Participaci¨®n ciudadana en polis espa?olas
Pensadores como Arist¨®teles afirmaron que no son las piedras sino las personas las que hacen las ciudades. Y efectivamente, los espacios urbanos se transforman constantemente, y lo hacen como expresi¨®n de la ¨¦poca en la que se inscriben, de los intereses, pensamientos, prioridades de aquellos que las habitan y dise?an. As¨ª, en las ciudades, tal y como expresara tiempo despu¨¦s el fil¨®sofo J¨¹nger Habermas, la sociedad se fotograf¨ªa, el poder se hace visible y se materializa el simbolismo colectivo, siendo su disposici¨®n, por tanto, no tanto resultado del azar, sino fruto de su historia y de decisiones humanas concretas.
Foto. John Patrick Robichaud en Flickr Creative Commons.
En la antig¨¹edad, las polis contaban con espacios para el debate ciudadano y la toma de estas decisiones. Hoy, los canales y la cultura de participaci¨®n han cambiado, pero tambi¨¦n lo ha hecho la escala urbana. Seg¨²n Plat¨®n, la ciudad deber¨ªa crecer solo hasta el punto en que no pusiera en peligro su unidad, su funci¨®n. Sin embargo, muchas de nuestras ciudades han sobrepasado con creces ese umbral urbano. Las transformaciones han sido adem¨¢s muy r¨¢pidas, obligando a la improvisaci¨®n y al crecimiento acr¨ªtico de conurbaciones difusas y de urbes cada vez m¨¢s homog¨¦neas y especializadas.
Este crecimiento, que en los ¨²ltimos a?os se ha concebido como el sello de nuestro progreso social, ha demostrado generar disfunciones sociales y medioambientales graves, y se revela, por tanto, insostenible. Ejemplo de ello es que las ciudades de nuestro pa¨ªs sufren un deterioro progresivo de la calidad del aire: de 46 urbes estudiadas por la OMS, 37 incumplen los niveles recomendados de contaminaci¨®n; o que seamos el pa¨ªs de la OCDE donde m¨¢s han aumentado las desigualdades sociales (los tres espa?oles m¨¢s acaudalados duplican en riqueza al 20% de la poblaci¨®n m¨¢s pobre del pa¨ªs). De hecho, como detalla el reciente Informe FOESSA y es visible en los n¨²cleos urbanos, el deterioro de la cohesi¨®n social durante los ¨²ltimos siete a?os ha sido enorme, as¨ª como el incremento de los procesos de exclusi¨®n social.
Quiz¨¢ por todo ello, cientos de ciudadanos, en diferentes lugares del pa¨ªs, han comenzado a recrear espacios para participar en la construcci¨®n de ciudad. Y durante la semana pasada tuvieron lugar diversos encuentros con un com¨²n denominador, concebir la ciudad como un proyecto colectivo y bajo un modelo de progreso ligado directamente al bien com¨²n, la sostenibilidad y las necesidades humanas b¨¢sicas.
As¨ª, Sevilla acogi¨® el II Encuentro de Municipios del Bien Com¨²n, que visibiliz¨® buenas pr¨¢cticas municipales y posibilit¨® tejer redes de intercambio y colaboraci¨®n; Madrid celebr¨® el III Encuentro Vecinal organizado por la FRAVM, con unos 150 participantes, y en torno a cinco mesas de di¨¢logo; en las calles de Vitoria se propuso la recuperaci¨®n de las vecindades vitorianas, una forma de organizaci¨®n popular cuyo origen se remonta al menos al siglo XIV y se sirve, entre otros, de herramientas como el auzolan (trabajo comunitario no retribuido en favor de la comunidad); y en Olot el proyecto ¡°Sant Miquel +B, Sumem des dels Barris¡± cerr¨® su primera fase con la elaboraci¨®n participativa de un diagn¨®stico de la situaci¨®n del barrio, para posteriormente comenzar a establecer estrategias de mejora concretas. Y de este modo, poco a poco, la fotograf¨ªa de estas polis comienza a transformarse de nuevo.
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