Un elefante vivo vale m¨¢s que 75 muertos
A lo largo de su vida, un paquidermo puede generar cientos de miles de euros en ecoturismo "Es un argumento que pretende movilizar a los gobiernos para que salven especies"
La caza furtiva ha acabado con la vida de 100.000 elefantes africanos entre 2010 y 2012. Y lo que es peor, la tendencia dibuja la imagen de una peligrosa pendiente por la que se deslizan hacia la desaparici¨®n en el continente. Los elefantes muertos a manos de los furtivos han pasado de ser el 25% del total de muertes a superar el 65%, un ritmo infernal que tiene una explicaci¨®n sencilla: los elefantes son dinero f¨¢cil para organizaciones criminales que operan en ?frica. Boko Haram,?el ej¨¦rcito de Joseph Kony y los responsables del genocidio de Darfur emplean sus armas contra los elefantes: una partida de caza furtiva cuesta apenas 200 euros y cada ejemplar unos 22.000 euros en marfil. Poniendo en la balanza los riesgos, gastos y ganancias, el furtivismo africano es m¨¢s rentable que comerciar con drogas e incluso diamantes.
Matar elefantes es un gigantesco negocio de cientos de millones. Sin embargo, no matarlos es incluso m¨¢s rentable. Este es el razonamiento que algunas organizaciones conservacionistas quieren que cale entre los gobiernos africanos: mejor vivos. El argumento econ¨®mico: un elefante vivo vale 76 veces m¨¢s que uno muerto. En concreto, la ¨²ltima estimaci¨®n asegura que un paquidermo africano puede generar a lo largo de su vida 1,3 millones de euros en beneficios relacionados con el ecoturismo. Son m¨¢s de 18.000 euros anuales ¡ªla esperanza de vida de un elefante ronda los 70 a?os¡ª que repercutir¨ªan en toda la cadena econ¨®mica que se beneficia del turismo que visita distintos pa¨ªses africanos para disfrutar de sus tesoros naturales. Ah¨ª, la presencia del mayor mam¨ªfero terrestre es fundamental.
Botsuana prohibi¨® la caza de elefantes para que el delta en el que se cazaban se convirtiera en Patrimonio de la Humanidad
Hasta agosto, habr¨ªan muerto cazados por los furtivos casi 20.000 elefantes en ?frica. En ese contexto, la organizaci¨®n conservacionista David Sheldrick Wildlife Trust pone el argumento econ¨®mico encima de la mesa para animar a los gobiernos a despertar. "Todav¨ªa hay una apat¨ªa por parte de los gobernantes para emplear los recursos financieros y humanos realmente necesarios para salvar la especie. Hablan mucho pero se dan peque?os pasos, pero demasiado lentos y demasiado cortos", protesta Rob Brandford, responsable de este informe (PDF). "Nuestro informe pretende a?adir otro argumento a por qu¨¦ los elefantes deben ser protegidos. Para algunos, estas razones financieras tendr¨¢n un mayor impacto ya que en ¨²ltima instancia los l¨ªderes pol¨ªticos siempre tratan de cuadrar sus cuentas", justifica.
Es en este contexto en el que lleg¨® una de las mejores noticias de los ¨²ltimos tiempos para el elefante africano, cuando se prohibi¨® cazarlos en Botsuana, all¨¢ donde el rey Juan Carlos I y grandes fortunas acud¨ªan a hacerse con estos trofeos. Esta decisi¨®n, tomada en 2012, permiti¨® a Botsuana colocar al delta del r¨ªo Okavango entre los lugares Patrimonio de la Humanidad, lo que sin duda multiplicar¨¢ las visitas de turistas al pa¨ªs. Unesco hab¨ªa exigido el cese de la caza deportiva en el delta como condici¨®n inexcusable para incluirlo en la lista m¨¢s importante de tesoros naturales del planeta.
Para algunos, estas razones financieras tendr¨¢n un mayor impacto en los gobernantes", explica Brandford
"Como conservacionistas, debemos emplear diferentes estrategias para llegar a todos los sectores de la sociedad. Y no esperamos que los responsables pol¨ªticos aprueben leyes sin ver un beneficio tangible para la sociedad", explica Brandford frente a las cr¨ªticas de mercantilizar la vida de los animales. Una vez se logre convencer a los gobernantes africanos, el siguiente paso ser¨¢ lograr menguar el mercado chino de marfil, el m¨¢s interesado en los colmillos de los elefantes. El pasado a?o se logr¨® convencer a China y Tailandia, y a los mercados intermedios de Vietnam, Filipinas y Malasia, para que aumentaran sus esfuerzos para interrumpir la cadena de comercio del marfil ilegal. Pero, de momento, el mercado chino sigue diezmando las poblaciones africanas: en Tanzania solo quedan 13.000 elefantes de los 70.000 que hab¨ªa en 2006. Con estas cifras, cualquier argumento que proporcione una victoria para la conservaci¨®n de elefantes parece razonable.
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