?D¨®nde est¨¢ el enga?o?
Se sugiere injustamente una visi¨®n totalizante que identifica a Catalu?a con Pujol
Seguramente uno de los fen¨®menos m¨¢s importantes de la pol¨ªtica espa?ola y catalana desde la Transici¨®n es la movilizaci¨®n en los ¨²ltimos a?os en Catalu?a de centenares de miles de personas reclamando cambios significativos, sin descartar la independencia, en la estructura territorial del Estado espa?ol.
Cabr¨ªan diversos factores hist¨®ricos y actuales de gran trascendencia para explicar este fen¨®meno, el cual reviste caracter¨ªsticas sociales muy plurales, tiene un contenido democr¨¢tico de base y atraviesa barreras ideol¨®gicas y ling¨¹¨ªsticas.
Sin embargo, las primeras interpretaciones de articulistas espa?oles fueron quitarle importancia atribuyendo todo a una expresi¨®n pasajera, como la figura de un sufl¨¦ que al poco tiempo bajar¨ªa de nivel, aunque los hechos lo han ido desmintiendo dada la pertinaz y creciente respuesta ciudadana. M¨¢s tarde se instal¨® el lugar com¨²n de una pretendida manipulaci¨®n del presidente Mas, aunque las encuestas se?alan que, en caso de pretender una manipulaci¨®n partidista, las expectativas electorales lo desmentir¨ªan categ¨®ricamente dada la constante p¨¦rdida de apoyos de CiU. Y los int¨¦rpretes m¨¢s extremistas llegaron a describir Catalu?a como una sociedad sin libertad de expresi¨®n y sometida a un r¨¦gimen de vocaci¨®n totalitaria donde se controlan las voluntades de la gente.
Esta ¨²ltima visi¨®n se ha visto potenciada por la confesi¨®n del expresidente Pujol sobre una ¡°herencia¡± depositada en bancos andorranos defraudando al fisco espa?ol. Por ello se llega a afirmar que todo lo que ocurre en Catalu?a es un gran enga?o, proyectando una interpretaci¨®n global del fen¨®meno soberanista como algo manipulado y viciado de corrupci¨®n desde hace muchos a?os hasta nuestros d¨ªas. Esta afirmaci¨®n se ilustra con la idea de que Pujol ha gozado de poder absoluto en Catalu?a y de que nadie le pidi¨® explicaciones de sus posibles actuaciones irregulares, ni le hizo frente ya desde el caso de Banca Catalana. Incluso a veces se ha pretendido fundamentar m¨¢s s¨®lidamente aquellas interpretaciones citando a intelectuales progresistas, como Manolo V¨¢zquez Montalb¨¢n o Josep Ramoneda, como muestra de la condescendencia del enga?o pujolista.
Se est¨¢ cuestionando el orden establecido, sin violencia y sin sectarismos
Si se consultan los diarios de sesiones o hemerotecas se puede comprobar la inexactitud, cuando no falsedad, de aquellas afirmaciones. Es falso afirmar que sobre Banca Catalana, como sobre otros ejemplos de presuntas irregularidades o corrupci¨®n, hubiese un silencio colectivo. Sobre Banca Catalana se plante¨® la exigencia de responsabilidad del presidente Pujol tan solo conocerse la existencia de un agujero de cerca de 280.000 millones de pesetas en su gesti¨®n del grupo bancario que iba a ser reparado con dinero p¨²blico. Fuimos distintos grupos y diputados quienes exigimos en el Parlamento de Catalu?a que deber¨ªa dimitir como presidente de la Generalitat por aquella responsabilidad. A su vez planteamos que con los activos rescatados se realizase una operaci¨®n de pasar a manos p¨²blicas aquel banco dado que requer¨ªa tal inyecci¨®n de dinero del contribuyente. Y, conociendo los detalles de la mala gesti¨®n exig¨ªamos el ejercicio de las responsabilidades penales que se pudiesen deducir.
Una mayor¨ªa del Parlamento de Catalu?a rechaz¨® estas iniciativas, el banco pas¨® a manos de otro grupo financiero, y miembros del Gobierno espa?ol socialista, al m¨¢s alto nivel, cerraron la puerta a cualquier utilizaci¨®n institucional de la proyecci¨®n de responsabilidades que conten¨ªa el informe del propio ministerio.
Y es muy sencillo comprobar que un personaje como Manolo V¨¢zquez Montalb¨¢n secundaba aquellas iniciativas, y que tanto ¨¦l como Ramoneda fueron cr¨ªticos constantes de la manipulaci¨®n pol¨ªtica de Pujol. En el tema citado, Manolo secund¨® la exigencia de la asunci¨®n de responsabilidades y por tanto de dimisi¨®n. Tambi¨¦n coment¨® iniciativas posteriores de oposici¨®n frontal a cualquier indicio de corruptelas del pujolismo. Me refiero a actuaciones como cuando desde ICV se pusieron a disposici¨®n judicial las pruebas de la probable financiaci¨®n ilegal de CiU por parte de Casinos de Catalunya, o cuando se denunciaron las derivas catalanas del caso De la Rosa, o las reiteradas ocasiones que se pusieron en evidencia los posibles negocios irregulares de miembros de su familia, y un largo etc¨¦tera de historias documentales en los diarios oficiales y en los medios.
Todo ello sirve para desmentir cualquier pretensi¨®n de calificar de absolutismo la etapa de Pujol. En este sentido, vale la pena repasar sus mayor¨ªas parlamentarias y sacar las correspondientes conclusiones. Pujol en 1980, las primeras elecciones auton¨®micas, obtiene el 27% de los votos. Gobierna en minor¨ªa con el apoyo de ERC, y a veces de la UCD, y consigue su primera mayor¨ªa absoluta en 1984 tras la sentencia del Tribunal Constitucional que invalid¨® la LOAPA, ley urdida y pactada por el Gobierno de Espa?a de UCD y por el PSOE, que pretend¨ªa derogar de facto el sentido del T¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n, y que hab¨ªa sido recurrida por PSUC, PNV, ERC y CiU. Fue despu¨¦s de estas elecciones que se present¨® la querella contra los administradores de Banca Catalana, a pesar de las reticencias del Gobierno espa?ol.
Pujol obtuvo tres mayor¨ªas absolutas (todas ellas basadas entre el 30% y el 35% del electorado) y a¨²n pudo presidir la Generalitat dos periodos m¨¢s (1995 y 1999), con mayor¨ªa minoritaria, gracias al apoyo del PP de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Cabe recordar como paradigm¨¢tica la ¨²ltima de ellas, su ¨²ltima presidencia, de 1999 a 2003, la cual se basa en una derrota electoral en lo que se refiere a votos de la ciudadan¨ªa respecto a la coalici¨®n que lideraba Pasqual Maragall, aunque logr¨® la presidencia gracias a un esca?o de m¨¢s derivado de la prima de la atribuci¨®n territorial de diputados.
El intelectual es rigor y responsabilidad, no simplificaci¨®n y comodidad
Hay que recordar, adem¨¢s, que Pujol nunca predic¨® ni propuso ninguna iniciativa soberanista, que las rechaz¨® abiertamente y que apoy¨® pr¨¢cticamente a todos los Gobiernos espa?oles, tanto del PSOE como del PP, en los denominados temas de Estado, salv¨¢ndolos a veces de derrotas parlamentarias. A su vez, Pujol era elogiado como gobernante por los presidentes de Gobierno de Espa?a, especialmente por Felipe Gonz¨¢lez, y era apreciado por diversos medios e instituciones espa?oles, como demuestra el hecho de que el rotativo Abc le atribuyese a mediados de los noventa el t¨ªtulo de ¡°espa?ol del a?o¡±.
?A qui¨¦n enga?aba Pujol? ?Por qu¨¦ algunos articulistas pretenden una visi¨®n totalizante de Catalu?a identific¨¢ndola con Pujol cuando ya exist¨ªan y existen multitud de datos y expresiones que lo desment¨ªan?
Es evidente que existe hoy en Catalu?a un grado de perplejidad e indignaci¨®n a ra¨ªz de la confesi¨®n de Pujol y que nadie puede calibrar todav¨ªa con exactitud hasta qu¨¦ punto va a afectar a todo el proceso y debate pol¨ªtico en torno al tema de la relaci¨®n con Espa?a.
Pero tambi¨¦n es evidente que desde fuera de Catalu?a se ha incomprendido la din¨¢mica c¨ªvica y social que se est¨¢ desarrollando, la cual no proviene del pujolismo ni de ninguna opci¨®n partidista concreta. Para muchos observadores, el fen¨®meno del crecimiento espectacular de posiciones pro soberan¨ªa se ha producido en los ¨²ltimos a?os por diversos motivos, muchos de ellos basados en la percepci¨®n de no encontrar ninguna respuesta dialogante desde los diversos Gobiernos, instituciones y organismos espa?oles hacia las aspiraciones catalanas.
De hecho, se est¨¢ cuestionando el orden establecido, sin violencia, sin sectarismos y sin fracturas sociales. Es probable que razonar sobre estos posicionamientos pudiese incomodar a intelectuales espa?oles y generarles un cierto temor al aislamiento ante determinados sectores del poder. No ser¨ªan peores que los que vivi¨®, por ejemplo, Montalb¨¢n cuando se posicion¨® abiertamente contra la guerra de Irak a inicios de los noventa. En este punto reside el valor del intelectual: en la elecci¨®n entre la simplificaci¨®n y la comodidad o el rigor y la responsabilidad.
Rafael Rib¨® es Defensor del Pueblo catal¨¢n
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.