s¨®lo cuando do?a Letizia no est¨¢, una persona de confianza est¨¢ en casa para que las ni?as no est¨¦n solas. Pero do?a Letizia intenta por todos los medios ser ella la que est¨¢ a su lado¡±.
A las nueve de la ma?ana, uno de los dos, a veces los dos, conduce a Leonor y Sof¨ªa en un todoterreno Lexus (respetuoso con el medio ambiente) hasta el colegio Nuestra Se?ora de los Rosales. Tardan 15 minutos. Est¨¢ situado en la pr¨®spera zona oeste de la capital. Es un centro privado, discreto, sin grandes instalaciones, mixto, laico y de uniforme, por el que los Reyes pagan una mensualidad de 700 euros por cada una de sus hijas. Un precio est¨¢ndar entre los centros privados de la zona. Quiz¨¢ do?a Letizia hubiera preferido un centro p¨²blico, como en los que ella curso sus estudios, pero ambos saben que ser¨ªa complicado por temas de seguridad. Es el mismo centro en el que ingres¨® don Felipe en septiembre de 1972, donde realiz¨® todos sus estudios menos el preuniversitario (que llev¨® a cabo en Canad¨¢) y donde, recuerda, pas¨® ¡°los mejores a?os de mi vida¡±. El Rosales, fundado en 1951, era uno de los colegios de la grandes familias madrile?as. Tibio en materia religiosa, discreto en las asignaturas cient¨ªficas, potente en las human¨ªsticas y con una fuerte vocaci¨®n de apoyo a cada alumno. Aqu¨ª lleg¨® Leonor con tres a?os acompa?a da por un discreto dispositivo de seguridad al frente del cual est¨¢ (como en todo lo relacionado con la seguridad inmediata de los cuatro miembros de la familia) el teniente coronel de la Guardia Civil Miguel Herr¨¢iz, que ha hecho toda su carrera profesional junto a don Felipe. A partir de ese momento, al parecer, el colegio cambi¨® poco, tal vez se hizo m¨¢s herm¨¦tico, con puertas m¨¢s s¨®lidas y un muro un par de palmos m¨¢s alto. Poco m¨¢s. Hoy, a diario, nadie parece darse cuenta de la presencia de la heredera al trono.
Para el entorno familiar de la nueva princesa de Asturias, ¡°la situaci¨®n en el ¨¢mbito escolar est¨¢ completamente normalizada. Leonor ya lleva seis a?os en el colegio y la seguridad que la acompa?a forma parte del paisaje del Rosales. Los escoltas est¨¢n ah¨ª, pero no se ven. Los profesores y el personal administrativo y de servicios del colegio tienen completamente asimilado el asunto de los guardias civiles de paisano, que se han convertido en unos miembros m¨¢s de la comunidad escolar¡±.
¨CY los padres de los alumnos, ?qu¨¦ opinan?
¨CPara ellos tambi¨¦n la situaci¨®n est¨¢ normalizada. No es cierto que don Felipe y do?a Letizia hayan exigido que no haya tel¨¦fonos m¨®viles en el interior del Rosales. Es otra de las trolas. Todos los colegios de Espa?a restringen el uso de tel¨¦fonos a los chavales. Es l¨®gico, imag¨ªnese un chaval de 15 a?os con el WhatsApp en mitad de un examen de matem¨¢ticas. Todo es m¨¢s normal de lo que muchos pueden imaginar. Empezando por el propio nombre de Leonor, que se eligi¨® sin el m¨ªnimo condicionamiento hist¨®rico. Simplemente les gust¨® a los dos. El nombre de Leonor no tiene ning¨²n otro significado. Y as¨ª en todo. Ni Leonor ni Sof¨ªa tienen trato ni tratamiento diferenciado en el colegio, ni tutor especial, ni nada de nada. Leonor se lo curra como todos sus compa?eros, y ah¨ª est¨¢n los ex¨¢menes. Los padres no son nada protectores con ellas; les gusta darles independencia, favorecer su autoestima, que sepan resolver los peque?os conflictos diarios, que se saquen las casta?as del fuego en su peque?o mundo, que sean disciplinadas y ordenadas porque es su obligaci¨®n. Est¨¢n muy preocupados por su presencia p¨²blica, pero en su vida diaria piensan que hay que darles margen y que puedan aprender de sus equivocaciones.
¨C?Tiene tel¨¦fono m¨®vil?
¨CNo. Y sus padres le est¨¢n dando vueltas a qu¨¦ edad se lo comprar¨¢n. A do?a Letizia le horroriza eso de un ni?o de 10 a?os con un supertel¨¦fono. Y tampoco tienen (y su madre dice tajante que nunca tendr¨¢n) televisi¨®n cada una en su cuarto. Ambas ven muy poco la tele, tienen poco tiempo. En esos aspectos, Felipe y Letizia son muy restrictivos y estrictos. Son anticaprichos y est¨¢n en contra de satisfacer las peque?as necesidades que se les plantean con inmediatez. La madre piensa que no hay nada peor que un ni?o malcriado en la abundancia, el capricho, la ausencia de referencias. Le gusta achucharlas, pero luego no les pasa ni una en temas de disciplina. Es muy exigente con ellas. Es m¨¢s estricta que ¨¦l.
Desde el entorno de don Felipe y do?a Letizia se insiste en que la heredera y su hermana no viven en una burbuja; no son extra?os seres de sangre azul habitando una c¨¢psula as¨¦ptica y cortesana entre reverencias, escoltas, apellidos ilustres, ciervos y encinas. ¡°Leonor empatiza f¨¢cilmente y siente el dolor ajeno de una forma muy directa¡±, explican. Seg¨²n esas mismas fuentes Felipe, Letizia y sus hijas ¡°han estado en sitios y han visto y vivido situaciones que no quieren que se sepan y que a las ni?as les han ense?ado mucho. Leonor no vive en el pa¨ªs de las maravillas. Pregunta, registra, procesa, sabe. No est¨¢ en un guindo. Est¨¢ viva¡±.
s¨ª lo demostraron ella y su hermana Sof¨ªa el pasado d¨ªa 2 de mayo, cuando presidieron, por primera vez junto a sus padres, un acto institucional, pero con un claro cariz familiar. Una ocasi¨®n perfecta para debutar. Era la celebraci¨®n de las bodas de plata de la 41? promoci¨®n de la Academia General del Aire (en San Javier, Murcia), a la que pertenece don Felipe, que aprendi¨® a pilotar en esa escuela en el curso 1987-1988. Una celebraci¨®n entra?able para los oficiales de los tres ej¨¦rcitos y donde participan sus familias e hijos en un ambiente muy relajado. Las hermanas Borb¨®n-Ortiz aprobaron con nota en su primer gran acto esc¨¦nico inclinando la cabeza como ordena el ceremonial ante la bandera. Un gesto que se hab¨ªan preparado a conciencia en casa. Seg¨²n una fuente, ¡°lo de Murcia no fue nada premeditado ni alevoso con el objetivo de presentarlas en p¨²blico. A ese tipo de celebraciones los militares llevan a sus familias, y Felipe y Letizia no lo hab¨ªan hecho antes simplemente porque las ni?as eran muy peque?as. Se lo pasaron de miedo y lo vivieron todo con una mezcla de felicidad y emoci¨®n. Su padre estaba radiante ense?¨¢ndoles (como estaban haciendo el resto de padres con sus hijos) los barracones en los que durmi¨® de joven, el comedor, la sala de estudio, los aviones que pilot¨®. Y luego les encant¨® la exhibici¨®n a¨¦rea de la Patrulla ?guila. Todo sali¨® perfecto. Ese es un modelo a seguir¡±.
Una banda sonora del hogar de los Borb¨®n-Rocasolano cuando cae la tarde es algo as¨ª como: ¡°Mami, tenemos que terminar el trabajo de reciclaje para el cole; mami, el disfraz de la funci¨®n; mami, el PowerPoint del rombo; mami, los zapatos me hacen da?o; ordena tu mesa, mi vida; ?has hecho las fichas? Ma?ana tengo que salir a comprar camisetas interiores. Mami, mira qu¨¦ esquema tan chulo para estudiar las autonom¨ªas. ?Ni?as, a la ducha!¡±.
La ¨²ltima escena de la jornada, con las luces de Madrid recort¨¢ndose en los ventanales de La Zarzuela, es la sesi¨®n de mimos y cuentos. Son obligatorios. Letizia lee textos infantiles con su perfecta dicci¨®n de antigua periodista televisiva y pone voces a cada uno de los personajes con aire teatral. Las ni?as se parten. Su padre prefiere leerles algo m¨¢s sosegado en ingl¨¦s. Despu¨¦s apagan la luz. Mientras salen de su cuarto, quiz¨¢ la pareja real piense un momento c¨®mo ser¨¢ la vida de su hija primog¨¦nita; de esa ni?a que tal vez un d¨ªa ser¨¢ reina.
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