La tit¨¢nica inmersi¨®n de James Cameron
El 26 de marzo de 2012, el director de 'Titanic' descendi¨® hasta los 10.908 metros Era una profundidad nunca antes alcanzada por el ser humano en solitario Retrata la haza?a un documental estrenado el mes pasado en Nueva York
Cuando en 1998 James Cameron (Ontario, Canad¨¢, 1954) recibi¨® el Oscar al mejor director por Titanic, grit¨® a los cuatro vientos que se sent¨ªa el rey del mundo. El gesto puede parecer un poco teatral, pero estaba justificado. Esa noche su pel¨ªcula recibi¨® 11 galardones, igualando el r¨¦cord conseguido por Ben-Hur en 1960. El realizador hab¨ªa tocado techo. Pero lo que pocos imaginaban es que su mayor deseo ya entonces era tocar fondo. Literalmente. Quer¨ªa bajar al punto m¨¢s hondo del mar: la fosa de las Marianas, situada en el oc¨¦ano Pac¨ªfico. Catorce a?os despu¨¦s lo consigui¨®. El 26 de marzo de 2012 Cameron descendi¨® hasta los 10.908 metros, una profundidad nunca antes alcanzada por el ser humano en solitario. Esta suerte de Odisea submarina fue retratada en una pel¨ªcula documental que se estren¨® el mes pasado en Nueva York: Deepsea Challenge 3D. La cinta, en la que Cameron pasa de director a protagonista, cuenta con todos los elementos cl¨¢sicos de una superproducci¨®n, incluido un gran presupuesto, que convirti¨® en determinante el apoyo de un grupo de patrocinadores encabezado por Rolex.
¡°No hago esta inmersi¨®n para descubrir criaturas fant¨¢sticas que me sirvan de inspiraci¨®n para Avatar. En todo caso hago Avatar [tiene tres pel¨ªculas m¨¢s comprometidas hasta 2019] para conseguir m¨¢s dinero y poder seguir con la exploraci¨®n oce¨¢nica¡±, puntualiza el director al d¨ªa siguiente de la proyecci¨®n.
El problema, el primero de los muchos con los que se encontr¨® el realizador, es que no exist¨ªa ning¨²n veh¨ªculo civil que le permitiese acometer su haza?a. Lo que le dej¨® una sola alternativa: fabricarlo. ¡°No pienso confesar cu¨¢nto invertimos. Solo dir¨¦ que los submarinos de la Armada americana cuestan alrededor de 65 millones de d¨®lares [unos 50 millones de euros]; los del Ej¨¦rcito ruso, casi 100 [77 millones de euros], y el nuestro no llega a una d¨¦cima parte de ese valor¡±, explica en un sal¨®n del hotel Ritz de Nueva York donde recibe a la prensa.
No solo se trataba de comprar piezas y ensamblarlas. El peque?o equipo que el director reuni¨® en 2005 dise?¨® y desarroll¨® dispositivos de iluminaci¨®n, bater¨ªas y pesas: sistemas ¨²nicos y espec¨ªficamente pensados para aguantar ocho toneladas por pulgada cuadrada de presi¨®n. Las que tendr¨ªa que soportar el batiscafo al llegar al fondo de la fosa, donde la vida es supuestamente inviable, pero de la que Cameron consigui¨® extraer ¨Cgracias a un complejo brazo rob¨®tico¨C rastros de bacterias. ¡°Las m¨¢s profundas que se hab¨ªan encontrado hasta el momento estaban a unos 17.000 pies [unos 5.000 metros]. Es decir, casi a la mitad de distancia¡±, cuenta orgulloso. Adem¨¢s, las muestras tomadas a lo largo de su inmersi¨®n han permitido identificar 68 nuevas especies de seres vivos, seg¨²n asegura el director.
La aportaci¨®n cient¨ªfica de la expedici¨®n Deepsea Challenge parece incuestionable, pero su legado en materia de ingenier¨ªa n¨¢utica tampoco es balad¨ª. Cameron y su equipo decidieron donar a la instituci¨®n oceanogr¨¢fica Woods Hole todos los planos y dise?os que hab¨ªan desarrollado gracias a fondos privados para que cualquier entidad pueda beneficiarse ahora libre y gratuitamente de ellos. Una suerte de c¨®digo de programaci¨®n abierto que, como reconoce Cameron, puede resultar ¨²til, pero no infalible. ¡°Una vez vino a visitarnos a los astilleros de Sidney [donde estaban construyendo su batiscafo] un general al cargo de las operaciones especiales del Ej¨¦rcito de Estados Unidos. Ech¨® un vistazo y me dijo: ¡®Nos gastamos un bill¨®n de d¨®lares [mil millones de euros] en dise?ar un submarino para inmersiones profundas y se frio antes incluso de que lo meti¨¦ramos en el agua porque las bater¨ªas fallaron. ?Por qu¨¦ t¨² lo est¨¢s logrando y nosotros, con todos nuestros recursos, no?¡¯. Le dije que ten¨ªa que ver con la forma de crear equipo y con el compromiso¡±, recuerda a¨²n m¨¢s orgulloso si cabe.
El Ej¨¦rcito estadounidense tambi¨¦n consigui¨® llegar a la fosa de las Marianas. Fue el 23 de enero de 1960. El batiscafo Trieste, tripulado por Jacques Piccard y Don Walsh, descendi¨® hasta los 10.900 metros, ocho menos que el Deepsea Challenger. Ning¨²n ser humano hab¨ªa regresado a los confines de esa zona del oc¨¦ano Pac¨ªfico hasta 2012. En aquella primera inmersi¨®n, Piccard introdujo un reloj de Rolex en los conductos inundables del submarino para realizar un experimento. M¨¢s de medio siglo despu¨¦s fue Walsh, al que Cameron hab¨ªa contratado como asesor, quien sugiri¨® que la casa suiza fabricase una edici¨®n especial con motivo de esta segunda aventura. Y as¨ª lo hicieron. En solo cinco semanas crearon el Rolex Deepsea Challenge, que tambi¨¦n viaj¨® al fondo de las Marianas abrazado a la mu?eca del director de Avatar y al brazo mec¨¢nico de la nave.
En el documental y en el discurso de Cameron, como en sus pel¨ªculas, hay mucha ¨¦pica. No solo se trata de la conquista de un territorio inexplorado, sino tambi¨¦n de la superaci¨®n y el descubrimiento personal. La cinta incide especialmente en el segundo punto. A lo largo de sus casi 90 minutos de metraje recoge c¨®mo, cuando el director lleg¨® a Sidney tres meses antes de la inmersi¨®n final, no hab¨ªa ni una pieza del submarino ensamblada y c¨®mo el equipo consigui¨® acometer en menos de 90 d¨ªas ¡°el trabajo que normalmente suele llevar un a?o¡±.
Tambi¨¦n muestra un primer descenso de prueba donde ¡°pr¨¢cticamente todo lo que pod¨ªa estar montado al rev¨¦s lo estaba¡± y alg¨²n gabinete de crisis que pondr¨ªa los pelos de punta a la mism¨ªsima Margaret Thatcher. ¡°Frente a un problema, tanto en Avatar como con los chicos del Deepsea Challenger, siempre hago dos cosas: la primera es mostrarles lo lejos que hemos llegado y lo poco que nos queda¡±. Y la segunda, recordarles que si se han embarcado en ese proyecto es, precisamente, porque resulta dif¨ªcil. ¡°Les digo: ¡®Hoy nos enfrentamos a un problema cuya respuesta no conocemos, pero nadie en el mundo puede resolverlo porque nadie se ha enfrentado a ¨¦l antes. Cualquiera que sea la soluci¨®n con la que demos, porque daremos con ella, se convertir¨¢ en una p¨¢gina del manual para la gente que venga detr¨¢s de nosotros¡¯. Y te aseguro que en dos o tres d¨ªas la soluci¨®n surgir¨¢¡±, garantiza.
Ninguna de sus habilidades como coach fueron de utilidad en el momento m¨¢s dram¨¢tico de la expedici¨®n: las muertes de Andrew Wright y Mike deGruy ¨Cmiembros del equipo y amigos ¨ªntimos del director¨C en un accidente de helic¨®ptero. La pel¨ªcula documenta el luto y el dolor por su p¨¦rdida como parte del viaje emocional que esta aventura supuso para el equipo y en especial para Cameron. Ah¨ª est¨¢n las l¨¢grimas de su quinta mujer, Suzy Amis, primero en la pantalla y luego en la cola del ba?o del Museo de Historia Natural de Nueva York, donde se estren¨® la cinta. Rodeada de desconocidas, reconoc¨ªa sin pudor que el visionado le hab¨ªa hecho rememorar todo el miedo y la angustia vividos en marzo de 2012, cuando su marido se encerr¨® en una peque?a c¨¢psula, siendo consciente de que a una determinada profundidad, el punto de no retorno, nada podr¨ªa hacerse para rescatarlo si algo sal¨ªa mal.
Cameron cuenta que de todos los escenarios posibles ¨Cincendios, fallo de las bater¨ªas¨C, el que realmente le atormentaba era el ¨²nico que no pod¨ªa controlar: la aparici¨®n de una red de pesca. Algo tan aparentemente inofensivo y que, seg¨²n explica el director, podr¨ªa haber resultado letal. ¡°Algunos barcos pierden sus redes. Al estar lastradas, permanecen abiertas y se hunden, pero como el nailon del que est¨¢n hechas flota, se convierten en una especie de enormes cortinas. Como te quedes atrapado en una, se acab¨®¡±, dice chasqueando los dedos.
Nunca temi¨® que su mente le jugara una mala pasada. Antes de cada descenso de prueba, y por supuesto antes del definitivo, realizaba un proceso de visualizaci¨®n: recreaba mentalmente cada movimiento que deb¨ªa hacer, cada bot¨®n que ten¨ªa que apretar, cada indicador que hab¨ªa que chequear. Luego completaba las comprobaciones de seguridad dentro de la c¨¢psula ¨Cpero fuera del agua¨C durante tres horas. Nada de pensar en sus hijos.
La inmersi¨®n final dur¨® unas diez horas. Y debido al mal tiempo tuvo que hacerse a las tres de la madrugada. Cameron se fue a la cama a las ocho, pero solo consigui¨® dormir una hora. Despu¨¦s, a m¨¢s de 10.000 metros de profundidad, donde nadie hab¨ªa estado antes, sobre ¡°una superficie pr¨ªstina como la de la Luna¡±, recuerda que tuvo un fuerte sentimiento de soledad. ¡°Me puse en una situaci¨®n en la que no pod¨ªa estar m¨¢s lejos de ning¨²n otro ser humano y al mismo tiempo no pod¨ªa parar de pensar en la inmensidad del universo¡±. Tambi¨¦n supo que era una experiencia que quer¨ªa repetir. Quiz¨¢ cuando termine de rodar Avatar IV en 2019. A¨²n hay mucho por hacer en el mundo de la investigaci¨®n oceanogr¨¢fica. ¡°Me encantar¨ªa utilizar el Deepsea Challenger para depositar sensores en el fondo de fosas como la de Puerto Rico o Jap¨®n, donde se origin¨® el tsunami, para estudiar los desplazamientos tect¨®nicos y crear modelos de lo que podr¨ªa ocurrir. No hay nadie que lo est¨¦ haciendo¡±
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