Dureza con el fraude

Instalar la idea de que el delito fiscal conduce a la c¨¢rcel es una advertencia importante para la parte de la poblaci¨®n que incumple sus obligaciones tributarias. De ah¨ª la importancia de las noticias publicadas por este peri¨®dico, que dan cuenta de un aumento del n¨²mero de personas encarceladas por delito fiscal: 144 actualmente, frente a las 82 de 2012.

Espa?a tiene que dejar de ser un pa¨ªs de jauja para los delincuentes tributarios. La duda es si esos resultados son realmente el fruto de una estrategia precisa y coordinada. La Fiscal¨ªa del Estado ha aclarado que no existe ninguna indicaci¨®n gen¨¦rica para perseguir el delito fiscal, y cabe preguntarse el porqu¨¦ de esa actitud. S¨ª se dispone de explicaciones sobre el empuje de la abogac¨ªa del Estado y el mayor grado de conciencia adquirido por los jueces, que ya no aceptan lo que ayer se toleraba o se trataba como una simple infracci¨®n.

Pero tales cambios tampoco garantizan un trato igual respecto a otras circunstancias. As¨ª, algunos tribunales no suspenden la entrada en prisi¨®n de los condenados a penas inferiores a dos a?os, pero otros contin¨²an haci¨¦ndolo incluso con sentencias m¨¢s graves, como la Audiencia de Castell¨®n, que ha permitido la libertad de Carlos Fabra ¡ªexpresidente de la Diputaci¨®n de esa provincia¡ª mientras se tramita una solicitud de indulto para el condenado.

Dejar de abonar los impuestos merma la bolsa com¨²n, y eso se traduce en falta de recursos con los que sufragar los servicios a la colectividad. Las personas de notoriedad p¨²blica pilladas en falta han acelerado el rechazo social, si bien unos cuantos nombres de famosos no lo explican todo, porque defraudar se hab¨ªa convertido en una actividad demasiado comprendida en la sociedad y excesivamente compartida. Los ciudadanos cumplidores hacen bien en no soportar m¨¢s a los que se valen de cualquier artificio para esconder dinero al fisco.

Espa?a necesita corregir la sospecha de ser uno de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea con mayor proporci¨®n de su actividad escamoteada al control fiscal; y debe cerrar los portillos por los que los grandes contribuyentes se cuelan para minimizar su contribuci¨®n a las arcas p¨²blicas. Combatir las zonas negras de la econom¨ªa tiene que convertirse en un objetivo prioritario de la sociedad y de sus instituciones.