Sue?o de ni?os, exigencia de adultos
Cientos de j¨®venes compiten en las canteras para jugar en el primer equipo de los clubes Casi 8.000 menores se presentan cada a?o a las pruebas para entrar en el Real Madrid
Al entrar en la ciudad deportiva del Atl¨¦tico de Madrid, en el Cerro del Espino, el ruido del pase del bal¨®n se mezcla con el bullicio de los ni?os que juegan en el campo. Son las cinco de la tarde y el equipo infantil entrena, como cada mi¨¦rcoles, mientras los familiares observan desde la grada. Un hombre de unos 40 a?os, con una bufanda del Atleti colgada en su cuello, grita y dirige a su hijo: ''?Sube! ?Cubre ese hueco!''. Sue?a con que sea el nuevo Iniesta, por eso le lleva a jugar all¨ª.
Es lo que hacen, desde hace d¨¦cadas, las canteras de clubes como el Real Madrid, el Bar?a o el Atl¨¦tico: formar a los casi 1.000 ni?os de sus categor¨ªas inferiores. Este millar es solo una peque?a parte de los que realizan las pruebas para jugar en los grandes clubes. En el Real Madrid, de los casi 8.000 j¨®venes que se presentan cada a?o, apenas un 1% consigue entrar.
Uno de los delanteros de la categor¨ªa cadete en la cantera del Atl¨¦tico de Madrid es David Silos. El sol cae sobre la ciudad deportiva cuando termina de jugar y sale del vestuario. En el campo de al lado entrenan sus ¨ªdolos, pero pocas veces se atreve a acercarse. No tiene relaci¨®n con ellos, pero s¨ª varias fotos con David Villa, su jugador favorito. Su af¨¢n por parecerse a ¨¦l le motiv¨® a empezar a jugar en la Uni¨®n Deportiva de Salamanca, y al a?o le fich¨® un ojeador del Atl¨¦tico. Los equipos captan a peque?os futbolistas a edades muy tempranas, incluso a los ocho o nueve a?os, pero hasta los 16 no pueden firmar ning¨²n contrato con el club, seg¨²n la FIFA, instituci¨®n que gobierna las federaciones de f¨²tbol.
David vive ahora en una residencia del Atleti, en Alcorc¨®n, junto a sus compa?eros. Su estancia all¨ª y sus estudios est¨¢n becados por el club. La jornada comienza para ¨¦l a las siete de la ma?ana, cuando se levanta para ir a clase. La psic¨®loga le pregunta cada trimestre las notas, pero apruebe o no, el joven delantero asegura que el ¨¦xito acad¨¦mico no tiene nada que ver para jugar.
Su equipo le exige dar siempre el 100%, incluso en los entrenamientos. Si llega tarde, debe pagar dos euros de multa. Mientras juega, se aprecia que David est¨¢ delgado, pese a que en el club le dejan comer lo que quiera. ''Solo me obligan a comer pollo y pasta los s¨¢bados porque tenemos partido'', asegura mientras bebe una Fanta de naranja.?
No puede dormir fuera de las instalaciones, si no pide un permiso especial. ''En Salamanca, iba a un internado de curas. As¨ª que estoy acostumbrado a esta exigencia'', explica. Todo ello hace que la mayor¨ªa de los chicos con los que se relaciona sean del club. ''No tienes infancia, pero piensas: 'ya me divertir¨¦, ya tendr¨¦ tiempo para eso'', asegura.
En la ciudad deportiva del Real Madrid, en Valdebebas, los benjamines de 10 a?os entran en fila al campo tras su entrenador, y siguen estrictamente sus indicaciones. ''?Pasa a tu compa?ero! ?Vamos, vamos!''. Han sido seleccionados para entrar en el equipo, despu¨¦s de varias semanas de entrenamientos y partidos de prueba.?Todos han crecido con un bal¨®n en los pies, como Ra¨²l Medina, un chico de 13 a?os que juega como lateral izquierdo en la categor¨ªa infantil.
Su madre, Ana Castell¨®, nota la competencia que hay entre los compa?eros de equipo de su hijo. La mayor¨ªa de ellos es consciente de que cada d¨ªa es un examen y que cada partido puede ser el ¨²ltimo, ya que quedarse m¨¢s de una temporada en el club es dif¨ªcil, seg¨²n ella. ''Constantemente est¨¢n buscando ni?os nuevos. Mi hijo entr¨® en septiembre y ahora no le renuevan, as¨ª que volveremos a presentarnos a las pruebas'', asegura. La madre de Ra¨²l siente tambi¨¦n la competitividad entre los propios padres que quieren que los menores se conviertan en jugadores del primer equipo. En algunos partidos, no le extra?a escuchar a alg¨²n padre gritar a su hijo: ''?Qu¨¦ mal lo has hecho hoy!''.
Los padres exigen a sus hijos ganar y les usan como objetos Mar¨ªa Ruiz de O?a Plaza, psic¨®loga deportiva en el?Athletic de Bilbao
Ra¨²l fue quien les pidi¨® empezar a jugar al f¨²tbol, pero en otros casos ''los padres exigen a sus hijos ganar y les usan como objetos, no como sujetos'', asegura Mar¨ªa Ruiz de O?a Plaza, psic¨®loga deportiva en el Athletic de Bilbao. Esta exigencia se nota en el campo. ''Si el ¨¢rbitro no pita una falta, piensan que se est¨¢ matando la carrera del ni?o'', explica la psic¨®loga infantil Marta L¨®pez. Son situaciones que no son muy habituales, pero que en ocasiones obligan a los psic¨®logos a reunirse con los padres y aconsejarles que no acudan al campo a ver jugar a su hijo, seg¨²n L¨®pez. ''Yo quiero ser futbolista y hasta que no lo sea, no voy a parar'', dice David mientras recoge su equipamiento y abandona el campo.
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