Alberto Aza: El hombre que estuvo all¨ª
El que fuera jefe de la Casa del Rey advierte que Felipe VI ¡°deber¨¢ ganarse el sueldo todos los d¨ªas y no cometer errores¡±
Alberto Aza Arias (Tetu¨¢n, 1937), diplom¨¢tico de carrera, ha paseado su estampa de hidalgo campechano por los despachos de la pol¨ªtica espa?ola y las canciller¨ªas de Europa y Am¨¦rica. Fue jefe de Gabinete del fallecido presidente Adolfo Su¨¢rez, embajador en M¨¦xico y Londres, y director de la Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica. Con ese bagaje aterriz¨® en 2002 en La Zarzuela para hacerse cargo de la Casa de Su Majestad el Rey, donde permaneci¨® hasta 2011. Una etapa crucial para la Monarqu¨ªa ¨Csacudida al final de ese periodo por las turbulencias del ¡®caso N¨®os¡¯¨C. Casado con una catalana, padre de seis hijos y con doce nietos, Aza es actualmente miembro del Consejo de Estado. La entrevista se realiza en el despacho que ocupa en la imponente sede del Consejo, antiguo palacio del Duque de Uceda.
Ha sido jefe de Gabinete con Su¨¢rez y jefe de la Casa de Su Majestad el Rey casi una d¨¦cada. Es curioso que los dos abandonaran un poco abruptamente sus responsabilidades oficiales. Pues no hab¨ªa ca¨ªdo. En todo caso, yo no tengo la culpa, je, je. Los escenarios son totalmente distintos. Su¨¢rez se fue por una cuesti¨®n de partido. Lo otro es una decisi¨®n tomada con entera libertad, sin ning¨²n condicionamiento, tras un proceso de reflexi¨®n. En el aparato del Estado nadie planteaba la necesidad del relevo.
Pero es obvio que el Rey se ha ido en un momento de declive de su popularidad. No soy de los que piensan que el Rey tom¨® esa decisi¨®n por falta de popularidad. Porque tiene los recursos y los resortes necesarios para remontar. Yo creo que lo que hay es un d¨¦ficit de popularidad de las instituciones. La impopularidad de un Gobierno se presenta con celeridad, sube y baja, es vol¨¢til, y esas oscilaciones arrastran tambi¨¦n a la Monarqu¨ªa. Se podr¨ªan mirar las series de encuestas y ver c¨®mo, cuando hay un constante descenso de popularidad del Gobierno, tambi¨¦n cae la popularidad de la Corona y viceversa. Tiene una relaci¨®n directa.
?De verdad se identifica tanto a la Corona con el Gobierno? S¨ª, porque yo creo que en Espa?a no hemos asimilado todav¨ªa lo que debe ser una Monarqu¨ªa parlamentaria. Esta Monarqu¨ªa viene del franquismo, pero se desprende de las competencias del Estado totalitario dej¨¢ndolas en manos de otras instituciones, fundamentalmente del Ejecutivo. La Jefatura del Estado queda con dos atribuciones, arbitrar y equilibrar. Pero hay el reflejo condicionado de creer que el Monarca o la Corona deben resolver los problemas que no pueden ser resueltos por otras instituciones competentes y responsables de su resoluci¨®n. Por ejemplo, en la guerra de Irak hubo diversas apelaciones al Rey para que tomara las riendas del asunto, y unos le ped¨ªan que fuera en la l¨ªnea del Gobierno y otros en la contraria.
Ha habido quiz¨¢ una adoraci¨®n cortesana a don Juan Carlos y luego se ha producido un desmoronamiento completo de su imagen, con el ¡®caso N¨®os¡¯ y la famosa cacer¨ªa en Botsuana. No. Ni adoraci¨®n, ni cortesana. Hubo aprecio. Pero es que nuestra Monarqu¨ªa era un caso excepcional en Europa, porque el Rey ten¨ªa que salir todos los d¨ªas a ganarse el sueldo, es decir, la aprobaci¨®n. No era un Monarca pasivo, sino enormemente activo y con un lenguaje caracter¨ªstico institucionalmente hablando que es la presencia y la palabra. El Rey tuvo y tiene un alt¨ªsimo reconocimiento no s¨®lo por el trabajo de estabilizaci¨®n del sistema pol¨ªtico en Espa?a, sino porque tambi¨¦n consigui¨® llevar el orgullo nacional a nivel internacional. A m¨ª me ha tocado vivir la fant¨¢stica experiencia de ver c¨®mo nuestro pa¨ªs, de ser ninguneado, pasaba a ser respetado e incluso admirado. Y esa adoraci¨®n o admiraci¨®n es el reconocimiento a un trabajo hecho a lo largo de muchos a?os, y en el que puedes cometer errores, o alg¨²n error vital, porque eres tan humano como los dem¨¢s. En cuanto al caso N¨®os, es cierto que ha hecho da?o. Es verdad tambi¨¦n que no se ha valorado hasta qu¨¦ punto el Rey y su Casa y la Corona han sentado las bases para determinar que la responsabilidad es personal, que tiene su procedimiento judicial, que no hay responsabilidad institucional porque no tienen responsabilidad institucional ninguna¡
?Los duques de Palma? No tienen responsabilidad institucional ninguna. Y que la justicia se aplicar¨¢. Y el Rey dijo una frase rotunda: nos hemos equivocado y si hay que responder, se responde. [En su mensaje navide?o de 2011, don Juan Carlos dijo, en alusi¨®n a I?aki Urdangarin: ¡°La justicia es igual para todos¡±]. Y no se ha movido un dedo para evitar que la justicia procediera por sus medios. Pero ah¨ª ha habido mucho ruido, mucho exceso de comunicaci¨®n.
?A qu¨¦ exceso de comunicaci¨®n se refiere? Al exceso por parte de los medios, porque son casos muy llamativos, muy f¨¢ciles de comentar. Hay montones de programas de televisi¨®n que los siguen, y se puede hacer mucha demagogia con ellos. Es m¨¢s f¨¢cil hablar de la conducta de I?aki Urdangarin que del m¨¦rito que tiene el que una instituci¨®n haya dicho vamos a poner las cosas en su sitio. Porque una cosa es la instituci¨®n y otra las personas, aunque sean parte de la familia del Rey.
?La Zarzuela era consciente de que hab¨ªa que atajar r¨¢pidamente ese caso? Claro.
En el sumario del caso hay una carta de 2006 firmada por usted en la que se insta a Urdangarin a abandonar todos sus negocios. Pero no lo hizo. Bueno, la gente midi¨® los pasos creyendo que estaba en el buen camino¡ pero yo creo que lo que se ten¨ªa que hacer desde el punto de vista institucional se hizo muy bien, y a tiempo. Lo que pasa es que las cosas han seguido su curso, por un lado el judicial y por otro el medi¨¢tico. Hubo un ruido ensordecedor. Por supuesto, sin ninguna caridad, y se ha producido algo que encierra una cierta crueldad, el juicio popular.
Es normal, ocurre siempre. S¨ª, la vida es as¨ª, pero es cruel.
Perfil
Alberto Aza Arias (Tetu¨¢n, 1937) trabaj¨® para la Casa del Rey entre 2002 y 2011, primero como secretario y m¨¢s tarde al mando de la jefatura. En ese tiempo fue testigo privilegiado del enlace entre el pr¨ªncipe Felipe y do?a Letizia Ortiz el 22 de mayo de 2004 en la catedral de la Almudena. Licenciado en Filosof¨ªa y Letras y en Derecho, se convirti¨® en diplom¨¢tico en los a?os sesenta: Libreville, Argel y Roma fueron sus destinos antes de regresar a Espa?a, donde ha ocupado diferentes cargos diplom¨¢ticos y pol¨ªticos. Fue, por ejemplo, asesor del presidente Adolfo Su¨¢rez y subdirector de la Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica, puesto en el que conoci¨® al rey Juan Carlos.
?El Rey se deja aconsejar? Sospecho que ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil aconsejar a don Juan Carlos que al presidente Su¨¢rez. Bueno, aconsejar¡ las personas que toman decisiones, escuchan opiniones y, al final, hacen una s¨ªntesis, que no es necesariamente la opini¨®n de la gente m¨¢s cercana. Esta gente tiene una gran cantidad de informaci¨®n que no est¨¢, por lo general, en manos de ninguno de los que trabajan con ellos. En La Moncloa yo ten¨ªa clar¨ªsimo que por el tel¨¦fono oficial entraba much¨ªsima m¨¢s informaci¨®n que por el papel, y en la toma de decisiones del presidente de Gobierno no influ¨ªa la opini¨®n de su jefe de Gabinete, era una m¨¢s y a lo mejor algunas veces le gustaba, pero lo que estaba claro es que manejaba un c¨²mulo de datos que s¨®lo ¨¦l ten¨ªa y que no compart¨ªa. No hay personas decisivas a la hora de tomar decisiones, s¨®lo en algunos temas espec¨ªficos.
En sus a?os en La Zarzuela ha tenido ocasi¨®n de conocer a Felipe VI. ?Las diferencias con su padre son tan grandes como parecen? Lo primero, son diferencias generacionales. Las mismas que hay entre la educaci¨®n que he recibido yo, que soy de la generaci¨®n del Rey, y la de un hijo m¨ªo. Mi hijo ha ido a escuelas mejores, ha tenido oportunidad de estudiar en lugares donde yo no he podido, y por tanto, si tienes la capacidad, y el Pr¨ªncipe la tiene, pues esos niveles producen un efecto multiplicador en la persona que tiene inter¨¦s. Yo tengo por Felipe VI una profunda admiraci¨®n. Por su seriedad, porque es un hombre enormemente prudente, enormemente trabajador. Es el Rey para un pa¨ªs m¨¢s culto, m¨¢s sabio que hace 20 o 30 a?os. Y ser¨¢ la persona capaz de ser el interlocutor de todos estos grupos de gente muy preparada que hacen la diferencia de calidad del pa¨ªs. Eso implica un conocimiento muy sofisticado de much¨ªsimos temas tecnol¨®gicos, cient¨ªficos, y en eso est¨¢ muy preparado. Adem¨¢s, tiene formaci¨®n jur¨ªdica, econ¨®mica, y lleva muchos a?os recorriendo Espa?a.
Felipe VI se parece m¨¢s a su madre. Y, en cuanto a aficiones, no le gustan los toros y tampoco cazar. Antes cazaba, pero no debe de tener la misma pasi¨®n que su padre. Es que la sociedad es cada vez m¨¢s verde, m¨¢s ecologista, y ¨¦l est¨¢ muy en contacto con la sociedad.
Alg¨²n historiador ha dicho que don Felipe est¨¢ menos contaminado por la impopularidad de la Monarqu¨ªa, pero su figura es m¨¢s fr¨¢gil que la de su padre. No lo creo. Felipe VI tiene un recorrido internacional impresionante, y no s¨®lo en Iberoam¨¦rica, donde es una personalidad conocida de las generaciones pasadas, presentes y futuras. Ser¨¢ un embajador tan bueno como su padre. Tiene una sensibilidad norteamericana, y ha hecho los recorridos europeos habidos y por haber. Yo creo que tiene todas las papeletas para hacer un papel internacional de primera categor¨ªa, sensacional.
Aunque tenga un car¨¢cter m¨¢s serio. Es muy simp¨¢tico, un hombre muy grato, escucha muy bien, replica muy bien. A la gente le sorprende cuando lo conoce, porque siempre esperan encontrarse esa otra fotograf¨ªa un poco nublada que se ha hecho de ¨¦l, como hombre muy serio. No lo es. Tiene much¨ªsimo sentido del humor y es de una afabilidad tremenda, y, por tanto, en el mundo de las relaciones humanas no puede tener ning¨²n problema, todo lo contrario.
Tambi¨¦n hay otra gran diferencia con don Juan Carlos. ?l se cas¨® con una princesa, y su hijo, con una periodista de clase media. En v¨ªsperas de la boda, la princesa Letizia ten¨ªa un enorme apoyo popular. ?Qu¨¦ ha ocurrido para que lo haya perdido y sea uno de los miembros menos valorados de la familia real? No lo s¨¦. Yo nunca tuve una encuesta de valoraci¨®n interna sobre do?a Letizia. Creo que ha debido de ser agobiante el convertirse de pronto en un objeto de deseo medi¨¢tico. Pero ella tiene capacidad para estar en su sitio y recuperar su imagen. No era una situaci¨®n f¨¢cil, pero la ha lidiado con inteligencia, porque es inteligente. Y lo que este matrimonio refleja es que esta instituci¨®n, que es tan tradicional, evoluciona much¨ªsimo. En Europa ha pasado lo mismo. Antes los reyes ten¨ªan unas pautas para contraer matrimonio y ahora han cambiado todos. Esta instituci¨®n, encerrada en una jaula fuera de la sociedad no puede pervivir, porque es una instituci¨®n que sirve a la sociedad.
Al mismo tiempo, esa necesidad de modernizarse pone de relieve lo antigua que es y lo desfasada que estaba. Por eso los republicanos creen que es mejor prescindir de ella. Pero ?acaso no ha evolucionado la forma republicana desde el primer proceso franc¨¦s hasta la actual Rep¨²blica francesa? Todas las instituciones evolucionan. F¨ªjese lo que ha sido la evoluci¨®n de Francia desde la Revoluci¨®n Francesa. Cuando ves lo que ha sido el siglo XIX franc¨¦s, y piensas que nos hemos estado rasgando las vestiduras por la inestabilidad del siglo XIX espa?ol, te quedas perplejo. Miras a Francia y ves la cantidad de veces que ha habido monarqu¨ªa, rep¨²blica y levantamientos populares. Pero, claro, cada uno habla de lo suyo.
?Se esperaba usted tantas manifestaciones republicanas nada m¨¢s anunciarse la abdicaci¨®n del Rey? Bueno, es que hay un partido republicano de ¨¢mbito nacional que ahora hace m¨¢s hincapi¨¦ en el republicanismo que en el comunismo. Siempre ha tenido capacidad de convocatoria, y siempre se ha manifestado por la Rep¨²blica. A eso se suman fen¨®menos como el del 15-M, y ese 45% de j¨®venes que est¨¢n en el paro y que, como es l¨®gico, se ubican en el descontento. Y est¨¢n en contra de las instituciones de una sociedad que les parece tan injusta.
Juan Carlos I ha sido el Rey de la transici¨®n espa?ola. ?Se ver¨¢ obligado Felipe VI a ser el Rey de las naciones espa?olas? No lo s¨¦. Hay que tener cuidado de no exigirle a Felipe VI lo que no puede hacer, porque adem¨¢s, si lo hiciera, ser¨ªa motivo de reprobaci¨®n parlamentaria. Ser¨ªa bueno que Felipe VI fuera el Monarca de la normalidad de un sistema mon¨¢rquico parlamentario. Prefiero que no haya 23-F, y que no haya que abrir nuevas transiciones. Hablar de segunda transici¨®n me parece un disparate. La Transici¨®n est¨¢ definida en el vocabulario pol¨ªtico como el paso de la dictadura a la democracia. Ahora no existe esa situaci¨®n.
La Transici¨®n termina, pero llega una normalidad espinosa con el desaf¨ªo soberanista de noviembre. Pues el nuevo Rey tendr¨¢ que vivir con esa situaci¨®n, y tendr¨¢ que utilizar sus capacidades para acercarse al problema, si es que logramos ser sensatos y plantear el problema en t¨¦rminos constructivos. Ahora tenemos un conflicto de intereses. Pues estos conflictos se resuelven cuando hay voluntad pol¨ªtica de resolverlos; si no la hay, no se resuelven. Y si no existe, no pida usted a otro que tenga la voluntad pol¨ªtica de resolver algo que no le corresponde a ¨¦l resolver.
Muchos espa?oles, creo que un 60%, han nacido despu¨¦s de que se aprobara la Constituci¨®n y no valoran tanto los logros de la Transici¨®n. Son adem¨¢s los que m¨¢s usan las redes sociales, que han tenido un papel importante en el desplome de la Monarqu¨ªa al amplificar los esc¨¢ndalos. Supongo que Felipe VI habr¨¢ tomado buena nota y se dedicar¨¢ a tuitear m¨¢s¡ S¨ª, de hecho ya lo est¨¢ haciendo. El mundo de las redes sociales ha cogido por sorpresa a mucha gente y no hemos visto el impacto que tiene. ?Por qu¨¦ es vulnerable a las redes sociales una instituci¨®n como la Casa del Rey? Pues porque no tiene elementos protectores. Es decir, en el ¨¢mbito de la comunicaci¨®n aquella Casa no tiene recursos, y supongo que sigue sin tenerlos. La comunicaci¨®n se hac¨ªa a base de predicar y de pedir complicidad. Aquella Casa no tiene presupuesto para cuestiones de imagen. De ah¨ª las dificultades de compensar cuando se comete un error. S¨®lo se puede tratar de reparar a trav¨¦s de las apariciones p¨²blicas y los discursos. Por eso se recupera lentamente de los errores. Los ¨¦xitos se dan por descontados, los errores te pasan factura y cuesta mucho tiempo corregir sus efectos.
La Monarqu¨ªa brit¨¢nica tambi¨¦n pas¨® un momento muy malo, a ra¨ªz de la muerte de la princesa Diana, el verano de 1997. Usted era entonces embajador en Londres. La experiencia de c¨®mo Isabel II recuper¨® su imagen, ?puede servirle a la Monarqu¨ªa espa?ola? No, porque no tiene mucho que ver el caso. La reina Isabel II recuper¨® su imagen gracias a no perder los papeles. El Gobierno la apoy¨® totalmente y puso todo su poder al servicio de una recuperaci¨®n institucional. Y funcion¨® muy bien.
?El pueblo brit¨¢nico es m¨¢s mon¨¢rquico? Est¨¢ tranquilo con el papel que tiene la Corona, que proporciona una imagen, una estabilidad, que est¨¢ al frente de la Commonwealth, y que va a ser imparcial. Tambi¨¦n es verdad que entonces ten¨ªan un Estado menos cuestionado que el nuestro, y todo el pa¨ªs funcion¨® institucionalmente de forma correcta, sabiendo lo que se puede esperar de la Corona brit¨¢nica.
?Pueden ser las sobrias Monarqu¨ªas n¨®rdicas un modelo para los reyes Felipe y Letizia? No. El modelo de la Monarqu¨ªa espa?ola es el mismo de siempre: ganarse el sueldo todos los d¨ªas y no cometer ning¨²n error.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.