Jorge Ben Jor, la oportunidad perdida

La idea de un pr¨®ximo Mundial en Brasil paraba pelos. A la fantas¨ªa de un viaje al evento deportivo m¨¢s importante del mundo con mi inexistente sueldo de m¨²sico retirado a destiempo, se un¨ªa otra, la maravillosa canci¨®n que en torno al Mundial ser¨ªa producida por el pa¨ªs con la m¨²sica popular m¨¢s embriagadora. Tarareaba en mi mente las posibles melod¨ªas, sent¨ªa en el pecho la percusi¨®n acechante que enmarcar¨ªan unas voces en un cadencioso portugu¨¦s que se nos seguir¨ªa metiendo bajo la carne a?os despu¨¦s de que ganara el mejor. Imagin¨¦ la inauguraci¨®n con Caetano y Gilberto Gil, Cibelle y Seu Jorge, Tom Ze, Criolo, Os Mutantes, Jo?o Gilberto, Mar¨ªa Rita y por qu¨¦ no, los chicos de Pantera. Sobre este pastel surgir¨ªa en una plataforma el gran Jorge Ben Jor guitarra en mano a cantar, sinf¨®nica y barroca, la mejor canci¨®n de f¨²tbol de la historia, Ponto de lanca africano o como muchos la conocen Umbabarauma.

Jorge Ben Jor es el alquimista de la m¨²sica brasile?a, su m¨²sica tiene una grasa que no tienen sus contempor¨¢neos, una org¨¢nica african¨ªa que le ha permitido relacionarse con los g¨¦neros musicales negros de las Am¨¦ricas. Su b¨²squeda no se siente program¨¢tica, a pesar de que mezcla de manera magistral el blues con la samba, el funk con la bossa nova y el reggae, y el soul con esa melcocha vocal que te hace sentir superior a tu interlocutor cuando reconoces Taj Mahal en una barra. Es James Brown y Vinicius Da Moraes, el moreno baila-bueno y sabros¨®n plus el cantautor de guitarra concienzudo, es un genio que pudo haber roto r¨¦cords de carne de gallina en el Mundial. En vez de eso nos dieron a Pitbull.