Ni?os de aqu¨ª, ni?os de all¨ª
La autora del texto es Marta Arias de UNICEF Espa?a.
?Tanya Bindra
¡°Aqu¨ª y all¨ª¡±. Desde que la crisis econ¨®mica empez¨® a mostrar sus efectos m¨¢s duros en Espa?a, esta ha sido una de las obsesiones de trabajadores y voluntarios en muchas de las entidades que se dedican a la cooperaci¨®n internacional y a la atenci¨®n social en nuestro pa¨ªs.
?Ha llegado el momento de centrarnos preferentemente en la situaci¨®n en Espa?a? ?Abrimos al menos algunos programas similares a los que desarrollamos en cooperaci¨®n? ?Podemos seguir pidiendo ayuda para otros pa¨ªses ¡°con la que aqu¨ª est¨¢ cayendo¡±? ?Es responsable hablar de pobreza en Espa?a cuando conocemos de sobra el abismo que, a pesar de la crisis, nos separa de un mundo en el que siguen muriendo 18.000 ni?os cada d¨ªa por causas totalmente evitables?
Durante este a?o 2014 he tenido la oportunidad de vivir intensamente las dos realidades. Por un lado, a trav¨¦s del proceso de elaboraci¨®n del informe de UNICEF Comit¨¦ Espa?ol ¡®La Infancia en Espa?a 2014¡¯ en el que entre otras cosas hac¨ªamos un an¨¢lisis del preocupante aumento del riesgo de pobreza infantil, que afecta ya a m¨¢s de uno de cada cuatro ni?os. Situaciones muy duras para muchas familias, que conocemos de primera mano a trav¨¦s de iniciativas como nuestra colaboraci¨®n con m¨¢s de 150 ayuntamientos, a los que apoyamos para dise?ar pol¨ªticas de atenci¨®n a la infancia, un trabajo que tambi¨¦n reproducimos a nivel auton¨®mico y central.
Pero nuestro trabajo no se limita dar seguimiento y promover los derechos de la infancia en Espa?a, puesto que dedicamos buena parte de nuestros esfuerzos a dar apoyo a la labor de UNICEF en los pa¨ªses en desarrollo. Esta tarea me llev¨® hace unas semanas a la Rep¨²blica Centroafricana, uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres y olvidados del planeta, asolado por un conflicto interno que ha provocado el desplazamiento de m¨¢s de 700.000 personas, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Y, como suele ocurrir, los ni?os se est¨¢n llevando la peor parte: muchos han sido directamente atacados, convertidos en un objetivo f¨¢cil para vengar el odio irracional entre los adultos. Otros est¨¢n traumatizados por las situaciones vividas, casi todos han visto interrumpida su educaci¨®n y muchos padecen diversos problemas relacionados con la desnutrici¨®n, que se combina con el paludismo en una mezcla explosiva que llena los pocos centros de salud que todav¨ªa siguen en pie.
Sinceramente, creo que no tiene sentido comparar las dos realidades. Son mundos tan lejanos que es imposible hacerlo. Adem¨¢s, cada ni?o que sufre, por el motivo que sea, merece ser atendido para garantizar que sus derechos son respetados. Pero precisamente por el hecho de tratarse de realidades tan diversas, es fundamental para una organizaci¨®n global como UNICEF diferenciar nuestra forma de actuar en cada caso. Con cierta frecuencia, hay personas sensibles ante la situaci¨®n en Espa?a que nos recriminan por no realizar tareas de atenci¨®n directa a la infancia aqu¨ª. Si alguna vez me sent¨ª inc¨®moda al respecto, despu¨¦s de este viaje no me cabe la menor duda: Rep¨²blica Centroafricana es un ejemplo perfecto para ilustrar la necesidad de mantener la cooperaci¨®n internacional. All¨ª la labor de las agencias humanitarias y de desarrollo es, a d¨ªa de hoy, insustituible. El estado apenas existe, no tiene ni los recursos econ¨®micos ni humanos para hacer frente a un drama que se lleva la vida de un ni?o cada 21 segundos.
?Podemos decir lo mismo en Espa?a? Sin duda, la respuesta es no. Con crisis o sin ella, seguimos estando en el lado rico del planeta, entre las 20 primeras econom¨ªas, con unas estructuras y unas capacidades que deber¨ªan ser m¨¢s que suficientes para impedir que un solo ni?o se viese enfrentado a una realidad de pobreza o exclusi¨®n.
El mandato de UNICEF diferencia su trabajo en funci¨®n del nivel de desarrollo y las capacidades de los pa¨ªses. Por eso, aqu¨ª (pa¨ªs con recursos y capacidades suficientes) nuestro papel no consiste en replicar lo que hacemos en el mundo en desarrollo, sino en recordarle al Estado que es su responsabilidad garantizar el pleno acceso de la infancia a todos sus derechos. As¨ª lo hacemos a trav¨¦s de nuestros estudios, la elaboraci¨®n permanente de propuestas concretas y el trabajo cotidiano con distintas entidades, p¨²blicas y privadas.
El aqu¨ª y el all¨ª se mezclan para m¨ª m¨¢s que nunca en estos d¨ªas. Pero se trata en realidad de dos adverbios que en el caso de la infancia no tienen mucho sentido. En Madrid o en Bangui, en Per¨² o en la India, los ni?os son s¨®lo eso y nada menos que eso: ciudadanos plenos, especialmente vulnerables pero tambi¨¦n titulares de derechos espec¨ªficos que todos deber¨ªamos proteger.
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