Los taxis ganar¨ªan la guerra del ¡®car-sharing¡¯ si compartieran carreras
Un estudio del MIT demuestra que recoger pasajeros hace los viajes m¨¢s cortos y eficientes
En vez de despotricar contra la tecnolog¨ªa y de manifestarse por las calles de Barcelona o Madrid, o conseguir prohibiciones como la de Berl¨ªn, los taxistas podr¨ªan ganar la guerra de los coches compartidos a Uber y empresas similares con m¨¢s tecnolog¨ªa. Solo tendr¨ªan que seducir a sus clientes para que compartieran trayecto con otros pasajeros. Un estudio del MIT con el flujo de taxis de Nueva York demuestra que el trayecto medio ser¨ªa un 40% m¨¢s corto y la espera no ser¨ªa mayor de cinco minutos. Ganar¨ªan los taxistas (dos carreras en una), los clientes (tarifas m¨¢s reducidas) y el medio ambiente, con un reducci¨®n significativa del tr¨¢fico y las emisiones.
M¨¢s que la ciudad de los rascacielos, Nueva York es la capital del taxi. La flota de veh¨ªculos con licencia es de m¨¢s de 13.500 y, cada dos minutos, se piden unos 600 taxis. Contando s¨®lo los que inician o acaban la carrera en Manhattan, al a?o tienen lugar 150 millones de carreras. ?Y si se convierte cada carrera entre dos puntos en nodos de una red? Pues que se consigue una enorme malla en la que se pueden encontrar regularidades como que, en el trayecto entre un punto A y otro punto C, es altamente probable que un taxi pase por un punto B, donde podr¨ªa recoger a otro pasajero sin tener que desviarse de su ruta.
Usando la teor¨ªa de grafos, un equipo de investigadores del Senseable City Laboratory del Intituto Tecnol¨®gico de Massachusetts (MIT), el Istituto di Informatica e Telematica del Consiglio Nazionale delle Ricerche de Pisa (Italia) y del Departmento de Matem¨¢ticas de la Universidad de Cornell (Estados Unidos) han demostrado que la idea de compartir un taxi no es s¨®lo factible sino que es la opci¨®n m¨¢s racional y ventajosa para todos, salvo para sus nuevos rivales como Uber.
Para reconstruir el flujo de los taxis en Nueva York, los investigadores pudieron contar con todos los datos clave de aquellos millones de carreras: la posici¨®n de partida y la de llegada gracias al GPS de los taxis y por tanto de la duraci¨®n del trayecto y la identificaci¨®n de cada taxi por su licencia. Volcaron toda esa informaci¨®n sobre el mapa de Manhattan. La red generada estaba formada por los 150 millones de nodos (los trayectos) y la ingente cantidad de 100.000 millones de conexiones (solapamiento al menos parcial de dos trayectos). Y pusieron a correr sus algoritmos. En la versi¨®n m¨¢s simplificada, si el pasajero 1 es recogido en el punto A y en su camino al punto B puede recoger al pasajero 2 y llevarlo al punto C sin desviarse de su ruta inicial ni aumentar la duraci¨®n del trayecto en X minutos, se da una conexi¨®n entre nodos.
En su modelo, suponiendo que la paciencia de los pasajeros fuera de cinco minutos, en ese lapso de tiempo, casi el 95% de los trayectos podr¨ªan ser compartidos. En una situaci¨®n m¨¢s realista, en la que cada pasajero no tiene que esperar m¨¢s de un minuto para que se le asignara un taxi, cada carrera podr¨ªa ser compartida con otras 100. Tal como muestran en un art¨ªculo publicado en PNAS, los investigadores calculan que la duraci¨®n total de los trayectos se ver¨ªa reducida hasta en un 40%.
¡°El nuevo enfoque que hace este problema tratable es pensar en los trayectos como puntos o nodos de una red¡±, dice Carlo Ratti, del MIT y coautor del estudio. ¡°Dos carreras est¨¢n conectadas si los trayectos pueden ser compartidos sin generar inconvenientes a ambos pasajeros salvo un retraso m¨ªnimo establecido en, digamos, tres minutos¡±, a?ade. Los secretos de esta red pueden ser desenterrados con algoritmos inform¨¢ticos que ¡°emparejan los trayectos de una forma ¨®ptima, ofreciendo as¨ª la posible mejor opci¨®n de carreras compartidas entre los posibles clientes¡±, concreta Ratti.
Su modelo tambi¨¦n demuestra que, al menos en teor¨ªa, el taxi podr¨ªa ser compartido por m¨¢s de dos personas. En el caso de la carrera triple, la red generada por todos los trayectos es ya una hiperred casi ingobernable por los algoritmos. Pero, si tres personas a¨²n estuvieran dispuestas a compartir carrera, la mitad de ellas a¨²n podr¨ªan serlo.
¡°Un sistema de este tipo podr¨ªa beneficiar a los taxistas¡±, asegura Ratti. ¡°La norma general establece que si tienes un sistema m¨¢s eficiente, generas m¨¢s ingresos por unidad. La cuesti¨®n es c¨®mo se reparten los beneficios¡±, explica. El investigador ve dos casos extremos: Por un lado, si se cobra la misma cantidad por trayecto como ahora, pero el taxi lleva dos pasajeros en vez de uno, todos los beneficios son para los clientes. En el otro extremo, si se cobra a cada cliente como en la actualidad, pero van dos a bordo, toda la ganancia es para el taxista. ¡°En realidad, se producir¨ªa algo intermedio¡±, afirma Ratti.
Su modelo a¨²n ser¨ªa m¨¢s virtuoso. Adem¨¢s del ahorro, de la menor congesti¨®n del tr¨¢fico y la reducci¨®n de emisiones, habr¨ªa hasta menos taxis vac¨ªos. ¡°Hay que tener en cuenta un hecho: si los precios bajan, m¨¢s personas se animar¨ªan a coger un taxi, incrementando la demanda. Recuerde los vuelos de bajo coste, que han abierto un completamente segmento del mercado¡±, razona Ratti.
Los algoritmos y el sistema ideado podr¨ªa, seg¨²n los investigadores, ser f¨¢cilmente implantado en los actuales sistemas de gesti¨®n de taxis tambi¨¦n en ciudades mucho m¨¢s peque?as que Nueva York. Una app instalada en los m¨®viles ser¨ªa la encargada de recoger las peticiones y combinarlas en menos de un minuto. Eso s¨ª, habr¨ªa que decir adi¨®s a llamar un taxi con la mano levantada.
El estudio forma parte de Hubcab, un proyecto del MIT sobre movilidad urbana con el que se puede ver el flujo de los taxistas en la ciudad de Nueva York y c¨®mo, con modelos como el propuesto, podr¨ªa ser mejorado en pos de un tr¨¢fico sostenible. Para ellos, usan las matem¨¢ticas para explorar y cuantificar nuevas opciones de movilidad. En la web del proyecto se puede ver una simulaci¨®n para viisualizar cu¨¢nto se ganar¨ªa con un modelo como ¨¦ste.
Pero queda por ver el factor psicol¨®gico. En principio, no todo el mundo querr¨ªa compartir taxi con un extra?o y menos en Manhattan y eso es algo que los algoritmos creados en el MIT no pod¨ªan tener en cuenta. Para Ratti, la respuesta podr¨ªa estar en otras dimensiones de la llamada econom¨ªa compartida. ¡°Los servicios de alquiler de habitaciones como Airbnb muestran que la incomodidad de dejar entrar a un extra?o en tu espacio personal se ve neutralizada al menos en parte por el dinero que se gana y por la oportunidad de enriquecer su c¨ªrculo social. Y qui¨¦n sabe, podr¨ªas encontrarte con alguien interesante en el asiento de atr¨¢s de ese taxi¡±.
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