?Profesi¨®n? Recogedor de excrementos
Human Rights Watch denuncia que la recogida manual de heces y desechos humanos persiste en India con el consentimiento de las autoridades locales Unas 300.000 familias de las castas m¨¢s bajas limpian millones de letrinas
Diversas ONG locales e internacionales llevan dos d¨¦cadas recabando testimonios como este: "Limpio retretes en 20 casas al d¨ªa con ayuda de un plato de esta?o y una escoba para quitar los excrementos que se han acumulado. Luego los meto en una canasta y los transporto fuera de la aldea. Es un trabajo tan horrible que me quita las ganas de comer". O como este otro:?"Cuando llueve, mi velo y mi ropa se empapan con las heces. Empec¨¦ a sufrir enfermedades de la piel e incluso a perder mi cabello". Son los de Madambay y Manisha, dos mujeres de la casta de los intocables residentes en los Estados indios de Madhya Praddesh y Uttar Praddesh. Historias como las suyas sirven para demostrar la continuidad de una de las pr¨¢cticas m¨¢s degradantes y contaminantes para el ser humano: la recogida manual de excrementos.
Como ellas, todav¨ªa existen unas 300.000 familias en India ¡ªel 95%, mujeres¡ª que limpian unas 2,7 millones de letrinas secas, seg¨²n Jairam Ramesh, ministro de desarrollo rural. Es una cifra que? la Corte Suprema de India aument¨® hasta los 9,6 millones en marzo de 2014. Organizaciones civiles como la Red Internacional de Solidaridad con los Dalit aseguran que m¨¢s de un mill¨®n de personas se dedican a esta insalubre labor que consiste en recoger la materia fecal con las manos, sin protecci¨®n ni medida sanitaria alguna, y trasladarla a zonas m¨¢s alejadas de las aldeas en un pa¨ªs donde 597 millones de personas ¡ªcasi la mitad de su poblaci¨®n¡ª no tienen acceso a un v¨¢ter. Las mujeres suelen ocuparse de limpiar los retretes de los hogares, que no disponen de cisterna. Los hombres, generalmente, se encargan del alcantarillado y las fosas s¨¦pticas. Todos ellos pertenecen a la casta m¨¢s baja, marginada y maltratada del pa¨ªs, la de los dalits, o intocables. Aunque el sistema de divisi¨®n de clases fue abolido en India en 1950, en la pr¨¢ctica todav¨ªa existe. La de los intocables est¨¢ formada por unos 200 millones de personas.
La organizaci¨®n de defensa de Derechos Humanos Human Rights Watch ha denunciado este lunes en el informe Limpiando desechos humanos: recolecci¨®n manual de materias fecales, castas y discriminaci¨®n en India, el estigma que sufren estas personas y los obst¨¢culos que afrontan para abandonar este modo de vida, que incluyen amenazas de violencia y desalojo por parte de residentes locales, acoso y retenciones ilegales de salario por parte de los funcionarios locales. Un ejemplo es que, quienes siguen creyendo en la "intocabilidad" de estas castas ¡ªuna costumbre que proh¨ªbe tocarles¡ª les arrojan la comida frente a ellos en vez de d¨¢rsela en la mano.
Ha habido intentos por parte del Gobierno indio, de las organizaciones en defensa de los derechos humanos y de la comunidad internacional para poner fin a la recolecci¨®n manual. Sin embargo, existen a¨²n obst¨¢culos que dificultan su fin. "Los sucesivos intentos del Gobierno indio se han visto descarrilados por la discriminaci¨®n y la complicidad local", asegura Meenakshi Ganguly, directora para Asia del Sur de Human Rights Watch. Esta pr¨¢ctica fue vetada en el a?o 1993, cuando se aprob¨® una ley que castigaba el empleo de trabajadores para estos fines o la construcci¨®n de letrinas sin un desag¨¹e adecuado con penas de c¨¢rcel de hasta un a?o y una multa de hasta 2.000 rupias (unos 25 euros).
En 2013, la ley Prohibici¨®n del Trabajo como Basureros Manuales y su Ley de Rehabilitaci¨®n prohibi¨® cualquier tipo de limpieza manual de excrementos, reconoci¨® la obligaci¨®n constitucional de corregir la injusticia y la humillaci¨®n hist¨®rica sufridas por estas comunidades mediante la provisi¨®n de un sustento alternativo y aument¨® las penas existentes: prisi¨®n hasta cinco a?os y multas de hasta 500.000 rupias (alrededor de 6.200 euros). Seg¨²n el censo de ese a?o, sin embargo, a¨²n quedaban unas 800.000 letrinas secas en India.
Dado que esta pr¨¢ctica sigue existiendo y que es la ¨²nica manera de ganarse la vida para cientos de miles de hombres y mujeres, Human Rights Watch ha emplazado al Gobierno en su informe a que aplique la legislaci¨®n existente destinada a ayudar a los miembros de esta comunidad marginal a encontrar modos de subsistencia alternativos y sostenibles. "La gente trabaja vaciando manualmente letrinas porque se da por hecho que su casta debe cumplir este papel y generalmente no puede conseguir ning¨²n otro trabajo", se?ala Ganguly.
En marzo de 2014, el Tribunal Supremo de India dictamin¨® que la recolecci¨®n manual de basura constituye una violaci¨®n de los Derechos Humanos y solicit¨® una tutela judicial efectiva. El nuevo Gobierno de Narendra Modi, elegido presidente por mayor¨ªa absoluta en mayo de 2014, se ha comprometido a abordar las necesidades de las comunidades marginadas del pa¨ªs, pero no ha anunciado medidas concretas para poner fin a la recogida manual de excrementos.
Este mismo a?o, Human Rights Watch ha entrevistado a m¨¢s de 135 personas de los Estados de Gujarat, Madhya Pradesh, Maharashtra, Rajasthan y Uttar Pradesh. De ellas, m¨¢s de cien trabajan o trabajaron como vaciadores de letrinas. La ONG ha constatado que las mujeres no suelen recibir salarios en efectivo sino sobras de comida, grano durante las cosechas o ropa usada, as¨ª como acceso a terrenos para el pastoreo de ganado, siempre a discreci¨®n de las familias a la que sirven. HRW denuncia, adem¨¢s, que las autoridades locales suelen ser c¨®mplices de la discriminaci¨®n de los dalits, e incluso ha documentado casos en los que los propios Ayuntamientos reclutaron personal para estas tareas bas¨¢ndose en el sistema de castas y tambi¨¦n la desprotecci¨®n que sufren. ¡°La polic¨ªa y otras autoridades no hacen nada cuando reciben quejas de los limpiadores de letrinas por haber recibido amenazas, violencia y otras ofensas¡±, indica la organizaci¨®n.
Oxfam Intermon tambi¨¦n denunci¨® con anterioridad que quienes s¨ª reciben un salario no suelen obtener m¨¢s de 20 o 30 rupias por letrina al mes como mucho, solo se les permite entrar por las puerta trasera a las casas y no pueden tocar ning¨²n objeto que pertenezca a alguien de una casta superior. "En las casas donde trabajaba me tiraban desde la distancia chapatis [un tipo de pan] y sobras de comida. En teor¨ªa ten¨ªa que cobrar diez rupias por cada casa al mes, pero a veces me pasaba meses sin cobrar", describe Reckhavai en el informe de HRW.
Los hijos de estos trabajadores ni siquiera reciben educaci¨®n debido a la extrema pobreza de los basureros, y muchos de los que s¨ª est¨¢n matriculados en un colegio acaban por dejar los estudios debido a la discriminaci¨®n a la que se enfrentan. As¨ª ocurre en el Estado de Gujarat, donde entre el 70 y el 80% de los hijos de los recogedores de excrementos abandonan antes de s¨¦ptimo grado, seg¨²n la ONG local Navsarjan, que cita HRW en su informe.
Las mujeres que trabajan recogiendo excrementos comienzan a realizar esta tarea cuando se casan y pasan a vivir con la familia del marido. Las suegras, que ejercen una enorme influencia, son quienes las inician en esta pr¨¢ctica, oblig¨¢ndolas a acompa?arlas en sus recorridos diarios por ciudades o pueblos. Quienes quieren abandonar esta forma de vida se enfrentan a la presi¨®n de su familia y su comunidad porque no suelen tener otras opciones para ganarse el sustento. Rihanna comenz¨® a limpiar retretes en 1988 y, cuando decidi¨® dejarlo, su suegra enfureci¨®. "Dej¨® de darme comida a m¨ª y a mi hija, solo le daba a mi marido. Dijo que mientras no trabajara, no probar¨ªa bocado".
Una lista interminable de enfermedades
Human Right Watch tambi¨¦n alerta en su informe de las consecuencias para la salud que la recogida de sustancias fecales conllevan. N¨¢useas, dolores de cabeza constantes, enfermedades respiratorias y dermatol¨®gicas, anemia, diarrea, v¨®mitos, ictericia, tracoma y envenenamiento por mon¨®xido de carbono son algunas de una lista interminable. Estas, adem¨¢s, se ven agravadas por la desnutrici¨®n generalizada ¡ªel 50% de la poblaci¨®n est¨¢ por debajo del ?ndice de Masa Corporal adecuado, seg¨²n la FAO¡ª y la imposibilidad de acceder a los servicios de salud.
Quienes han logrado dejar la recolecci¨®n manual de excrementos siguen encontrando dificultades para acceder a una vivienda, a un empleo digno o a programas y subvenciones gubernamentales. La ONG solicita que el Gobierno de Modi emprenda una evaluaci¨®n exhaustiva de todos los convenios en vigor destinados a dotar a esta casta de ayuda financiera, becas de estudio, asistencia legal, etc ya que, denuncia, la soluci¨®n no pasa por aprobar nuevas leyes sino por aplicar correctamente las que ya existen. ¡°Las costumbres basadas en las castas siguen obligando a las personas a la recopilaci¨®n manual de basura y eso exige la intervenci¨®n estatal¡±, asegura Ganguly. ¡°El nuevo Gobierno de la India tiene los recursos y la obligaci¨®n de acabar para siempre con esta pr¨¢ctica que atenta contra sus derechos¡±.
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