Violadas por quienes deb¨ªan protegerlas
Human Rights Watch acusa en un informe a las fuerzas de paz de la Uni¨®n Africana en Somalia de cometer abusos y explotaci¨®n sexual con mujeres y ni?as refugiadas
Aziza D, de 17 a?os, es una de las 369.000 personas ¡ªla mayor¨ªa mujeres y ni?os, seg¨²n la ONU¡ª, que viven en los campos de refugiados de los alrededores de Mogadiscio, la capital de Somalia. En junio de 2013, un int¨¦rprete que trabajaba en el cuartel general de Amisom ¡ªla misi¨®n de paz de la Uni¨®n Africana en este pa¨ªs¡ª se aproxim¨® a ella y le pregunt¨® si quer¨ªa ser ¡°amiga¡± de un soldado ugand¨¦s. Le dijo a la ni?a que el soldado podr¨ªa conseguir cualquier cosa que ella necesitara si le trataba ¡°como si fuera su marido¡± y ¡°le hac¨ªa sentir c¨®modo¡±. Cuando se encontr¨® con el militar y comprendi¨® que deb¨ªa mantener relaciones sexuales con ¨¦l, quiso marcharse, pero el traductor no se lo permiti¨®, ignorando sus llantos y sus s¨²plicas. ¡°Cuando me resist¨ª, el militar se enfad¨® mucho y llam¨® de nuevo a su int¨¦rprete, que me amenaz¨® en somal¨ª¡±, dijo la joven a la organizaci¨®n humanitaria Human Rights Watch.
Casos como el de Aziza no son excepcionales en Somalia. Tanto Naciones Unidas como diversas organizaciones en defensa de los derechos humanos han documentado altos niveles de violencia sexual contra las mujeres somal¨ªes, especialmente contra las refugiadas. Pero ahora, por primera vez, una organizaci¨®n apunta directamente con el dedo a un organismo y a una pr¨¢ctica concreta: Human Rights Watch acusa a algunos soldados de Amisom, que cuenta con casi 17.000 efectivos desplegados, de abusar de su posici¨®n para agredir y explotar sexualmente a mujeres y ni?as somal¨ªes. "Algunos soldados de la Uni¨®n Africana han hecho mal uso de sus posiciones de poder para explotar a las mujeres y ni?as m¨¢s vulnerables de Somalia", asegura Liesl Gerntholtz, director de derechos de la mujer de Human Rights Watch. "Somalia tiene muchos problemas de dif¨ªcil soluci¨®n, pero los dirigentes de Somalia y la Uni¨®n Africana podr¨ªan acabar con la explotaci¨®n y los abusos sexuales presionando a los pa¨ªses que aportan contingentes para que busquen y castiguen a los responsables".
La organizaci¨®n sostiene que estos hechos ocurren desde que este cuerpo militar entr¨® en el pa¨ªs en 2007 para ayudar a restaurar la paz y reconstruir el pa¨ªs, asolado por las guerras desde la ca¨ªda del r¨¦gimen del presidente Siad Barr¨¦, en 1991. ¡°La implicaci¨®n de los soldados de Amisom ha sido pasada por alto desde hace mucho tiempo, tambi¨¦n por parte de los altos mandos de la misi¨®n y por los pa¨ªses que aportan efectivos¡±, dice la organizaci¨®n en un contundente informe de 46 p¨¢ginas publicado este lunes.
Para la elaboraci¨®n de este documento, titulado El poder que estos hombres tienen sobre nosotras, HRW ha realizado una investigaci¨®n en Somalia, Uganda y Burundi cuyas conclusiones se han elaborado a partir de 50 entrevistas, 21 de ellas a v¨ªctimas de abusos y explotaci¨®n sexual, pero tambi¨¦n a testigos, observadores internacionales, oficiales de pa¨ªses donantes de tropas y personal militar. El informe documenta casos en Mogadiscio, fundamentalmente por parte de las Fuerzas de Defensa de Uganda (UPDF por sus siglas en ingl¨¦s), en los cuarteles generales de Amisom y en el campo de las fuerzas de defensa nacionales de Burundi (BNDF por sus siglas en ingl¨¦s). Todos los incidentes documentados ocurrieron en 2013.
La organizaci¨®n admite que no ha conseguido evaluar la prevalencia de los abusos debido a la complejidad de la investigaci¨®n y a la resistencia de muchas v¨ªctimas a hablar de su experiencia. No obstante, asegura que, pese a no poder afirmar que estos actos sean sistem¨¢ticos, los resultados plantean serias preocupaciones y sugieren la existencia de un problema mayor del que su informe plantea.
Los soldados se aprovechan de la pobreza y la vulnerabilidad de las mujeres para ofrecerles intercambiar sexo por dinero
Hasta ahora, varios organismos internacionales y organizaciones de defensa de los derechos humanos hab¨ªan denunciado las violaciones y el abuso sexual de mujeres en Somalia. En 2012 se registraron m¨¢s de 1.700 y, en los seis primeros meses de 2013, se reportaron otros 800 solo en Mogadiscio, casi siempre de mujeres y ni?as desplazadas, seg¨²n la ONU. ¡°Generalmente, los violadores son hombres armados y uniformados y el 33% de las v¨ªctimas son ni?as¡±, explic¨® en agosto de 2013 la portavoz de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinaci¨®n de Asuntos Humanitarios (OCHA) en Ginebra, Marixie Mercado.
Unicef, por otra parte, asisti¨® a m¨¢s de 2.200 v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero en el sur y centro de Somalia ese a?o, y tambi¨¦n Amnist¨ªa Internacional advirti¨® que la violaci¨®n y el abuso sexual son una amenaza constante para las desplazadas, aportando delirantes testimonios de mujeres y adolescentes que fueron atacadas.
Human Rights Watch ya advirti¨® hace solo seis meses de este fen¨®meno en otro informe titulado Aqu¨ª la violaci¨®n es normal, en el que suger¨ªa cinco pasos para frenar este tipo de pr¨¢cticas.
En esta ocasi¨®n, HRW culpa directamente a quienes est¨¢n all¨ª para proteger a esas mujeres, que se convierten en v¨ªctimas de sus supuestos bienhechores. Desde Amisom inicialmente negaron estas acusaciones pero, posteriormente, la organizaci¨®n ha empezado a tomar algunas medidas para abordar este problema. En concreto, el organismo ha desarrollado un borrador con varias directrices para erradicar este problema titulado Pol¨ªtica en prevenci¨®n y respuesta a la explotaci¨®n sexual y el abuso y ha llevado a cabo iniciativas como talleres de sensibilizaci¨®n y formaci¨®n sobre cuestiones de g¨¦nero en sus tropas.
Desde la ca¨ªda del r¨¦gimen de Siad Barre en 1991, la guerra civil y el colapso generalizado del pa¨ªs han contribuido a hacer de Somalia uno de los lugares del mundo donde menos se respetan los derechos humanos. El conflicto armado ha desencadenado una sucesi¨®n interminable de asesinatos, violaciones, tortura y pillaje por parte de todos los bandos del conflicto, algo que ha repercutido, sobre todo, en la poblaci¨®n civil. A esta situaci¨®n se unen las hambrunas que han asolado a los somal¨ªes y que han obligado a millones de personas a desplazarse dentro del pa¨ªs en busca de alimento. La mayor¨ªa de ellos han terminado en los campos de refugiados dentro del propio pa¨ªs o en las fronteras con otros territorios, malviviendo en condiciones de extrema precariedad.
Generalmente, los violadores son hombres armados y uniformados y el 33% de las v¨ªctimas son ni?as¡±, Marixie Mercado, portavoz de la ONU
La mayor¨ªa de violaciones documentadas por HRW tuvieron lugar en las instalaciones del contingente de soldados de Burundi desplegado en Mogadiscio cuando mujeres y ni?as acud¨ªan para obtener medicinas o ayuda humanitaria. Fue el caso de Qamar R., de 15 a?os. A finales de 2013 se acerc¨® a esta base; quer¨ªa medicamentos para su madre enferma. Un traductor le indic¨® que siguiera a dos soldados que le dar¨ªan los antibi¨®ticos. Llegaron a una zona alejada de las instalaciones, un lugar parecido a un bunker. All¨ª, uno de los uniformados viol¨® a Qamar mientras el otro vigilaba. ¡°Primero me quito la ropa, luego me atac¨®¡±, describi¨® a HRW. ¡°Cuando acabaron, me dieron 10 d¨®lares¡±.
Pagar a las mujeres despu¨¦s de haber mantenido relaciones sexuales con ellas, aunque no fueran consentidas, es una pr¨¢ctica que ha encontrado HRW en la mayor¨ªa de experiencias que contaron las entrevistadas. Los soldados dan a las mujeres dinero o comida en un ¡°intento de disfrazar una violaci¨®n como un intercambio consentido de productos de primera necesidad a cambio de sexo¡±, dice el informe. Esto tambi¨¦n le ocurri¨® a Ayanna S, que fue violada con otras tres mujeres por seis hombres uniformados el el interior del recinto burund¨ª. ¡°Nos dieron gachas, galletas y cinco d¨®lares a cada una¡±.
Explotaci¨®n sexual
HRW ha documentado tambi¨¦n casos que sugieren un sistema relativamente organizado de explotaci¨®n sexual en los campamentos base de Amisom y en la base burund¨ª de Mogadiscio. Varias mujeres y ni?as reconocieron a HRW que mantuvieron relaciones sexuales consentidas con soldados como ¨²ltimo recurso pues, en muchos casos, ellas eran el ¨²nico sustento de sus familias. Los soldados de Amisom disponen de ingresos infinitamente mayores que los refugiados (unos 1.000 d¨®lares al mes), por lo que se hallan en una situaci¨®n de completa superioridad ante estas mujeres, denuncia el informe.
Las pruebas recabadas sugieren que la explotaci¨®n sexual no es un secreto en las bases de Amisom, ya que las mujeres entran en ellas a trav¨¦s de puertas custodiadas por oficiales pese a tener prohibido el acceso. En la mayor¨ªa de los casos de explotaci¨®n sexual, y al igual que en los de violaciones, estuvo involucrado un intermediario de origen somal¨ª, generalmente traductores que trabajan en las bases y que se encargan de reclutar mujeres y ni?as de los campos de refugiados o entre las que van a las bases en busca de medicinas. Entran cubiertas con burkas para no ser identificadas y reciben insignias de Amisom para hacerse pasar por personal autorizado. ¡°Hay mucha corrupci¨®n y por eso las mujeres pueden conseguir estas insignias; todo el mundo sabe que la explotaci¨®n sexula existe aqu¨ª pero nadie quiere denunciarlo, se ve como una de las formas de ocio de los soldados¡±, admiti¨® un oficial somal¨ª a HRW.
Tambi¨¦n es habitual engatusar a las mujeres que regentan puestos de alimentos u otros productos en el interior de las bases, las ¨²nicas que s¨ª est¨¢n autorizadas a entrar. ¡°Los soldados van a las tiendas con la excusa de comprar una tarjeta SIM para el tel¨¦fono, todo el mundo lo sabe¡±, cont¨® una fuente diplom¨¢tica a HRW. ¡°En agosto de 2012, un traductor somal¨ª me presento a un soldado burund¨ª, y ¨¦l me ayud¨® a montar mi negocio de venta de m¨®viles dentro de la base militar. Yo sab¨ªa lo que estaba aceptando, el soldado es un hombre poderoso y mi tienda se ha convertido en un negocio pr¨®spero. Yo le visito de vez en cuando, y consiento sus peticiones¡±, reconoci¨® Ifrah D. a la organizaci¨®n.
En otras ocasiones, las v¨ªctimas describen amenazas y palizas, como la que le di¨® un militar a Kassa D. el d¨ªa que no quiso hacerle una felaci¨®n porque le dol¨ªa un diente. ¡°Trat¨¦ de explicarle lo que me pasaba con gestos, pero se puso furioso y me forz¨®; pens¨¦ que me iba a disparar¡±. Adem¨¢s, todas las mujeres entrevistadas por HRW aseguran que los soldados se niegan a utilizar preservativo, con el consiguiente riesgo para ellas de contraer VIH u otras enfermedades de transmisi¨®n sexual. Algunas hab¨ªan sufrido gonorrea, y otras ignoraban su estado de salud porque no se hab¨ªan hecho ninguna revisi¨®n en mucho tiempo. ¡°No quiero saber si tengo sida, me volver¨ªa loca¡±, reconoci¨® Idil D. a la organizaci¨®n.
La explotaci¨®n sexual no es un secreto en las bases de Amisom: las mujeres entran en ellas a trav¨¦s de puertas custodiadas por oficiales pese a tener prohibido el acceso
Las mujeres que han sido violadas no denuncian por muchas razones: temen el estigma social, las represalias por parte de la familia, la polic¨ªa e incluso del grupo islamista insurgente Al Shabab. Idil, a quien el soldado con quien se acostaba le hab¨ªa prometido llevarla a Uganda con ¨¦l, confi¨® su secreto a una amiga, pero se acab¨® enterando todo su barrio. ¡°Empec¨¦ a recibir llamadas amenazantes en mi tel¨¦fono de gente que dec¨ªa tener relaci¨®n con Al Shabab, y me amenazaron. Mi padre me ech¨® de casa, me sent¨ª traicionada y deprimida. Hice todo esto por mi futuro pero ahora estoy arruinada y nada volver¨¢ a ser lo mismo. No puedo casarme, todo el mundo sabe lo que hice. Mi reputaci¨®n est¨¢ arruinada para siempre¡±.
Otras tienen miedo de que, a trav¨¦s de una denuncia, su caso llegue a o¨ªdos de la familia. ¡°Si mis padres y mi hermano se enteran de lo que me ocurri¨®, podr¨ªan matarme; los somal¨ªes creen que si una chica vende su cuerpo, da?a la dignidad de toda la familia¡±, cuenta Mariam K., de 26 a?os. Algunas mujeres temen incluso ser criminalizadas, ya que el C¨®digo Penal somal¨ª, de 1962, castiga la prostituci¨®n con entre dos meses y dos a?os de prisi¨®n.
Uno de los principales problemas es que la polic¨ªa somal¨ª no tiene jurisdicci¨®n sobre los soldados de Amisom; ellos solo pueden ser juzgados por los pa¨ªses de los que provienen. Por eso, entre sus recomendaciones, HRW pide a los pa¨ªses donantes de soldados que establezcan tribunales en Somalia para juzgar este tipo de delitos y que excluyan de la misi¨®n de paz a cualquier sospechoso de haber cometido abusos o explotaci¨®n sexual. A la Uni¨®n Africana, la organizaci¨®n solicita que revise y publique el borrador sobre pol¨ªticas de prevenci¨®n de estas pr¨¢cticas y que se asegure de que este es aplicado correctamente. Tambi¨¦n recomienda la creaci¨®n de un cuerpo de profesionales independientes que se encargue de investigar los posibles casos de violaciones y explotaci¨®n. Igualmente, recomienda la instauraci¨®n de una unidad disciplinaria que formule pol¨ªticas de prevenci¨®n y lleve a cabo entrenamientos adecuados sobre cuestiones de g¨¦nero a los soldados de Amisom.
Por ¨²ltimo, la organizaci¨®n hace un llamamiento a la comunidad internacional, en concreto a la Uni¨®n Europea, la ONU, Reino Unido y Estados Unidos. Pide que, si existen pruebas suficientes para creer que el personal de las operaciones de mantenimiento de paz est¨¢n cometiendo violaciones de derechos humanos, lo denuncie en p¨²blico y urja a la Uni¨®n Africana y a los pa¨ªses donantes a llevar a cabo investigaciones inmediatas. De no ser suficiente, pide que se considere la posibilidad de poner fin a la asistencia militar que prestan a las operaciones de Amisom en Somalia. ¡°No deber¨ªa facilitarse ning¨²n apoyo a cualquier unidad implicada en abusos¡±, insiste el informe.
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