Los voluntarios que torturaban en nombre de la ciencia
Una revisi¨®n del trabajo de Stanley Milgram muestra que los participantes cre¨ªan hacer un bien mayor
?Qu¨¦ hace que una persona considerada normal torture a otra hasta matarla? En los a?os 60, el psic¨®logo social Stanley Milgram realiz¨® una serie de experimentos donde crey¨® encontrar la respuesta a atrocidades como la del Holocausto. Su conclusi¨®n fue que los humanos somos capaces de lo peor cuando estamos cumpliendo ¨®rdenes de una autoridad. Ahora, una revisi¨®n de sus archivos muestra que los participantes no se limitaban a obedecer y justificaron sus torturas porque eran en favor de la ciencia.
Desde el verano de 1961 Milgram llev¨® a cabo una serie de experimentos en su laboratorio de la Universidad de Yale. En teor¨ªa, las pruebas eran para un estudio sobre el impacto del castigo f¨ªsico en la mejora del aprendizaje. Eso fue al menos lo que dec¨ªan los carteles que pegaron por el campus para captar voluntarios a cuatro d¨®lares la hora.
En realidad, lo que Milgram quer¨ªa estudiar era porqu¨¦ las personas obedecen ¨®rdenes destructivas cuando proceden de una autoridad. En la versi¨®n m¨¢s conocida de sus experimentos, los participantes se sentaban ante un aparato con 30 interruptores. El primero liberaba una descarga de unos suaves 15 voltios y el voltaje iba subiendo hasta el ¨²ltimo, donde alcanzaban unos letales 450 voltios. Al otro lado del cable hab¨ªa un estudiante. Si se equivocaba en la tarea de recordar una serie de palabras, un supervisor vestido de bata blanca daba la orden de castigarlo con un calambrazo.
Eso es lo que cre¨ªan los participantes en el estudio. Por fortuna para los estudiantes, nunca hubo descargas reales. Se trataba de actores que s¨®lo ten¨ªan que meterse en el papel y quejarse de cada descarga y, si eran muy extremas, implorar porque la tortura acabara. S¨®lo al final de las pruebas Milgram dijo a los voluntarios que todo era una estratagema dise?ada para estudiar la obediencia a la autoridad.
Los resultados sorprendieron al propio Milgram y a¨²n ocupan espacio en los manuales de psicolog¨ªa. La gran mayor¨ªa de los participantes no tuvieron muchos reparos en administrar las descargas hasta el m¨¢ximo de los 450 voltios. S¨®lo unos pocos abandonaron el experimento ante los lamentos del torturado.
En su elaboraci¨®n del porqu¨¦ de esta conducta, Milgram sosten¨ªa que, en presencia de una autoridad poderosa, las personas se concentran en cumplir los deseos de esa autoridad y no tanto en la cuesti¨®n de si sus acciones era moralmente correctas o no. Lo voluntarios se convirtieron en agentes pasivos y acr¨ªticos del de la bata blanca. Pero esas son las conclusiones que dej¨® escritas Milgram en sus art¨ªculos y en la obra Obediencia a la autoridad.
Sin embargo, los documentos originales de sus investigaciones dicen otra cosa. Dicen que, aunque muchos voluntarios sufrieron mientras aplicaban las descargas, la inmensa mayor¨ªa narcotizaron esa sensaci¨®n con la idea de que estaban haciendo un gran servicio al estudio, la Universidad de Yale, la ciencia y al progreso humano en general.
La caja 44 de los Archivos de Yale
¡°Los materiales que he descubierto durante un periodo largo de investigaci¨®n en los Archivos de Yale en 2012 contienen gran cantidad de informaci¨®n sobre las experiencias de los participantes que no hab¨ªan sido estudiados antes¡±, dice la investigadora de la universidad australiana de Macquarie, Kathryn Millard y coautora de una revisi¨®n de los experimentos de Milgram publicada en el British Journal of Social Psychology.
La joya de esos archivos es la caja 44. Contiene documentos originales del trabajo de Milgram que ¨¦l nunca us¨® en sus art¨ªculos p¨²blicos. En especial, material original sobre los m¨¢s de 800 voluntarios que durante una hora jugaron a ser torturadores. Tras acabar los experimentos, Milgram les hab¨ªa enviado un dossier explic¨¢ndoles los objetivos de su estudio y lo importante que hab¨ªa sido su participaci¨®n en ¨¦l.
El psic¨®logo les ped¨ªa tambi¨¦n que respondieran a un cuestionario con 10 preguntas sobre su experiencia personal del experimento. 659 lo hicieron. Pero Milgram s¨®lo us¨® las respuestas a una de ellas en sus publicaciones. Era la pregunta n? 8, la que les planteaba s¨ª estaban satisfechos o lamentaban haber participado. Un 88% respondi¨® estar muy satisfecho o satisfecho. Era el porcentaje que se conoc¨ªa, pero los de las otras nueve preguntas nunca fueron hechos p¨²blicos por Milgram.
Entre esas preguntas rescatadas ahora por Millard y un equipo de psic¨®logos hab¨ªa algunas sobre sus propias sensaciones tras el experimento o si les hab¨ªa parecido relevante o hab¨ªan aprendido algo. Entre el 67% y el 88% de las respuestas dec¨ªan que s¨ª. Otras les cuestionaron sobre el valor cient¨ªfico del experimento o la implicaci¨®n de Yale en ¨¦l. Seg¨²n la pregunta concreta, entre un 80% y un 99% afirmaron la importancia del estudio, la necesidad de continuarlo con nuevos ensayos sobre la conducta humana o su valoraci¨®n positiva de la implicaci¨®n de la universidad en este tipo de investigaciones.
¡°Este es uno de nuestros principales argumentos: los participantes no obedecieron ciegamente sino que en realidad actuaron como lo hicieron porque cre¨ªan en la causa cient¨ªfica en la que incluso ellos estaban teniendo un protagonismo¡±, comenta el psic¨®logo de la Universidad de Queensland y coautor del estudio, Alex Haslam.
Eso no significa que les agradara dar descargas. ¡°La tarea en s¨ª fue estresante ya que los participantes oscilaban entre identificarse con el supervisor o con el estudiante¡±, explica Haslam. ¡°Despu¨¦s del estudio sin embargo, Milgram pudo resolver esta tensi¨®n explic¨¢ndoles que el da?o que estuvieron dispuestos a infligir era por una causa que merec¨ªa la pena¡±. Y los voluntarios le compraron el argumento.
Eso es al menos lo que se desprende del an¨¢lisis de los comentarios que aparecen en las fichas de la caja 44. No hubo un comportamiento burocr¨¢tico de sometimiento a las normas, sino un verdadero entusiasmo por la ciencia. Como escriben los autores en sus conclusiones: ¡°Los participantes se sintieron bien consigo mismos porque hab¨ªan sido parte de y ayudado al progreso cient¨ªfico¡±.
Con todo este nuevo material, Millard ha confeccionado la pel¨ªcula documental Shock Room, en fase de posproducci¨®n, donde recrea los experimentos de Milgram a la luz de lo que ha desvelado la caja 44 de los archivos de Yale.
¡°Si Milgram pudiera leer este nuevo estudio y ver el film, querr¨ªa pensar que le gustar¨ªa¡±, dice la investigadora australiana. ¡°Explor¨® un tema de gran importancia: qu¨¦ hacemos cuando nos encontramos en una situaci¨®n en la que alguien nos pide u ordena algo que entra en conflicto con nuestra conciencia. Aunque este nuevo trabajo cuestiona sus conclusiones, a¨²n se?ala la importancia de las implicaciones de sus experimentos¡±.
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