Givenchy escribe una carta de amor a la alta costura
La obra del dise?ador franc¨¦s Hubert de Givenchy protagoniza la primera exposici¨®n de moda del Museo Thyssen-Bornemisza El dise?ador ha seleccionado un centenar de piezas que rinden homenaje a sus clientas y a sus costureras
Hubert de Givenchy, 87 a?os de historia de la moda hecha carne, pide un collar de perlas. Quiere que adorne un vestido de noche con flores que dise?¨® d¨¦cadas atr¨¢s, una de las cien piezas que componen la exposici¨®n sobre sus cuarenta a?os de trabajo en el Museo Thyssen-Bornemisza. Ese gesto se ha repetido muchas veces en la ¨²ltima semana a juzgar por la cantidad de pendientes, guantes y otros adornos que rematan los maniqu¨ªes. Es una de las consecuencias de que el propio dise?ador se involucre completamente en una retrospectiva. De esta forma, la muestra -la primera dedicada a la moda que organiza el museo madrile?o y que se podr¨¢ visitar a partir del 22 de octubre- se convierte en un asunto mucho m¨¢s emocional que acad¨¦mico. Givenchy ha seleccionado las piezas a partir de sus recuerdos y ha querido que rindieran homenaje a sus clientas y a sus costureras. Finalmente, esta exposici¨®n se convierte en un acto de amor a un oficio y a los que lo hacen posible. Y una ocasi¨®n ¨²nica para que un creador de la era dorada de la alta costura escriba su testamento creativo y deje una fotograf¨ªa muy precisa de su singular visi¨®n de la moda. Es at¨ªpico que sea el propio dise?ador quien elija c¨®mo quiere ser recordado.
Siempre educado, locuaz a pesar de su cansancio, el que fuera disc¨ªpulo de Balenciaga no oculta su distancia con la industria actual. ¡°La alta costura correspond¨ªa a otra ¨¦poca y la moda debe adaptarse a la vida¡±, admite. ¡°Yo empec¨¦ cuando la alta costura significaba algo. Madame Gr¨¨s, Balenciaga o Dior eran artistas. La gente aprend¨ªa en sus talleres y no se puede reemplazar ese talento. Hoy muchas firmas hacen estas colecciones para luego vender bolsos y zapatos. Se trata de un asunto financiero. Pero la alta costura era otra cosa: mujeres fieles que amaban vestirse en casa de un dise?ador porque el estilo correspond¨ªa al suyo. No hay que llorar por el pasado. Pero hoy, como ayer, se trata de hacer cosas que tengan sentido y que no sean vulgares. Incluso con las excentricidades. Balenciaga dise?aba piezas fant¨¢sticas pero siempre respetaba el buen gusto y los materiales¡±.
Resulta pertinente que el amor y la emoci¨®n sean el veh¨ªculo para explicar una carrera profundamente marcada por las relaciones de admiraci¨®n. La m¨¢s c¨¦lebre fue la que mantuvo con la actriz Audrey Hepburn, pero el v¨ªnculo con Crist¨®bal Balenciaga tambi¨¦n fue capital. Tanto como para que el herm¨¦tico dise?ador (1895-1972) le prestara materiales y costureras y le pasara su clientela cuando cerr¨® su casa en 1968. ¡°Est¨¦ticamente, Givenchy es el disc¨ªpulo m¨¢s cercano a Balenciaga¡±, analiza Miren Arzalluz, experta en el creador espa?ol. ¡°Y, a diferencia de su maestro, tuvo la oportunidad de llevar el concepto al pr¨ºt-¨¤-porter. Primar la l¨ªnea sobre el adorno, la importancia de los tejidos¡ Todo eso lo aprendi¨® de Crist¨®bal Balenciaga y lo utiliz¨® en las d¨¦cadas sucesivas¡±.
Es imposible desligar la trayectoria de Hubert de Givenchy (Beauvais, 1927) de la historia de la moda de los ¨²ltimos 60 a?os. Abri¨® su casa en 1952, en la era dorada de la alta costura, y se retir¨® en 1996. Estuvo entre los primeros en probar suerte con el pr¨ºt-¨¤-porter -donde se aventur¨® ya en 1954- y brill¨® gracias a la silueta saco y a prendas sueltas como la blusa Bettina, que anticipaban el deseo de escapar al dictado del atuendo completo. Tras vender su compa?¨ªa al mayor grupo de lujo del mundo, Louis Vuitton Mo?t Hennessy (LVMH), aguant¨® siete a?os al frente. Despu¨¦s de su retirada, John Galliano, Alexander McQueen y Julie Macdonald le sucedieron para tratar de rejuvenecer la compa?¨ªa y desde 2005 es Riccardo Tisci quien dise?a en su nombre con notable ¨¦xito.?
Pero no parece que Givenchy est¨¦ del todo de acuerdo con lo que el medi¨¢tico italiano produce en la actualidad. ¡°Prefiero no hacer comentarios¡±, responde para ofrecerlos a continuaci¨®n. ¡°No hay continuidad. ?l vino a verme cuando empez¨® y le dije lo importante que era ocuparse de las clientas para crear una confianza y aconsejarlas bien. Pero ¨¦l no las escucha, su colecci¨®n de alta costura son 15 vestidos llenos de pedrer¨ªa para pa¨ªses con mucho dinero. No tiene nada que ver con lo que hac¨ªamos en la maison. Se presenta en prensa como una colecci¨®n de moda, pero ?es eso la moda? Si la clientela ya no est¨¢ y no hay encargos, ?como se puede esperar que haya vestidos, abrigos y faldas? Todo se limita a vestidos de noche bordados¡±.
Yo no merezco esto", exclam¨® el dise?ador al llegar al museo y ver los carteles con su nombre
A diferencia de lo que ocurre con Yves Saint Laurent, Chanel o Dior, no se han organizado tantas exposiciones sobre el trabajo de Givenchy. Destacan la del Fashion Institute of Technology de Nueva York en 1982 y la del Museo Galliera de Par¨ªs en 1991. Eloy Mart¨ªnez de la Pera, que ejerce de comisario en este proyecto junto a Givenchy, lo atribuye a su modestia. El dise?ador fue uno de los motores de la creaci¨®n del Museo Balenciaga de Getaria (abierto en 2011), pero no ha impulsado semejantes homenajes para s¨ª mismo. De hecho, el comisario relata la emoci¨®n que el creador sinti¨® al llegar al Museo Thyssen (directamente desde el aeropuerto, neg¨¢ndose a ir al hotel a descansar) y ver su nombre en la entrada. ¡°Yo no merezco esto¡±, exclam¨®.
¡°Siendo uno de los grandes, no se comporta como tal. Al final de su ¨²ltima colecci¨®n, quiso que salieran sus costureras a saludar y eso explica su car¨¢cter. No fue una pose¡±, razona Mart¨ªnez de la Pera. ?l ha seleccionado una quincena de pinturas para que dialoguen con los vestidos. Pero los cuadros -de Zurbar¨¢n, Rothko o Mir¨®- se quedan en un segundo plano como si quisieran mostrar que la relaci¨®n con el arte tambi¨¦n fue menos obvia que la de otros colegas. As¨ª lo analiza el tambi¨¦n dise?ador Phillipe Venet, el mejor amigo de Givenchy desde los a?os cincuenta: ¡°Yves Saint Laurent copiaba los cuadros exactamente sobre los vestidos. En este caso, la influencia del arte es m¨¢s ¨ªntima y sutil. Se nota en las proporciones y en el uso del color¡±.
Hubert de Givenchy destaca por su refinado sentido del gusto. Naci¨® en una familia que combinaba lo aristocr¨¢tico con lo creativo y su trabajo proyecta la clase de familiaridad con la belleza que permite bordar un traje de novia con pedazos de pl¨¢stico y que el resultado sea exquisito. Eso explica por qu¨¦ su estilo fue tan del agrado de mujeres como Audrey Hepburn, Grace Kelly o Jackie Kennedy. Con la primera mantuvo esa legendaria relaci¨®n entre musa y creador que todav¨ªa es uno de los matrimonios favoritos del cine y la moda. Se conocieron en 1954 cuando ambos eran j¨®venes y extraordinariamente atractivos y su amistad continu¨® durante cuarenta a?os, hasta que la actriz muri¨® en 1993. "?Qu¨¦ es la elegancia? La respuesta es f¨¢cil: Audrey Hepburn¡±, afirma. Pero no es el archifamoso vestido negro de la pel¨ªcula Desayuno con diamantes (1961) lo que mejor cuenta la fuerte carga sentimental de este proyecto, sino la gran fotograf¨ªa de la actriz vestida de Givenchy que le acompa?a. ¡°No es una imagen perfecta, tiene ruido y la calidad no es suficiente para una reproducci¨®n de este tama?o¡±, admite Mart¨ªnez de la Pera. ¡°Pero su mirada explica la perfecta sinton¨ªa que exist¨ªa entre ellos y de eso va esta exposici¨®n¡±.
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