?Qu¨¦ relaci¨®n tiene el escarabajo de Kafka con la mec¨¢nica cu¨¢ntica?
Hay una lectura de ¡®La Metamorfosis¡¯, obra maestra de Kafka, que la sit¨²a en estrecha relaci¨®n con las teor¨ªas cu¨¢nticas
Si hay una ficci¨®n fundacional de la literatura moderna, esa es, sin duda, la historia de Gregor Samsa, un viajante de comercio que una ma?ana se despierta convertido en escarabajo. La historia se titul¨® Die Verwandlung, y aqu¨ª, en nuestro pa¨ªs, se conoce como La metamorfosis, aunque el t¨ªtulo m¨¢s acertado ser¨ªa La transformaci¨®n, tal y como aparece traducido por Luis Fernando Moreno Claros y Pilar Benito Olalla para la editorial Atalanta, un trabajo que viene acompa?ado por un extenso pr¨®logo, un posfacio, una cronolog¨ªa y una bibliograf¨ªa.
Sobre esta par¨¢bola tragic¨®mica que ha dado la vuelta a la manera de imaginar se han hecho muchas lecturas. Con todo, la que hoy traemos hasta aqu¨ª est¨¢ en estrecha relaci¨®n con las teor¨ªas cu¨¢nticas. Porque Frank Kafka se anticipa al principio de indeterminaci¨®n de Heisenberg formulado en 1925 y c¨®mo no, tambi¨¦n se anticipa al experimento mental de Schr?dinger que present¨® diez a?os despu¨¦s, en 1935, lo que sucede es que, en vez de gato, el protagonista de la obra de Kafka es un escarabajo ficticio, pero que, a su vez, es real, hasta que llega alguien y abre el libro y lo lee. Y aqu¨ª es cuando entra en juego el campo cu¨¢ntico, pues el escarabajo dejar¨¢ de ser real o ficticio dependiendo de la lectura que haga ese alguien. Jorge Volpi lo sabe y lo explica en su ¨²ltimo libro.
Porque, de igual manera que los electrones s¨®lo existen si alguien los mira, el escarabajo de Kafka s¨®lo existe cuando alguien lo lee, cuando ese alguien se sumerge entre las p¨¢ginas de una obra maestra donde nada es lo que parece ni siquiera esa extra?a criatura que no se deja clasificar del todo como gorgojo y tampoco como cucaracha de cocina. Se trata de la misma mirada clasificadora que lo alterar¨¢ como lo alter¨® Nabokov en uno de sus cursos de literatura, pues, seg¨²n es observado, nuestro querido bicho cambia de posici¨®n as¨ª como de momento hasta desaparecer por completo de nuestra vista. Cuando desaparece, en ese preciso instante, es cuando nos damos cuenta de que el insecto piensa y siente como un ser humano. Entonces empezamos a calcular qu¨¦ probabilidades hay de que sea m¨¢s humano que escarabajo.
Como curiosidad, el escarabajo vio la luz en noviembre de 1915, al mismo tiempo que Einstein alumbr¨® su Teor¨ªa de la relatividad general, mostrando la gravedad a escala c¨®smica y reformulando el campo de la cosmolog¨ªa. A Einstein, que contribuy¨® al nacimiento de la mec¨¢nica cu¨¢ntica en 1905 con su argumento acerca de los ¡°cuantos de luz¡±, la mec¨¢nica cu¨¢ntica no terminaba de seducirle; sus leyes, extra?as y sorprendentes, estaban m¨¢s cerca de la ficci¨®n que de los resultados cient¨ªficos. Para Einstein, el entrelazamiento cu¨¢ntico era una ¡°espeluznante acci¨®n a distancia¡±.
Sin embargo, la Teor¨ªa de la relatividad general de Einstein, que describe la gravedad a escala c¨®smica, y la mec¨¢nica cu¨¢ntica que gobierna el sorprendente y extra?o mundo de las part¨ªculas subat¨®micas, son dos modelos ¨Den apariencia contradictorios¨D que solo la imaginaci¨®n de un escarabajo puede conciliar. Eso s¨ª, una vez que despierte de su agitado sue?o y se vea convertido en un ser humano.
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