Gasolina
El esc¨¢ndalo de aquel d¨ªa eran los fondos de pensiones de los eurodiputados
Ya s¨¦ que nos rodean tragedias cotidianas mucho m¨¢s crueles. Los abuelos a quienes no les llega la pensi¨®n para encender la calefacci¨®n en invierno, los padres que no encuentran nada en la nevera para dar de comer a sus hijos, o los j¨®venes licenciados que aceptan un empleo temporal con contrato de cuatro horas, que se convierten en nueve o diez, por un salario que no alcanza ni los siete euros por hora trabajada. En la jerarqu¨ªa del abuso empresarial y la injusticia social es dif¨ªcil competir, pero es justo reconocer que el abuso y la injusticia que representa la pirater¨ªa escala posiciones d¨ªa tras d¨ªa.
No, no hablo de lo m¨ªo. Me limito a repetir lo que me cont¨® hace poco un taxista que iba a empezar a hacer huelga en el instante en que yo bajara de su coche. Hab¨ªa comprado la licencia con sus ahorros y una indemnizaci¨®n con despido. Explotaba el taxi a medias con su mujer y ambos estaban dados de alta como aut¨®nomos, ambos hab¨ªan tenido que sacarse un permiso de conducir especial, entre los dos pagaban los seguros, las revisiones del coche, los impuestos municipales y todo lo necesario para tener el taxi en regla.
Mientras me contaba que no hab¨ªa derecho a que el Gobierno permaneciera con los brazos cruzados ante el conflicto desatado por las aplicaciones que ofrecen lo que en definitiva no son sino taxis piratas, sonaba la radio. El esc¨¢ndalo de aquel d¨ªa eran los fondos de pensiones de los eurodiputados que hab¨ªan invertido en una Sicav de Luxemburgo, que pagaba impuestos al 0,001%. Mi taxista se par¨® un momento a escuchar. Cuando el locutor empez¨® a hablar de la reforma fiscal, me dijo que cualquier d¨ªa cargaba el coche de bidones de gasolina, lo aparcaba enfrente de una delegaci¨®n de Hacienda, tiraba una cerilla dentro y se largaba corriendo. Me pareci¨® que estaba hablando en serio.
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