Viaje a la ¨²ltima frontera del mundo
El deshielo del Polo Norte est¨¢ abriendo fronteras antes inaccesibles La extracci¨®n de petr¨®leo y la apertura de nuevas rutas mar¨ªtimas amenazan la destrucci¨®n de un ecosistema clave para la supervivencia del planeta
Es la sensaci¨®n de estar en el fin del mundo. El mar arroja el primer iceberg. Aparece a unos ochenta metros a babor, inerte. Despu¨¦s le seguir¨¢ otro. Luego, decenas. Centenares. Miles. El Esperanza, uno de los tres buques de la organizaci¨®n ecologista Greenpeace, aminora la marcha al alcanzar el mar despedazado, del que alertaba el radar horas antes con unos puntitos fosforescentes. En el puente, adem¨¢s del capit¨¢n, viaja un piloto de hielo, asesor para este tipo de mares. En la proa, el ruido del casco contra los bloques congelados rompe el silencio: aparta algunos y cabalga sobre otros, parti¨¦ndolos con el peso del barco. Entre los trozos resultantes penetra un torrente de agua, dando vuelta al hielo como a una peonza, buscando su nuevo equilibrio dentro del agua. Cubos de hielo gigantes y afilados, blancos y azul piscina.
Cuando el reloj marca las ¨²ltimas horas del d¨ªa, el barco se detiene en la inmensidad helada. Decenas de aves revolotean junto al buque, mientras los marineros apuran la jornada en la sala de estar del Esperanza, charlando, recordando mil an¨¦cdotas una y otra vez contadas, escuchando m¨²sica y bebiendo cerveza entre amigos: el alcohol solo est¨¢ permitido a partir de las seis. Por los ventanucos entra la luz del verano polar, 24 horas ininterrumpidas de claridad que burla los biorritmos. El sol, a esta latitud, bordeando los 80 grados norte, apenas calienta. En cubierta, los fumadores apuran sus cigarrillos con unas temperaturas que rozan los cero grados cent¨ªgrados, aunque a veces el viento baje la sensaci¨®n t¨¦rmica hasta los menos 20. Estamos a principios de agosto.
A las dos de la ma?ana, tres osos polares se acercan al buque. Un marinero de guardia se percata y alerta a los pocos compa?eros que no duermen. Los animales no tienen miedo. Probablemente tampoco excesiva hambre, aunque en esta ¨¦poca de deshielo cada vez m¨¢s severo es cuando menos alimento encuentran y, por tanto, m¨¢s peligrosos son. No intentan encaramarse al buque, aunque podr¨ªan por su tama?o: dos metros y medio de largo, 600 kilos de peso. Por si acaso, las puertas permanecen cerradas. Han sentido curiosidad por esa mole de color verde y blanco que somos nosotros, 72 metros de eslora, el barco mayor de Greenpeace. Saciada su inc¨®gnita, pierden el inter¨¦s y se alejan. Al d¨ªa siguiente, los pocos afortunados en verlos cuentan, exaltados, el encuentro. Los dem¨¢s miran las fotograf¨ªas con envidia mientras desayunan un caf¨¦ caliente con galletas.
Tres osos polares se acercan de madrugada al buque ¡®Esperanza¡¯. Miran curiosos la mole verde y blanca y desaparecen
Estamos a 1.207 kil¨®metros del Polo Norte geogr¨¢fico. Un d¨ªa despu¨¦s de zarpar de Longyearbyen ¨Cla capital de Svalbard, un territorio de ultramar noruego¨C invitados por Greenpeace, en lo que llaman la Expedici¨®n ?rtico 2014. Un viaje para ense?ar esta maravillosa y amenazada zona del planeta, un acto m¨¢s de la campa?a Salva el ?rtico. Por la ma?ana, en el comedor, un activista de la organizaci¨®n ecologista da las indicaciones para la actividad del d¨ªa, a la postre una de las m¨¢s impactantes en casi una semana de navegaci¨®n: caminar sobre el hielo marino. Hay que ponerse un traje especial. Sin ¨¦l, en caso de pisar en falso y deslizarse al mar, estar¨ªamos muertos de un infarto en dos minutos. Tambi¨¦n advierten de otro peligro, los propios osos, que no entienden de buenas intenciones.
El dan¨¦s Arne S?rensen es el piloto de hielo, una figura obligatoria en estas latitudes. Con cuatro d¨¦cadas de experiencia en el mar, es un tipo que descifra los hielos y se adelanta a lo que est¨¢ por venir, eligiendo la mejor ruta, en una suerte de danza en zigzag que maximiza la velocidad y minimiza el roce del casco contra los icebergs. Sin ¨¦l no estar¨ªamos donde estamos ni podr¨ªamos amarrarnos al hielo que, por supuesto, est¨¢ en leve movimiento aunque no lo notemos. Jesper baja primero y comprueba que no hay osos. Visto bueno. Y todos a un hielo lleno de baches y monta?itas que nos ponen en nuestro lugar en la naturaleza. Afloran las torpezas: una ca¨ªda, un pie que penetra hasta la rodilla en el agua, una pisada de un oso. Caminamos por un para¨ªso que podr¨ªa desvanecerse pronto.
¡°El hielo decrece en el ?rtico. Hay cient¨ªficos que creen que no quedar¨¢ nada en 2100. Otros adelantan las predicciones a dentro de 20 a 35 a?os en verano¡±, asegura Arne. Seg¨²n el Centro Nacional de Hielo y Nieve de Estados Unidos (NSIDC), el pasado agosto ha sido el s¨¦ptimo peor en el ?rtico desde 1979 (a?o en que empezaron a recolectarse estad¨ªsticas gracias a las im¨¢genes por sat¨¦lite), con un m¨ªnimo de mar congelado de seis millones de kil¨®metros cuadrados. En el mismo mes en 1979 se superaban los ocho millones. El a?o 2012 marc¨® el m¨ªnimo hist¨®rico, pero detr¨¢s vienen 2007, 2011, 2010, 2008 y 2013. El director del NSDIC, Mark Serreze, alertaba en National Geographic hace un a?o: ¡°La tendencia es indudablemente negativa¡±.
No solo hay menos hielo en extensi¨®n, sino en grosor. ¡°Tres cuartas partes del volumen que hab¨ªa en 1979 no existen¡±, asegura Tatiana Nu?o, responsable de la campa?a de cambio clim¨¢tico y energ¨ªa de Greenpeace en Espa?a. Un estudio de la Universidad de ?Washington y la NASA se?ala que, en el caso de las aguas al oeste y norte de Alaska, la cantidad de nieve acumulada sobre el hielo marino es entre un 33% y un 50% menor hoy que en 1950. Jiping Liu, de la Universidad de Albany, en Nueva York, autora de otro estudio que prev¨¦ que el ?rtico podr¨ªa estar libre de hielo a partir del verano de 2054, alerta de que ¡°un hielo m¨¢s grueso previene que la luz solar alcance y caliente el agua del mar¡±. En el Instituto Polar de Noruega, situado en Longyear?byen, su director, Kim Holm¨¦n, profundiza en las consecuencias: ¡°A medida que los rayos del sol penetraran m¨¢s profundo, el agua se calentar¨ªa, la evaporaci¨®n del mar ser¨ªa m¨¢s r¨¢pida y aumentar¨ªan la humedad y las precipitaciones. Habr¨ªa cambios en las corrientes de agua dulce y marinas, as¨ª como modificaciones meteorol¨®gicas en todo el mundo. Y, por supuesto, los animales y las plantas que necesitan el hielo perder¨ªan su h¨¢bitat y muchas especies desaparecer¨ªan¡±.
Con el deshielo podr¨ªan provocarse cambios en la corriente del Golfo. Espa?a podr¨ªa sufrir entonces un tiempo m¨¢s fr¨ªo¡±
¡°El cambio clim¨¢tico est¨¢ causado casi en su totalidad por la acci¨®n del hombre. El ?rtico es donde m¨¢s se nota. Aqu¨ª hemos observado glaciares deshel¨¢ndose y fiordos que ya no siempre se congelan en invierno como suced¨ªa hace cien a?os¡±, se?ala Holm¨¦n, con tres d¨¦cadas de experiencia en el estudio del cambio clim¨¢tico. Lo vemos con nuestros ojos: el glaciar Blomstrand ¨Csituado frente a Ny-?lesund, un asentamiento cient¨ªfico de Svalbard¨C ha retrocedido dos kil¨®metros en 80 a?os y ha dejado al descubierto una isla que se pensaba era una pen¨ªnsula. All¨ª avistamos focas, aves y un oso polar, que, perezoso, nos mira de reojo y se estira: le hemos despertado de la siesta.
Son las p¨¦rdidas de hielo en los glaciares las que contribuyen a un aumento del nivel del mar, que avanza a un ritmo de 3,2 mil¨ªmetros anuales en la ¨²ltima d¨¦cada, seg¨²n Tatiana Nu?o, de Greenpeace. En este sentido no afecta el deshielo del oc¨¦ano ?rtico congelado, que digamos ocupa el mismo espacio est¨¦ en estado s¨®lido o l¨ªquido. ¡°El gran cambio podr¨ªa venir por la p¨¦rdida de hielo de los glaciares de agua dulce y del hielo continental en Groenlandia¡±, explica Andr¨¦s Barbosa, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC). Hasta siete metros podr¨ªa subir el mar si todo el hielo groenland¨¦s se derrite. ¡°Semejante masa de agua dulce modificar¨ªa la salinidad del mar, alterando las corrientes marinas, que se establecen por diferencias entre la temperatura del agua y la sal¡±, asegura Barbosa, que explica que corrientes como la del Golfo podr¨ªan verse cambiadas, y con ello el clima, por ejemplo en Espa?a: ¡°A pesar de que estamos a la misma latitud que Nueva York, nosotros disfrutamos de un clima m¨¢s c¨¢lido que ellos, con inviernos m¨¢s suaves. Un cambio en la corriente del Golfo podr¨ªa provocar m¨¢s fr¨ªo en Espa?a. Justo lo contrario que se podr¨ªa pensar cuando se habla de cambio clim¨¢tico, normalmente asociado al calentamiento¡±.
Que el hielo se derrita tiene efectos ¡°positivos¡± para algunos. Ir¨®nico: el cambio clim¨¢tico beneficia a las industrias del petr¨®leo y gas, as¨ª como a las navieras, que podr¨ªan abrir nuevas rutas para el transporte de combustibles y de contenedores con origen o destino en Asia, donde se ubican 15 de los 20 puertos m¨¢s activos del mundo. No es de extra?ar que China sea por ello uno de los m¨¢s interesados en el Polo Norte, hasta el punto de que sus dirigentes empujan con fuerza para que el pa¨ªs entre en el Consejo ?rtico, al que pertenecen los pa¨ªses con territorio dentro del C¨ªrculo Polar, as¨ª como otro ramillete de Estados, entre ellos Espa?a, que por cuestiones hist¨®ricas como la pesca tambi¨¦n son observadores. Pero si hay un pa¨ªs que sue?a e impulsa los cambios es Rusia. Su presidente, Vlad¨ªmir Putin, tiene ambiciosos planes y reivindicaciones territoriales. En realidad todos los Estados dentro del C¨ªrculo Polar y con salida al oc¨¦ano ?rtico las tienen (Estados Unidos, Canad¨¢, Groenlandia-Dinamarca, Noruega, Islandia y Rusia), pero quiz¨¢ los rusos sean los que m¨¢s lejos hayan llegado. En 2007 avisaron: un minisubmarino alcanz¨® el lecho marino justo en el punto donde se encuentra el Polo Norte geogr¨¢fico y plant¨® una bandera rusa de titanio. A bordo viajaba Artur Chilingarov, miembro de la Academia de las Ciencias de Rusia y diputado de la Duma. Era la manera de reivindicar que, m¨¢s all¨¢ de las 200 millas n¨¢uticas desde la costa que delimitan las aguas nacionales de las internacionales, su pa¨ªs aspiraba a un trozo de la tarta mayor.
Los rusos podr¨ªan haber puesto una bandera en el hielo. Pero no, lo que les interesa es el subsuelo. Seg¨²n un informe de la consultora Ernst & Young, el ?rtico podr¨ªa albergar un 20% del petr¨®leo y gas del mundo a¨²n sin descubrir, cifra que aumenta hasta el 30% seg¨²n otras estimaciones m¨¢s optimistas. Un caramelo que los pa¨ªses mencionados anteriormente quieren saborear. Los primeros descubrimientos en el C¨ªrculo Polar ?rtico datan de la Guerra Fr¨ªa. Primero los sovi¨¦ticos en 1962, con el campo de Tazovskoye, y cinco a?os despu¨¦s los estadounidenses, en Alaska en el Prudhoe Bay. Desde entonces se han descubierto 61 campos de petr¨®leo y gas: 43 en Rusia, 11 en Canad¨¢, 6 en Alaska (EE UU) y 1 en Noruega. Sin embargo, las dificultades log¨ªsticas y econ¨®micas para explotar estos lugares tan al norte, debido al mal tiempo, al hielo flotante o a la oscuridad total en invierno, fueron siempre barreras. Hasta ahora. En abril de este a?o se extrajo en el campo ruso de Prirazlomnoye, explotado por ?Gazprom, el primer barril de petr¨®leo ¨¢rtico de la historia. El crudo lleg¨® al puerto de R¨®terdam el 1 de mayo.
En el hielo es imposible controlar un vertido de petr¨®leo: por el mal tiempo, el mar helado y la oscuridad del invierno¡±
En la ciudad holandesa esperaba el Rainbow Warrior, el afamado velero de Greenpeace, que trat¨® de impedir el atraque del petrolero Mija¨ªl Ulyanov. El capit¨¢n ecologista Peter Willcox fue detenido junto a otros 43 activistas. Para ¨¦l no era novedad. En septiembre de 2013, y a bordo de otro de los barcos de la organizaci¨®n, el Arctic Sunrise, Willcox y 29 compa?eros m¨¢s tambi¨¦n fueron arrestados en aguas internacionales tras el intento de asalto, el d¨ªa anterior, precisamente de la plataforma de Prirazlomnoye. El asunto deriv¨® en un conflicto diplom¨¢tico internacional con Rusia, que acab¨® amnistiando a los activistas tres meses despu¨¦s, al albor de los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno en Sochi y dentro de un paquete de medidas m¨¢s amplio por el cual tambi¨¦n fueron liberados afamados disidentes pol¨ªticos rusos como las Pussy Riot o el exmagnate Mija¨ªl Jodorkovski. Uno de los llamados 30 del ?rtico, el holand¨¦s Mannes Ubels, ingeniero de barcos de Greenpeace que permaneci¨® encarcelado en Rusia, comenta en la sala de m¨¢quinas del Esperanza: ¡°El revuelo de nuestra detenci¨®n sirvi¨® para expandir m¨¢s el mensaje que quer¨ªamos. Pero a otro nivel, los rusos dejaron claro c¨®mo manejar¨¢n estas situaciones en el futuro¡±.
El otro gran negocio que se avecina en el ?rtico es el incremento del tr¨¢fico mar¨ªtimo. Hay cuatro posibles rutas para atravesar el Polo Norte en barco, tres de las cuales ya est¨¢n operativas, algunas recientemente. La que a¨²n permanece cerrada por el hielo y no se ha utilizado jam¨¢s es la transpolar, que unir¨ªa el Atl¨¢ntico y el Pac¨ªfico atravesando el ?rtico pr¨¢cticamente por el Polo Norte geogr¨¢fico. La llamada ruta del Noroeste, que une Alaska y el Atl¨¢ntico por la costa norte canadiense, la misma que naveg¨® por primera vez Roald Amundsen en 1903-1906 a bordo del Gj?a, marc¨® su primer hito comercial en septiembre del a?o pasado, cuando el carguero Nordic Orion la cruz¨® con 15.000 toneladas de carb¨®n en sus bodegas, acortando el viaje entre Vancouver y Pori (Finlandia) en cerca de 2.000 kil¨®metros. Tambi¨¦n en Canad¨¢, pero en un sitio menos inh¨®spito, en Churchill, en la bah¨ªa de Hudson, parte o termina el camino que la une con M¨²rmansk (Rusia), utilizado desde finales de los a?os setenta principalmente para el transporte de cereales.
Pero la joya de la corona es el paso del norte, que une Europa y Asia por el ?rtico, un viejo anhelo ruso. Tras la Revoluci¨®n de Octubre (1917), Vlad¨ªmir Lenin impuls¨® el desarrollo de esta v¨ªa, que durante las d¨¦cadas de mandato sovi¨¦tico casi siempre estuvo vetada a los extranjeros. Se usaba para el transporte de comida, suministros y material militar. A partir de los a?os cincuenta, en el contexto de la Guerra Fr¨ªa, la ruta gan¨® impulso gracias al desarrollo de rompehielos nucleares, el primero de los cuales fue el Lenin, botado en 1957. Por el norte llegaron a pasar 6,6 millones de toneladas de mercanc¨ªa rusa, pero el colapso de la URSS en 1991 detuvo todo aquello. Hasta que, recientemente, Putin decidi¨® reverdecer el pasado comunista para hacer la competencia al canal de Suez y al de Panam¨¢. Rusia cuenta hoy con 37 rompehielos, cuatro de ellos nucleares, estos ¨²ltimos ¨²nicos en el mundo. Son la escolta necesaria para que otros barcos puedan navegar por el mar helado a cambio de una tarifa: unos 300.000 d¨®lares por nav¨ªo, precio similar al que se paga por atravesar Suez o Panam¨¢, pero con la diferencia del ahorro en combustible y tiempo. En 2010, cuatro buques utilizaron la ruta. Fueron 34 en 2011, 46 en 2012 y 71 el a?o pasado. Entre ellos, el Yong Sheng, el primer mercante chino que se adentraba en la v¨ªa norte, acortando el camino desde Dalian hasta R¨®terdam de 48 a 33 d¨ªas: 21.600 kil¨®metros por Suez frente a 14.600 por el paso del norte. Y, encima, sin preocuparse por la pirater¨ªa que afecta a las costas de Somalia y a las del mar de la China Meridional. Otros trayectos que se beneficiar¨ªan son, por ejemplo, el que une R¨®terdam con Yokohama (8.500 kil¨®metros por el norte contra 20.600 por Suez) y de Vancouver a R¨®terdam (12.850 kil¨®metros por el ?rtico frente a 16.400 por el canal de Panam¨¢).
Desde un punto de vista ecologista, tanto la explotaci¨®n de petr¨®leo en el ?rtico como su transporte es una bomba de relojer¨ªa. ¡°En la mayor¨ªa de estas ¨¢reas hace much¨ªsimo fr¨ªo y viento, por lo que las condiciones de trabajo ser¨ªan muy dif¨ªciles. Si por lo que sea sucede un desastre, por ejemplo en septiembre, ser¨ªa imposible controlarlo a tiempo antes de que llegue el invierno y caiga la noche 24 horas¡±, opina Arne, el especialista en hielo. Richard Steiner, exprofesor en la Universidad de Alaska durante 30 a?os, experto en vertidos de petr¨®leo y hoy asesor freelance en la materia para Gobiernos y compa?¨ªas por todo el mundo, alerta de que un accidente de una plataforma o un petrolero en el ?rtico ¡°podr¨ªa tener consecuencias de muy larga duraci¨®n e incluso permanentes¡±. Pone un ejemplo, el desastre del Exxon Valdez en 1989 en Alaska: ¡°Todav¨ªa hoy recibimos petr¨®leo¡±.
Para controlar un vertido hay tres m¨¦todos, de los cuales ninguno es efectivo hoy por hoy en el norte: el mec¨¢nico, que consiste en atrapar el petr¨®leo mediante barreras; la dispersi¨®n qu¨ªmica mediante productos lanzados desde el aire, y, por ¨²ltimo, prendiendo fuego al crudo. ¡°En realidad no hay un m¨¦todo que sea fiable en ning¨²n mar. En el caso del Exxon Valdez se gastaron m¨¢s de dos billones de d¨®lares en la limpieza y solo se recuper¨® mec¨¢nicamente un 7% del petr¨®leo derramado. En el caso del desastre de BP en el golfo de M¨¦xico, la compa?¨ªa invirti¨® nueve billones de d¨®lares y solo se rescat¨® un 30% del crudo. En el hielo, hoy por hoy, es imposible: por el mal tiempo, el mar helado, la oscuridad del invierno¡ Adem¨¢s, el hielo podr¨ªa atrapar el petr¨®leo y hacerlo viajar muy lejos del derrame, multiplicando el desastre¡±, asegura Steiner. Seg¨²n relata, tan solo una compa?¨ªa finlandesa cuenta con unas barreras especiales: ¡°Solo funcionan en determinadas condiciones de fr¨ªo. Muy al norte no sirven. Eso lo saben las compa?¨ªas, los Gobiernos, las ONG, los cient¨ªficos¡ Lo que sucede es que las industrias y los Gobiernos pretenden estar m¨¢s preparados de lo que est¨¢n¡±.
Recientemente, el ?rtico ha vivido dos sustos. En enero de 2013, la plataforma Kulluk, de Shell, qued¨® a la deriva en el golfo de Alaska. Acab¨® encallada frente a la costa. No hubo derrame del m¨¢s de medio mill¨®n de litros de combustible que acumulaba en su interior. El ¨²ltimo incidente sucedi¨® en Rusia, en el paso del norte, en septiembre del a?o pasado: el petrolero Nordvik, con 5.000 toneladas de di¨¦sel a bordo, choc¨® con un iceberg que le abri¨® una grieta en el casco. Por suerte, fue insuficiente para destruir el buque y causar un vertido al mar. Las autoridades rusas censuraron que el Nordvik hubiera entrado al hielo sin escolta.
Ambos incidentes causan preocupaci¨®n en quienes ven en la exploraci¨®n ¨¢rtica un episodio m¨¢s de la ambici¨®n humana. En opini¨®n de muchos, desde ecologistas hasta cient¨ªficos y Gobiernos de pa¨ªses que ven en el cambio clim¨¢tico una amenaza real a su propia supervivencia (Maldivas, por ejemplo, con una altura m¨¢xima de dos metros, podr¨ªa desaparecer), lo que se necesita es crear un santuario ?rtico, la firma de un tratado global parecido al que ya existe en la Ant¨¢rtida, que proteja el Polo Norte de los intereses comerciales: ¡°Al menos deber¨ªa ser as¨ª en el alto ?rtico, que ning¨²n pa¨ªs pueda ir m¨¢s all¨¢ de las 200 millas n¨¢uticas de su costa. No tengo fe en que se haga, pero es lo que Naciones Unidas deber¨ªa conseguir¡±. Kim Holm¨¦n, el director del Instituto Polar de Noruega, est¨¢ acostumbrado a tratar con pol¨ªticos: ¡°Siempre les intento explicar que jam¨¢s llegaremos a ninguna parte si nos acusamos unos a otros. Hay pa¨ªses que hist¨®ricamente tienen m¨¢s culpa en las emisiones de CO2 a la atm¨®sfera; otros la tienen ahora, pero la responsabilidad es de todos¡±.
?Podr¨ªa sobrevivir la humanidad a un mundo sin hielo marino? ¡°Sobrevivir es una palabra muy fuerte. Creo que el hombre sobrevivir¨ªa incluso si el oso polar desapareciera. Pero el mundo ser¨ªa mucho m¨¢s pobre. Lo que quiero decir es que el oso polar debe preocuparnos, pero tambi¨¦n esos v¨ªnculos clim¨¢ticos globales de los que te hablo¡±, se?ala Holm¨¦n. En Long?yearbyen, uno de sus vecinos es el cineasta australiano Jason C. Roberts, especializado en documentales de naturaleza: ¡°El oso polar es una imagen ic¨®nica que ayuda a que la gente ponga rostro al ?rtico. Es uno de esos animales simb¨®licos de la Tierra, como los elefantes o los tigres. Si no cuidamos de ellos, ?c¨®mo salvaguardaremos el futuro del planeta?¡±.
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