Martin Margiela, el rostro de la leyenda casi 25 a?os despu¨¦s
La industria de la moda ha reaccionado con indiferencia al nombramiento de John Galliano en Maison Martin Margiela Algo que ha conseguido lo imposible: que al fin vea la luz p¨²blica el ¨²nico posado del esquivo dise?ador belga
La primera y ¨²ltima vez que Martin Margiela pos¨® para la prensa fue hace justo 24 a?os. Tocado con su eterna gorra negra, los vaqueros acampanados, nost¨¢lgico confeso del mayo del 68. Sonriente. Ya hab¨ªa cumplido los 33. La fotograf¨ªa (una polaroid) se tom¨® en un piso del 13 del bulevar Saint-Denis, segundo cuartel general del dise?ador belga en Par¨ªs, donde se hab¨ªa instalado como marca dos a?os antes. Se la pidi¨® Felipe Salgado, un joven admirador espa?ol entregado a la moda que entonces ejerc¨ªa de periodista impostado (sic). La dispar¨® su acompa?ante y amiga Rosi, luego conocida mundialmente como Rossy de Palma, ante la mirada reprobatoria de Jenny Meirens. ¡°?No hab¨ªamos quedado en que nada de salir en las fotos?¡±, inquiri¨® la estricta cofundadora de la firma. ¡°Es un recuerdo para ¨¦l¡±, respondi¨® su afable socio. A¨²n se lee en el caracter¨ªstico marco ya no tan blanco de la instant¨¢nea, autografiado de su pu?o y letra: ¡°Pour Felipe. Paris 22/10/90 Martin Margiela¡±.
Del encuentro dar¨ªa fe al poco un reportaje en la legendaria revista de agitaci¨®n cultural Ajoblanco, ilustrado con una serie de collages realizados por el propio creador. Salgado pudo haber deslizado su retrato, pero aquella polaroid jam¨¢s se public¨® por respeto a los principios de la firma. La fotograf¨ªa, sin embargo, nunca estuvo oculta. Cualquier visitante pod¨ªa contemplarla ocupando un lugar de honor en las distintas localizaciones de Felipe Salgado Showroom, la agencia de comunicaci¨®n abierta en 1999 en Barcelona por aquel intr¨¦pido fan -introductor en Espa?a del trabajo de Bless, Raf Simons, Bernhard Willhelm o Kim Jones, entre otros visionarios del vestir-. Que ahora su propietario haya decidido sacarla por fin a la luz p¨²blica, en exclusiva para este diario (el ¨²nico retrato del esquivo dise?ador que hab¨ªa trascendido a los medios hasta la fecha era un plano furtivo, robado entre bambalinas de un desfile en 1997), solo tiene una explicaci¨®n: que casi un cuarto de siglo despu¨¦s no queda nada de una casa levantada sobre los pilares de la honestidad, la humildad, la emoci¨®n, la reflexi¨®n y el anti marketing. Por eso ya no hay nada que perder. Ha llegado la hora de pasar p¨¢gina.
¡°Ese es un cap¨ªtulo que se cerr¨® hace ya tiempo¡±, concede sucintamente Patrick Scallon, el que fuera director de comunicaci¨®n durante los primeros 16 a?os de Maison Martin Margiela (hoy en Dries Van Noten), a prop¨®sito de la actual situaci¨®n de la firma. Y su opini¨®n encuentra sorprendente eco en una industria que parece curada de espantos: la moda ni llora ni se rasga las vestiduras ante la llegada de John Galliano a la que fuera una de sus casas m¨¢s veneradas. De hecho, la entrada del dise?ador gibraltare?o no solo se observa como oportunidad de oro para su reinserci¨®n sociolaboral definitiva, sino tambi¨¦n como revulsivo para una etiqueta que necesita encontrar de nuevo una voz propia. ¡°Una marca de discurso tan poderoso precisaba de un sucesor con un sello personal a la altura. En ese sentido, creo que el fichaje de John Galliano es un acierto. Est¨¢ en su mano imprimirle un giro al ADN de la Maison, ayudar a refundarla¡±, arguye al tel¨¦fono Kaat Debo, directora del Mode Museum (MoMu) de Amberes.
Epicentro de la vanguardia europea del vestir de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, la localidad belga en cuya hist¨®rica Real Academia de Bellas Artes se form¨® para la moda Martin Margiela (Limbourg, 1957) no se ha visto especialmente sacudida por la noticia que saltaba a titulares a principios de octubre. ¡°Cr¨¦eme si te digo que tenemos otras cosas de las que hablar. Ni siquiera los colegas del museo o de la escuela de dise?o me han venido con el cuento¡±, informa Debo. ¡°Todo aquello de la deconstrucci¨®n y el anonimato est¨¢ no solo asumido, sino superado. Fue el producto de su tiempo, una actitud muy definitoria de los a?os noventa, cuando surgieron los dise?adores superestrellas y las supermodelos. Martin y Jenny se postularon contra un culto a la personalidad exagerado que hac¨ªa sombra al trabajo del creador. Este es otro momento, distinto, y la firma tiene que empezar a comunicarse de otra manera. La misi¨®n de Galliano es repensar sus c¨®digos y hacerlos suyos¡±, expone la acad¨¦mica, comisaria de la magna exposici¨®n retrospectiva con la que la Maison celebr¨® sus 20 a?os en 2008.
¡°La decisi¨®n de Renzo Rosso dirige de nuevo la atenci¨®n hacia la marca, y eso ya es un ¨¦xito en s¨ª mismo. Pero comentar el hecho de este fichaje es irrelevante; discutir si Galliano merece o no una segunda oportunidad no es mi mayor preocupaci¨®n. Los h¨¦roes de esta historia ya han desaparecido, exhaustos de intentar mantener su integridad. La discusi¨®n, por tanto, se centra en c¨®mo el sistema de la moda deber¨ªa evolucionar y por qu¨¦ Rosso no ha sido capaz de encontrar un dise?ador m¨¢s joven, fresco y contempor¨¢neo, con un aura menos dram¨¢tica que Galliano¡±, responde Linda Loppa, exdirectora del departamento de moda de la Real Academia de Amberes y m¨¢xima estratega en la conquista internacional del dise?o belga. ¡°El objetivo de este nombramiento est¨¢ inevitablemente ligado a la visibilidad que necesita en estos momentos Maison Martin Margiela: sus colecciones actuales son malas copias de los elementos b¨¢sicos e ic¨®nicos de la casa; las ideas, los tejidos, todo son r¨¦plicas pobres de lo que fue una vez, como si nadie hubiera sido capaz de entender la esencia del estilo y la t¨¦cnica que Margiela ejecut¨® de forma tan brillante¡±, contin¨²a la que fuera profesora del creador fantasma, ahora al frente de la escuela florentina Polimoda.
Emblema del dise?o conceptual y de la reflexi¨®n intelectual indumentaria, celebrada por Rei Kawakubo (Comme des Gar?ons), Alexander McQueen e incluso Marc Jacobs, Maison Martin Margiela sell¨® su destino en 2002 cuando Renzo Rosso la compr¨® para boato de su grupo de ¡°lujo alternativo¡±, Only The Brave. Las ideas de marketing invasivo del italiano chocaron desde el primer momento con los principios del belga, pero lo cierto es que, gracias al primero, la firma no ha parado de crecer: de los 40 millones de euros que facturaba en sus d¨ªas de gloria, entre mediados y finales de los noventa, pas¨® a doblar la cantidad en 2008, hasta rondar los 100 en la actualidad, apoyada por la apertura sistem¨¢tica de tiendas en todo el mundo (la ¨²ltima hace apenas unos d¨ªas, en Mil¨¢n, la primera boutique de accesorios de la casa). Una pol¨ªtica de retail (ventas) que ayud¨® a minorizar la repercusi¨®n de la huida de los compradores del canal multimarca que siguieron al dise?ador tras abandonar la firma que a¨²n lleva su nombre, en 2009. La bilba¨ªna Rosa Orrantia fue una de ellos: ¡°Con el italiano llegaron la manipulaci¨®n de los medios y de la imagen, ya no hab¨ªa coincidencia con la evoluci¨®n de la marca y lo que quer¨ªamos para las tiendas. Fue muy doloroso, porque la de Margiela es una etiqueta muy fetiche, pero lo que le pase ahora con Galliano me resulta indiferente. Me doli¨® m¨¢s lo de la infame colaboraci¨®n con H&M (2012), con aquellas copias baratas de unas piezas de archivo de devoci¨®n. Fue terrible. En cualquier caso, no creo que haya nadie que siga buscando a Margiela en Margiela¡±, dice la propietaria de Persuade (antes Tarte), meca del dise?o de vanguardia en Bilbao y pionera en despachar el trabajo de los creadores belgas en nuestro pa¨ªs.
¡°Entender¨¢s que no me interese comentar la actual situaci¨®n. Para m¨ª, todo esto no tiene absolutamente nada que ver con el tiempo que pas¨¦ en Maison Martin Margiela¡±, apunta por su parte Alex Keller, primer director comercial de la casa y figura decisiva en el ¨¦xito de su seminal expansi¨®n (hoy con id¨¦ntico cargo en Balenciaga). ¡°La sorpresa inicial ha dejado paso a la indiferencia. En Par¨ªs, Maison Martin Margiela es una italianada que no interesa. Seguro que ese primer desfile de alta costura dar¨¢ que hablar, pero aqu¨ª todos sabemos que la clave para que la marca vuelva a ser relevante es el pr¨ºt-¨¤-porter¡±, tercia un antiguo miembro del equipo Margiela, testigo de los ¨²ltimos d¨ªas de su fundador en la casa (y al que los rumores sit¨²an hoy ajeno al devenir del negocio en alg¨²n lugar del Caribe), que prefiere mantenerse en el mismo anonimato que tuvo en su d¨ªa. Una opini¨®n que refrenda Felipe Salgado: ¡°El pr¨ºt-¨¤-porter siempre ha sido la realidad de la marca, que supo conectar como ninguna con el sentir de su tiempo. En ese aspecto, creo que el actual equipo a¨²n consegu¨ªa ciertos hallazgos. Pero lo de Galliano no es m¨¢s que la t¨ªpica estrategia de este tipo de grupos de moda abusones para meter ruido y que se hable de un nombre que muchos ni conocen. Es actuar por oposici¨®n, aunque como dice Kawakubo, de los malentendidos y del roce de fuerzas opuestas tambi¨¦n surge la creatividad¡±.
En un intento por conciliar personalidades tan antagonistas, algunas voces han querido llamar la atenci¨®n estos d¨ªas ante ciertas similitudes entre el acercamiento conceptual a la moda de Martin Margiela y los primeros trabajos de John Galliano (apenas tres a?os m¨¢s joven), poniendo el acento en la coincidencia de un punto de vista historicista en la obra de ambos dise?adores. Salgado, experto conocedor del belga, despeja cualquier duda: ¡°Aun reconociendo el concepto en algunas colecciones de Galliano, no hay color: Margiela siempre actu¨® como un cient¨ªfico, el otro es un simple esteticista. El uno le sacaba las tripas a las prendas, el otro se limitaba a reproducir el envoltorio¡±. El apunte final de Linda Loppa es todav¨ªa m¨¢s lapidario: ¡°Lo m¨¢s molesto de todo es comprobar los bajos niveles de creatividad de este negocio. Las grandes corporaciones deber¨ªan estudiar el fen¨®meno del sue?o moribundo del dise?ador de moda, de la persona cuyo cerebro est¨¢ detr¨¢s de la marca. Eso es lo ¨²nico que me sugiere John Galliano al mando de una etiqueta y de un nombre que cambiaron la historia de la moda, no de una forma teatral, sino desde una perspectiva intelectualmente rica en ideas y reflexi¨®n¡±.
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