El cine llega a las aldeas
Autora invitada: Aurora Moreno Alcojor (*)
Un proyector, una lona de 3x3, un min¨²sculo generador de gasolina y 40 pel¨ªculas de todas las ¨¦pocas y estilos: desde Titanico Intocablea Mamuk el esquimal pasando por Le Havre o Avatar. ?se ha sido todo el material que ha necesitado Rafael Cabanillas para hacer realidad su proyecto ¡®Cine para ?frica¡¯, un viaje para llevar el s¨¦ptimo arte a las zonas rurales del continente, pero tambi¨¦n un viaje a su propia infancia. Una regresi¨®n a aquella ¨¦poca en la que cada cierto tiempo llegaba una pel¨ªcula nueva a la plaza de su pueblo, Torrijos (Toledo).Y un homenaje a lo que fueron las Misiones Pedag¨®gicas, esa iniciativa de la Segunda Rep¨²blica que llev¨® el cine a las zonas m¨¢s remotas de Espa?a.
Cabanillas, profesor de Lengua y Literatura y autor del libro ¡®Hojas de baobab¡¯, y su compa?ero Francisco Matas han hecho lo propio en pueblos y ciudades de dos peque?os pa¨ªses africanos, Togo y Ben¨ªn, situados en el ?frica occidental. ¡°La clave es la itinerancia, llegar a rincones donde el cine nunca hab¨ªa llegado¡±, explica Rafael en el documental en el que dan a conocer la iniciativa. Lugares como Gambi¨¦ -una ciudad lacustre de 30.000 habitantes sobre las aguas del lago Noku¨¦- en Ben¨ªn, Samarago, en Togo, la zona del pueblo Tamberma, que recorre los dos pa¨ªses, o los barrios m¨¢s pobres de Lom¨¦, la capital togolesa.
Fueron en total m¨¢s de cuarenta proyecciones, a las que asistieron j¨®venes y mayores, muchos de los cuales disfrutaban por primera vez del cine en may¨²sculas. Porque aunque los m¨®viles y la televisi¨®n se han extendido enormemente por todo el continente, y por lo tanto todos han tenido acceso al mundo audiovisual, no ha sucedido lo mismo con el cine en pantalla grande. Al contrario, en toda ?frica existen menos de 1.000 cines -lo que supone uno por cada mill¨®n de personas- y son muchas las ciudades que no cuentan con ninguna sala.
Proyecciones en la playa, en una calle poco transitada, a las afueras de un poblado o dentro de la escuela. Siempre al caer la noche y siempre contando con el visto bueno de los responsables del lugar: ya fueran los profesores o los jefes del poblado. Un visto bueno que, en varias ocasiones,lleg¨® a necesitar de la reuni¨®n del Consejo antes de decidir que ¡°s¨ª, que el cine era bueno para su pueblo¡±.
En ocasiones, los espectadores llegaban hasta tres horas antes del comienzo de la proyecci¨®n, expectantes, cuchicheando entre ellos y nerviosos por la que era la primera sesi¨®n de cine de sus vidas. Otros, sin embargo, llegaban ya comenzada la proyecci¨®n, a su aire, pero no por ello parec¨ªan menos interesados. Tras la pel¨ªcula, tiempo para la charla, para comentar lo que hab¨ªan visto y compartir sensaciones. ¡°Me ha gustado sobre todo por el placer de re¨ªr y olvidar los malos pensamientos¡±, explica uno de los espectadores. Otros, en cambio, confiesan no haber entendido la pel¨ªcula, aunque les hayan gustado las im¨¢genes.
Un documental, en definitiva, que recoge todo el viaje de Rafael y Francisco, pero que es mucho m¨¢s que la historia del proyecto y se convierte en un retrato costumbrista del ?frica rural y urbana, a trav¨¦s del cual conocemos sus formas de vida, su trabajo en el campo, sus formas de transportarse¡Y es tambi¨¦n un repaso a la historia m¨¢s triste del continente, la de la esclavitud, debido a que su viaje discurre por la llamada ¡®Costa de los esclavos¡¯, la zona de la que partieron miles de hombres y mujeres hacia el nuevo mundo para ser vendidos como esclavos. Todo ello a trav¨¦s de 3.000 kil¨®metros siguiendo el recorrido de los responsables del proyecto, que viajan en autobuses de l¨ªnea, moto-taxis, coches compartidos, bicicletas o incluso canoa. Una forma de minimizar gastos, que corrieron de su propio bolsillo.
Pero es sobre todo un proyecto que tiene vocaci¨®n de permanencia: los materiales quedan en manos de los j¨®venes universitarios de la Maison Baobab, en Lom¨¦, que se comprometen a llevar el cine por los barrios y pueblos de su pa¨ªs.
El documental se estrenar¨¢ el 31 de octubre, a las 19.00 horas en el Centro Cultural La Corrala (calle Carlos Arniches, Madrid) y contar¨¢ con la presencia del ex ministro de Educaci¨®n, ?ngel Gabilondo.
(*) Aurora Moreno Alcojor es autora del blog Por fin en ?frica
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