El ¡®darwinismo¡¯ del viol¨ªn
Un estudio usa la teor¨ªa de la evoluci¨®n para analizar c¨®mo ha cambiado la forma del viol¨ªn
A Daniel Chitwood (Norwalk, 1981) le gustaba mirar y clasificar hojas. Pero hay tantas que penden de los ¨¢rboles que decidi¨® buscarse algo m¨¢s manejable: un viol¨ªn. Mejor dicho, 9.000 violines. En la investigaci¨®n que publica hoy la revista online PLoS One, este bi¨®logo del centro de investigaci¨®n de Danforth (EEUU) aplica los principios de la evoluci¨®n para concluir que la apariencia de este instrumento le debe m¨¢s a Darwin que a la m¨²sica.
¡°Toco la viola y esa es mi conexi¨®n con la m¨²sica. Pero mis estudios se han centrado en la morfolog¨ªa de las hojas ideal para cada ecosistema. La ventaja de los violines frente a las hojas es que la cantidad de datos para elaborar una estad¨ªstica es m¨¢s manejable¡±, explica. Pero en ning¨²n modo peque?a. Chitwood analiz¨® las formas ¡°muy complejas¡± de m¨¢s de 9.000 violines, pues existe un registro fotogr¨¢fico de todas estas piezas que permite analizar sus cambios durante cuatro siglos de m¨²sica. ¡°Muy pronto entend¨ª cu¨¢l era el factor fundamental de este cambio: el tiempo¡±.
Chitwood observ¨® que el flujo de esos 400 a?os iba acabando con la gran variedad de formas que presentaban los ancestros m¨¢s inmediatos del instrumento para acabar limitando su apariencia a cuatro modelos fuertemente ligados a cuatro familias: Maggini, Amati, Steiner y, c¨®mo no, Stradivarius. ¡°?l fue el primero en encontrar una forma distinta. Y despu¨¦s est¨¢ muy bien documentado en la historia c¨®mo su apariencia se ha mantenido hasta el viol¨ªn contempor¨¢neo¡±. ?Razones? La copia, o inspiraci¨®n, de las formas inventadas por Antonius Stradivarius en Francia o Inglaterra entre 1840 y 1850. Y su posterior ¨¦xito en el p¨²blico, que las asumi¨® ¡°como una moda¡±, en palabras del investigador, expandi¨¦ndolas ¡°como un virus en lugar de otras opciones¡±.
El encanto del 'stradivarius'
El estudio llega m¨¢s lejos a¨²n al subrayar lo ¡°llamativo de que la caracter¨ªstica forma de los violines se haya pasado por alto (e incluso haya sido ignorada voluntariamente) en el estudio de la ac¨²stica moderna¡±. Chitwood cita a cient¨ªficos y humanistas como el franc¨¦s F¨¦lix Savart (1791-1841) que ya hab¨ªan propuesto otras formas m¨¢s adecuadas para mejorar el sonido de los violines, en su caso, una geometr¨ªa trapezoidal. Resumiendo, que la fama debida a los stradivarius no ven¨ªa de ser los mejores violines, ¡°aunque su calidad fuera excepcional¡±, reconoce Chitwood, sino de otros factores ingobernables como son el gusto o la imitaci¨®n. ¡°Lo importante es que la gente percib¨ªa que estos instrumentos eran mejores. Y por eso estaban dispuestos a pagarlos a precios m¨¢s altos y en consecuencia, su forma perdur¨®. Y esto, hasta cierto punto, es un resumen de c¨®mo funciona la evoluci¨®n. La evoluci¨®n no encuentra la mejor soluci¨®n para un problema, sino que premia al que mejor se reproduce y se adapta a su entorno. Y en ese sentido, el stradivarious es el que mejor se adapt¨® a su ¨¦poca¡±.
Esta visi¨®n evolucionista, que deja en un segundo plano la calidad musical del viol¨ªn y apuesta por factores sociol¨®gicos como el gusto de una ¨¦poca o el poder de transmisi¨®n y nepotismo de los artesanos, encuentra como poco sus matices en opini¨®n de otros expertos. Ram¨®n Andr¨¦s (Pamplona, 1955), poeta y reconocido estudioso de la m¨²sica, afirma que, ¡°aunque se puede hablar de cierto darwinismo del viol¨ªn¡±, lo esencial es la est¨¦tica, s¨ª, pero la est¨¦tica musical. ¡°La m¨²sica, la b¨²squeda de un sonido, es el factor fundamental. Se llegaban a dise?ar instrumentos en concreto para un int¨¦rprete. El espacio tambi¨¦n fue clave. Se dej¨® de tocar en lugares peque?os y eso requer¨ªa un cambio tambi¨¦n en la forma de los instrumentos para que alcanzaran un mayor volumen. La creaci¨®n de una m¨²sica nueva exige instrumentos nuevos, y no al rev¨¦s¡±, a?ade Andr¨¦s. Para ¨¦l, el salto a unas conclusiones basadas en el paralelismo con la biolog¨ªa y la teor¨ªa de la evoluci¨®n es ¡°muy relativo¡±.
Independientemente de la pol¨¦mica que genere su estudio, a Chitwood le alegra poder cruzar los caminos a menudo inencontrables de ciencia y humanidades. ¡°Fue el art¨ªculo m¨¢s divertido que he escrito hasta ahora. Y lo que he hecho no es m¨¢s que aplicar un principio muy estricto de la estad¨ªstica a una cuesti¨®n cl¨¢sica de las humanidades. Antes sent¨ªa que como cient¨ªfico no pod¨ªa ocuparme de una cuesti¨®n cultural o hist¨®rica. Pero ahora creo que ambos saberes tienen mucho que aprender el uno del otro¡±.
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