Cuando el cuerpo duele
Con el dolor f¨ªsico, cuando el cuerpo se rebela y se convierte en un enemigo que te maltrata y aprisiona
Leo en un interesante libro de la psic¨®loga cl¨ªnica Grela Bravo que casi el 10% de la poblaci¨®n vive con dolor cr¨®nico de diversa intensidad. Ella misma forma parte de ese grupo de personas y el libro se titula Sobrevivir al dolor (Plataforma Editorial) y ha estado en las listas de m¨¢s vendidos, cosa que no me extra?a porque es un tema poco usual; como la misma Bravo dice, sobre el dolor pesa un tab¨² social. Desde luego sucede as¨ª con el dolor del coraz¨®n, con los duelos por la muerte de alguien, con la pena de vivir cuando la vida es penosa; pero sin duda, como bien apunta la autora, tambi¨¦n ocurre con el dolor f¨ªsico, cuando el cuerpo se rebela y se convierte en un enemigo que te maltrata y aprisiona.
El texto de Bravo habla del dolor en general, pero los ap¨¦ndices tienden a centrarse en la fibromialgia, aunque desde luego ¨¦se no es ni mucho menos el ¨²nico dolor cr¨®nico que existe. Hay infinidad de dolores de espalda, as¨ª como da?os neurop¨¢ticos irrecuperables tras intervenciones quir¨²rgicas y accidentes. Por no hablar de la legi¨®n de jaquecosos y migra?osos o del casi 3% de enfermos de Parkinson, por ejemplo. S¨ª, puede haber mucho sufrimiento asociado al cuerpo a lo largo de la vida. Y lo asombroso es la capacidad que tiene el ser humano para sobrellevarlo y adaptarse.
No puedes ignorar ese dolor, tienes que adaptar tu vida a ello; pero no puedes rendirte
De esa capacidad es de lo que escribe Grela Bravo en su libro, que en principio tiene el formato de un texto de autoayuda, pero que es m¨¢s po¨¦tico que otra cosa. En cierto sentido echo de menos que la obra hubiera sido m¨¢s testimonial, que hubiera hablado m¨¢s de lo personal y lo concreto, pero comprendo que es un tema que se sit¨²a en la esfera de lo indecible y que hay que acercarse a ¨¦l dando rodeos. El dolor, explica en primer lugar Bravo con formidable lucidez, es lo que el paciente dice que es. No hay manera de medir el dolor objetivamente; el facultativo tiene que escuchar y respetar lo que dice el enfermo. Y esto no siempre sucede. La clase m¨¦dica tiende a desesperarse ante las enfermedades que no consigue curar y esa frustraci¨®n suele descargarla con el paciente. Recuerdo ahora el caso de Pierre Curie, cuyos huesos se estaban deshaciendo a causa de la radiactividad y que sufr¨ªa dolores terribles; sus m¨¦dicos, que ignoraban los letales efectos del radio, vinieron a decir que lo que le pasaba a Curie es que estaba demasiado nervioso. La culpabilizaci¨®n del enfermo ha sido una constante en las dolencias poco conocidas. Hasta ayer mismo, las enfermas de fibromialgia han sido tratadas como hist¨¦ricas empe?adas en llamar la atenci¨®n; y todav¨ªa hay s¨ªndromes, como el de Sensibilidad Qu¨ªmica M¨²ltiple, que siguen sin ser plenamente aceptados. Qu¨¦ terrible que tu dolor sea banalizado y considerado un s¨ªntoma de desequilibrio mental. Como si, igual que un ni?o caprichoso, te empe?aras en seguir sufriendo.
Esa falta de respeto y de apoyo m¨¦dico empeora sin duda el aguante del dolor. Hace algunos a?os se hizo un experimento con un grupo de enfermos de ahora no recuerdo qu¨¦ dolencia. Al 25% del colectivo no se le administr¨® ninguna medicina; a otro cuarto se le dio el tratamiento correcto; el cuarto siguiente recibi¨® un placebo, y los restantes, por ¨²ltimo, tomaron tambi¨¦n un placebo, pero sabiendo que lo era. Pues bien, los que m¨¢s mejoraron fueron, naturalmente, los que recibieron la medicina adecuada y, despu¨¦s, los que ingirieron el placebo inconscientes de ello. Pero, para pasmo de los investigadores, result¨® que los que tomaron a sabiendas las medicinas de mentira tambi¨¦n mejoraron con respecto al grupo que no recibi¨® ning¨²n tratamiento. ?Y por qu¨¦ sucedi¨® eso? Pues el trabajo no extra¨ªa conclusiones causales, pero yo creo que es evidente que los enfermos a los que nadie hac¨ªa caso siguieron encerrados en su dolencia, mientras que las personas que tomaron placebo de manera consciente por lo menos gozaban de la plena atenci¨®n de los m¨¦dicos y eran seguidos estrechamente en su evoluci¨®n. Necesitamos que nos escuchen y que nos tengan en cuenta. Una buena relaci¨®n con tu m¨¦dico disminuye la percepci¨®n de tu dolor, y tambi¨¦n hay estudios que demuestran esto.
Lo que m¨¢s me ha gustado del libro de Grela es el camino que se?ala para atravesar el dolor, un dif¨ªcil pero espl¨¦ndido trayecto que exige, en primer lugar, asumir que no puedes ignorar ese dolor, que tienes que admitir tus limitaciones y adaptar tu vida a ello; pero, una vez hecho esto, hay que tener claro que no puedes rendirte. Tu vida es mucho m¨¢s grande que tu dolor, y la actitud, explica la guerrera Grela Bravo, es lo que mide la diferencia entre el dolor y el sufrimiento. Y, como dec¨ªa el neur¨®logo y psiquiatra Viktor Frankl, que sobrevivi¨® durante tres a?os en los campos de concentraci¨®n nazis de Auschwitz y Dachau, lo ¨²nico que no te pueden quitar es la actitud.
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