"En el siglo XIX montar¨ªamos una revoluci¨®n pero ya no est¨¢n de moda"
Santiago N. Becerra vio venir la crisis y a¨²n ve el futuro negro Cada lunes ICON charla con economistas de problemas del primer mundo
Desde el aparatoso desplome de la utop¨ªa socialista, el capitalismo disfrut¨® de unos a?os de hegemon¨ªa, ¨¦poca durante la cual el grueso de los economistas actuaron como mamporreros del sistema; ignoraron las viejas aspiraciones de la econom¨ªa de presentarse como una disciplina cient¨ªfica capaz de proponer modelos ¨Cya solo quedaba uno, y era el bueno¨C, para cumplir una funci¨®n meramente utilitarista: maximizar beneficios, hacer que la rueda continuara girando.
El maravilloso, y no lo digo con segundas, modelo puesto en marcha tras la Segunda Guerra Mundial ya lleg¨® a su m¨¢ximo a mediados de los a?os setenta. A partir de ah¨ª todo fue un ir parcheando hasta que llegados a 2007 ya no hubo parche posible
Lo natural, tambi¨¦n, es que, incluso cuando ya los defectos y vicios del sistema eran evidentes, se hablara de ciclos, recesiones pasajeras y se preve¨ªan recuperaciones mientras se desde?aban a los cenizos y agoreros que, como el obstinado profesor Santiago Ni?o Becerra (Barcelona, 1951), anunciaban que lo peor a¨²n estaba por llegar y que nada volver¨ªa a ser igual. Catedr¨¢tico de Estructura Econ¨®mica en el Instituto Qu¨ªmico de Sarri¨¢ de la Universidad Ramon Llull de Barcelona, no siente una especial satisfacci¨®n por el hecho de que la realidad le haya dado la raz¨®n. All¨¢ por 2006 comenz¨® a avisar de que la crisis del modelo capitalista era inminente. Hoy, muchos de sus m¨¢s pesimistas pron¨®sticos ya se han cumplido, pero ¨¦l es un hombre tan aferrado a la verdad que dibujan los datos que ni se plantea que hubiera preferido estar equivocado: ¡°Quienes dec¨ªamos que la situaci¨®n era de una gravedad extrema y que iba a producirse una crisis sist¨¦mica no pod¨ªamos equivocarnos porque el planeta hab¨ªa sobrepasado con creces su capacidad f¨ªsica de endeudamiento total, y por lo tanto el hundimiento era inevitable¡±, explica. ¡°El maravilloso, y no lo digo con segundas, modelo puesto en marcha tras la Segunda Guerra Mundial ya lleg¨® a su m¨¢ximo a mediados de los a?os setenta. A partir de ah¨ª todo fue un ir parcheando y superando con nuevos parches las minicrisis que se iban produciendo; hasta que llegados a 2007 ya no hubo parche posible¡±.
Ni?o Becerra ha escrito tres libros: todos llevan la palabra crash en el t¨ªtulo y todos han sido un ¨¦xito de ventas entre un p¨²blico que, como en el meme aquel de las ¨²ltimas horas de Hitler en su b¨²nker, se pregunta c¨®mo y por qu¨¦ ha llegado El Hundimiento. A pesar de todo, este Jim¨¦nez del Oso del negro futuro del capitalismo no pretende impregnar de ideolog¨ªa sus textos y sus m¨²ltiples intervenciones en televisi¨®n, sino cumplir con una funci¨®n divulgativa desde el rigor estad¨ªstico. ¡°Desde mi posici¨®n, intento que quienes me leen y escuchan piensen, mediten, se pregunten cosas y se den respuestas, as¨¦pticamente. Por ello nunca ti?o mis palabras con colores pol¨ªticos¡±, dice, y define la base de su pensamiento econ¨®mico desde el m¨¢s incorruptible eclecticismo: ¡°Incluso utilizo an¨¢lisis que pertenecen a la Sociolog¨ªa. De hecho, cada vez se est¨¢n difuminando m¨¢s las fronteras entre escuelas y disciplinas o ¨¦pocas. As¨ª, por ejemplo, se est¨¢n empezando a recuperar conceptos que hace tiempo se consideraron superados, como el de clase social¡±.
Con esa misma higiene cl¨ªnica, Ni?o Becerra despacha los intentos de gobiernos y supragobiernos, como el FMI o la UE, por corregir el rumbo de la econom¨ªa como simples medidas de maquillaje por parte de instituciones sin una capacidad real de influencia: ¡°Lo ¨²nico que se ha hecho es inyectar al sistema anfetaminas que no han resuelto nada. Muy poco puede hacer un gobierno ante, por ejemplo, una decisi¨®n que tome Black Rock, una de las mayores entidades de inversi¨®n del mundo, en relaci¨®n con la deuda p¨²blica de tal o cual Estado. Nada que no sea cumplir lo que dicten los mercados¡±.
Las revoluciones ten¨ªan sentido cuando el factor trabajo era imprescindible y se sab¨ªa que lo iba a seguir siendo. Pero hoy, como cada vez se precisa de menos factor trabajo, se sabe que esa tendencia va a continuar
Seguramente, Thomas Piketty tenga mejor pelo, pero la tesis por la que el medi¨¢tico economista franc¨¦s ha saltado a la fama, la de que la concentraci¨®n de capital y la desigualdad no van a hacer m¨¢s que aumentar, es algo que Ni?o Becerra lleva a?os proclamando. Y m¨¢s ahora, dice, que el trabajador convertido en consumidor ha perdido su capacidad para hacer valer sus derechos a trav¨¦s de su ¨²nico activo, la fuerza de trabajo. ¡°La clase media, que actuaba de amortiguador social, ha dejado de ser necesaria. Si estuvi¨¦semos en el siglo XIX quedar¨ªa el recurso de montar una revoluci¨®n, pero hoy las revoluciones no est¨¢n de moda. Cualquier movimiento revolucionario, adem¨¢s de que ser¨ªa f¨¢cilmente reprimido, nada puede hacer ante una econom¨ªa que ya es posglobal. Las revoluciones ten¨ªan sentido cuando el factor trabajo era imprescindible y se sab¨ªa que lo iba a seguir siendo. Pero hoy, como cada vez se precisa de menos factor trabajo, se sabe que esa tendencia va a continuar¡±, augura.
De modo que, tal vez el sistema que nos llev¨® hasta aqu¨ª haya muerto, pero de sus cenizas no parece que vaya a surgir uno que vaya a ser m¨¢s justo: ¡°Si por refundaci¨®n del capitalismo se entiende el cambio de modelo, s¨ª: ser¨¢ un nuevo capitalismo. Eso mismo sucedi¨® cuando se sustituy¨® al modelo que entr¨® en crisis en la Gran Depresi¨®n. Pero no pensemos que ese cambio vaya a significar una mejora entendida en el sentido de que se vivir¨¢ mejor¡±.
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