La confusi¨®n
Todav¨ªa hay quien considera Espa?a un Estado confesional. Conviene ser precisos. Es un Estado confusional
Todav¨ªa hay quien considera Espa?a un Estado confesional. Conviene ser precisos. Es un Estado confusional. La met¨¢fora perfecta la proporciona El Jefe Fern¨¢ndez Villa al declararse incapaz de explicar el origen de su inexplicable fortuna debido a que padece el ¡°s¨ªndrome confusional¡±. Por lo visto, un s¨ªndrome invasivo, que consiste en embrollar lo sencillo hasta convertirlo en inexplicable, mediante una operaci¨®n de desinteligencia. El sabio liberal James Bryce defini¨® la democracia como el arte de contar las cabezas y no de romperlas. Como estamos en un Estado democr¨¢tico confusional, a¨²n no sabemos si en Catalu?a se van a contar cabezas o romperlas. ?C¨®mo se ha llegado a esta v¨ªspera de angustia? Tal vez en Catalu?a se est¨¦ pensando demasiado con el coraz¨®n. Pero los actuales gobernantes del Estado son prisioneros de una operaci¨®n de desinteligencia puesta en marcha hace tiempo. Un Estado no se deja destornillar como un electrodom¨¦stico, pero resulta un trasto obsoleto si no integra la diferencia y es monopolizado por profesionales de la hostilidad. El ¡°s¨ªndrome confusional¡± impide tambi¨¦n ver el m¨¢s all¨¢ de la corrupci¨®n: al negarse la evidencia de la Caja B, Espa?a acaba encajonada en una pol¨ªtica de serie B. Incluso cuando el presidente quiere ser optimista el suyo es un optimismo confusional, compungido: ¡°La econom¨ªa va bien, todo va mal¡±. La reacci¨®n ante la oleada de Podemos tambi¨¦n parece dictada por una operaci¨®n de desinteligencia: crear un ¡°enemigo¡±. En realidad, Podemos supone un estadio inteligente de la indignaci¨®n. El s¨ªndrome confusional no afecta solo a Espa?a. ?Recuerdan los PIG¡¯s? Esa fue la denominaci¨®n acu?ada por el pijer¨ªo de la City para estigmatizar a los pa¨ªses del sur de Europa. Ahora, caso Juncker, ya sabemos donde estaba el cerdo. En el para¨ªso de Luxemburgo.
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