Cuando la vecina marroqu¨ª llama a la puerta
Por Anal¨ªa Iglesias
Nos debemos un reencuentro y vernos, aunque sea por un momento. Hablamos de las mujeres a ambos lados del Mediterr¨¢neo, hablamos de las mujeres marroqu¨ªes que viven entre nosotras, algunas de las cuales salen de la invisibilidad para dejar sus testimonios en el corto Entre dos orillas.
Si a veces, desde Europa, Marruecos es apenas la carnicer¨ªa halal del barrio o la postal con camellos que nos trajimos de las vacaciones, las mujeres marroqu¨ªes son de verdad las grandes desconocidas al otro lado del Mediterr¨¢neo.
Las noticias casi siempre fragmentarias suelen referir alg¨²n momento ¨¢lgido o dar fugaz cuenta de los rasgos culturales que m¨¢s llamativamente nos diferencian de ellas. Dif¨ªcil que estos trazos nos ayuden a abrir la puerta del todo, para invitar a las vecinas a entrar casa y saber de ellas. O a ir a la suya y dar un paso decidido cuando nos abren.
Entre dos orillas es un mediometraje que registra apenas unas pocas primeras palabras de un pu?ado de mujeres marroqu¨ªes que viven en Espa?a, m¨¢s precisamente en la Comunidad Valenciana, y se estrena el mi¨¦rcoles 24 de septiembre, a las 19, en la Casa ?rabe de Madrid.
Trailer de 'Entre dos orillas'.
Tras los testimonios breves de estas seis inmigrantes, el espectador seguramente querr¨¢ seguir indagando, le surgir¨¢n nuevas preguntas y necesidad de profundizar. He ah¨ª el valor de este acercamiento que firma Hicham Malayo, un actor de Casablanca que trabaja en Madrid desde hace m¨¢s de 20 a?os, impulsor, con otros compa?eros, de la Asociaci¨®n de Artistas ?rabes en Espa?a.
Una de las preguntas que, sin duda, quedar¨¢ resonando al cabo del audiovisual es "?Qu¨¦ quiere Espa?a cuando habla de integraci¨®n?". La formula una las entrevistadas, una de esas mujeres que llevan muchos a?os, o d¨¦cadas, viviendo en suelo espa?ol, compartiendo vida, alegr¨ªa y tambi¨¦n dolorosos recortes sociales con sus vecinos nacidos aqu¨ª y all¨ª.
?Nos preguntamos las mismas cosas sobre la integraci¨®n cuando somos nosotros los que emigramos o los que pasamos una temporada en un pa¨ªs extranjero?
Por supuesto que las mujeres marroqu¨ªes -como casi cualquier ciudadano de esta Tierra- conservan buena parte de sus costumbres familiares. Algunas llevan velo y otras, no, en Barcelona o en Rabat. Algunas usan el hijab desde muy j¨®venes y otras lo adoptan lejos de su casa, mucho despu¨¦s de haberse casado, o incluso reci¨¦n cuando han quedado viudas; algunas llevar¨¢n el pa?uelo en la cabeza, a ratos, por ¨¦pocas, en Barcelona o en Rabat. Y cada una tendr¨¢ razones que querr¨¢ o no explicar, pero seguro que son tan individuales que dif¨ªcilmente coincidir¨¢n en todas sus aristas con las razones de las dem¨¢s.
Cada mujer de este registro documental es bien distinta de la anterior, o la misma que podr¨ªa decir "nosotras", si se prefiere. Ellas, nacidas en Marruecos (o de padres marroqu¨ªes) comparten unos puntos de partida entre s¨ª, y unas escalas y otros puntos de llegada con otras muchas mujeres de cualquier rinc¨®n del mundo.
Ellas, como nosotras, saben/sabemos que en cada sociedad hay cosas para contar en p¨²blico o no. Y que, vivamos en el pa¨ªs que vivamos, tenemos costumbres familiares y h¨¢bitos adquiridos, y tambi¨¦n secretos, y vida personal, y opiniones e intimidad, m¨¢s all¨¢ de maridos, hijos y dirigentes.
Malayo nos entreabre el postigo para que saludemos a las vecinas y nos vayamos contando.
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