Hobbit, el c¨ªrculo se cierra
En 1995, un cineasta llamado Peter Jackson se interes¨® por los derechos de las obras de J. R. R. Tolkien. Hoy se encuentra a punto de concluir una de las mayores sagas cinematogr¨¢ficas de la historia. Visitamos un rodaje descomunal y extremo al otro lado del mundo: la tercera y ¨²ltima parte de ¡®El hobbit¡¯,.
Este viaje sucedi¨® hace tiempo. Entraba el verano en Europa y estaba a punto de llegar el invierno a Nueva Zelanda. Aterrizamos en las ant¨ªpodas de madrugada, despu¨¦s de un trayecto hacia el sureste de casi dos d¨ªas de avi¨®n, retrasado por la voracidad de un temporal sobre Ocean¨ªa. La ciudad de Wellington dorm¨ªa, y el conductor que nos recogi¨® en el aeropuerto se?al¨® a la negrura, mientras conduc¨ªa bordeando la bah¨ªa de Evans: ¡°Ah¨ª es donde est¨¢n rodando¡±. Brillaban algunas lucecitas entre los montes, al otro lado de las aguas. Quiz¨¢ siguieran trabajando. Resulta dif¨ªcil recordar todo aquello, revivir las sensaciones. Con el paso de los meses, las notas en los cuadernos se han vuelto casi incomprensibles. ¡°Luz de plata; amanece entre colinas que se pierden en el mar¡±, se lee en ellas, con una caligraf¨ªa somnolienta escrita a primera hora de la ma?ana siguiente en una furgoneta de camino a los estudios Stone Street. All¨ª comenzar¨ªa la visita a una de las mayores empresas cinematogr¨¢ficas jam¨¢s concebidas por el hombre. Tal y como estaban las cosas aquel 11 de junio de 2013, el cineasta que llev¨® a la pantalla El se?or de los anillos, la monumental obra de J. R. R. Tolkien, hab¨ªa logrado convencer a las compa?¨ªas de Hollywood de que necesitaba m¨¢s d¨ªas de faena para concluir la trilog¨ªa de El hobbit, su precuela. La Navidad anterior se hab¨ªa estrenado la primera entrega de la nueva saga, subtitulada Un viaje inesperado, y su recaudaci¨®n hab¨ªa cruzado la barrera de los mil millones de d¨®lares, dato con el que no le debi¨® de resultar complicado argumentar que requer¨ªa m¨¢s tiempo. Y m¨¢s dinero.
Ya sent¨ª el ¡®The end¡¯ una vez. Ahora no s¨¦ cu¨¢ndo acabar¨¢ el rodaje
Martin Freeman, Bilbo Bols¨®n
Hasta entonces ya hab¨ªa rodado durante 266 d¨ªas, a caballo entre 2011 y 2012. Y en principio eso iba a ser suficiente para encajar la novela de 300 p¨¢ginas en dos pel¨ªculas. Era el plan inicial. Pero tras finalizar la fotograf¨ªa principal, Jackson asegur¨® que contaba con material suficiente para ofrecer tres partes. Necesitar¨ªa algo m¨¢s de metraje. M¨¢s di¨¢logos. M¨¢s batallas. As¨ª que, poco antes de nuestra llegada, hab¨ªa arrancado de nuevo su descomunal maquinaria de hacer cine: los actores principales, venidos de diferentes rincones del planeta, se encontraban de regreso en la isla Norte; los hornos de Weta, la compa?¨ªa de efectos visuales, volv¨ªan a producir pies de hobbits y armas y armaduras a espuertas; y una legi¨®n de carpinteros martilleaba sin descanso para reconstruir los inmensos decorados. Ser¨ªan 10 semanas m¨¢s de filmaci¨®n, y Warner hab¨ªa decidido invitar a un grupo de periodistas para que fueran testigos de aquello. Lo que el mundo sab¨ªa entonces de Bilbo Bols¨®n y los 13 enanos, liderados por Thorin Escudo de Roble, es que hab¨ªan abandonado la Comarca hac¨ªa d¨ªas; hab¨ªan cruzado las grutas de las Monta?as Nubladas, donde Bilbo hab¨ªa encontrado un anillo, y unas ¨¢guilas amigas del mago Gandalf hab¨ªan trasladado a la compa?¨ªa hasta un lugar seguro tras una batalla con un personaje desagradable llamado Azog al mando de una cuadrilla de orcos. Nuestro trayecto fue m¨¢s breve: la furgoneta se detuvo en una calle sin salida en un suburbio de Wellington. Entre casitas de madera, nuestra gu¨ªa, parte del equipo de Jackson, descendi¨® del veh¨ªculo y dijo: ¡°Hay algo que Peter quiere que veamos¡±. Y ah¨ª comenz¨® el viaje al otro lado de la pantalla.
¡°Nunca producimos menos de 36 pies de hobbit al d¨ªa¡±, dice el supervisor de efectos visuales. Suman un m¨ªnimo de 12.096 durante todo el rodaje
Al cruzar una verja, caminamos entre naves industriales. Vemos de refil¨®n algo similar a un taller de escultura donde se fabrican ¨¢rboles p¨¢lidos y retorcidos como la cornamenta de un animal mitol¨®gico; enfrente, unos tractores allanan un mont¨ªculo de arena, y unos tipos sobre el terreno lo estudian con instrumentos de top¨®grafo. Nuestro grupo se detiene ante la fachada de la que parece la mayor nave de todas. Su interior se encuentra en penumbra, pero al acostumbrarse la vista se distingue un pueblo de madera cuyas casas se han construido como palafitos sobre una piscina de agua con colorante. Un banco de niebla brota de una esquina con un siseo y se adentra culebreando en la villa. Hay peces muertos sobre los listones. Dan Hennah, un tipo de melena blanca y ondulada, observa su creaci¨®n y dice: ¡°Ha habido una batalla¡±. ?l es el hombre que esculpe las enso?aciones de Jackson; han trabajado juntos desde mediados de los noventa y a Hennah le dieron un Oscar por su direcci¨®n de arte en El retorno del rey (2003), la ¨²ltima de la anterior trilog¨ªa. La pel¨ªcula se llev¨® las 11 estatuillas por las que compet¨ªa, situ¨¢ndose a la altura de Titanic y Ben-Hur. Seguimos a Hennah por el interior de su reino de cart¨®n piedra, un ¡°plat¨® h¨²medo¡±, que en la ficci¨®n se transformar¨ªa en Esgaroth, la Ciudad del Lago. El entresijo de callejuelas y canales cuenta con 44 casas cuyas paredes, al tacto, se descascarillan dejando migajas entre los dedos. El pueblo est¨¢ circundado por cortinas verdes, para insertar el fondo m¨¢s adelante. Y todas las paredes y columnas han sido marcadas con peque?as pegatinas naranjas, referencias para la posproducci¨®n digital. ¡°Esta es su quinta encarnaci¨®n¡±, prosigue Hennah mientras camina por su territorio. Se oye un repiqueteo como de obra lejana. Hay operarios modelando sin descanso en otra sala. Su equipo reconstruy¨® este decorado hace poco. Ma?ana, a?ade, comenzar¨¢n a cortarlo en pedazos. Fin de un proceso lento que comienza con dibujos y bocetos, y un sello que Jackson estampa sobre ellos con el acr¨®nimo ¡°V. I.¡± (vagamente interesado), lo cual significa que no va mal y que hay que seguir por ese camino. ¡°Para la fortaleza de la Colina del Cuervo hemos estado trabajando cuatro a?os¡±, seg¨²n Hennah. ¡°Ya hemos llegado al punto de que sabemos lo que es¡±. Una vez aprobado el boceto, fabrican una maqueta de 25 por 50 cent¨ªmetros con miniaturas de los personajes, dando la posibilidad al realizador de que estudie d¨®nde va a colocar la c¨¢mara y a los protagonistas. Luego se levanta a escala real. Pero con posibilidad de ser modificada. Nunca se sabe. En opini¨®n de Hennah, ponerse a las ¨®rdenes de Jackson supone pisar terreno inestable: ¡°Su equipo de guionistas sigue escribiendo durante todo el proceso, as¨ª que tenemos un gran influjo de ideas sobre la marcha. Con ¨¦l, nada nunca es concreto hasta que sucede. Y las cosas cambian todo el rato¡±.
En cuanto a mi papel, nada puede superar ¡®La Comunidad del Anillo
Ian McKellen, Gandalf
De hecho, aunque el plan era otro, de pronto nuestra gu¨ªa nos re¨²ne y nos lleva de vuelta a la furgoneta. Al parecer, ¡°Peter¡± quiere que veamos qu¨¦ est¨¢ haciendo ahora mismo. ¡°Vamos a un set con m¨¢s de 100 extras¡±, nos avisan, y pasan la lista: ¡°25 elfos, 35 orcos, 35 humanos y 35 extras¡±. Es media ma?ana y las ruedas trepan por un monte. Los pinos forman una b¨®veda sobre el camino. Cruzamos un puesto de seguridad. Y nos detenemos en una placita formada por tr¨¢ileres en lo alto de una loma. Se ve Wellington al otro lado de la bah¨ªa. Movimiento de personas sobre el suelo embarrado. Cruza gente con chalecos reflectantes. Una mujer con utensilios de maquillaje. Un hombre con dos redbulls en la mano. Unas m¨¢scaras de orco con el gesto congelado sobre una mesa. En un extremo, unos contenedores de mercanc¨ªa apilados forman una estructura similar a una plaza de toros. Abren las puertas y nos adentramos. En ese instante el sol se filtra entre las nubes y golpea de frente a los villanos. Forman un pasillo. Visten harapos y llevan el rostro sucio. Nos miran como a forasteros. Subimos una escalinata de piedra. Da tiempo a observar parte del plat¨®: una ciudad de piedra por la que parece haber cruzado una bola de fuego. Ramas secas y chamuscadas trepan por los muros. Una deidad se yergue en una fuente helada. No hay tiempo para m¨¢s. Nos introducen en una caseta de tela negra. Dentro hay un monitor en el que se lee ¡°Live¡±. En la imagen, en 3D, parece cruzar Peter Jackson por la izquierda. Surge una mano y limpia el objetivo; tras ella se ve otra plaza, con muertos apilados por todas partes. El lugar tiene el aspecto de un pueblo de monta?a de Centroeuropa. No es casual. ¡°Nuestro viaje comienza en la Europa de Tolkien y nos movemos hacia el Este¡±, hab¨ªa avisado Hennah. En el televisor, un tipo ensartado por una flecha levanta la cabeza, echa un vistazo y vuelve a quedar inm¨®vil. Otra persona, vestida del siglo XXI, se pasea vertiendo pu?ados de sal. Se vuelve a ver fugazmente a Jackson dando instrucciones en un callej¨®n. Una mujer fumiga con sangre a los cad¨¢veres. Un enorme ventilador remueve unos copos blancos que flotan por el aire. En la mano se deshacen como jab¨®n. Hennah, que tambi¨¦n anda por aqu¨ª, cuenta que nos hallamos en Dale, la Ciudad del Valle, durante la batalla de los Cinco Ej¨¦rcitos; que el drag¨®n ha sido aniquilado y los enanos se encuentran aislados en la Monta?a Solitaria, cerca de aqu¨ª en la ficci¨®n. ¡°Es el cl¨ªmax de la ¨²ltima pel¨ªcula¡±, cuenta. Se podr¨¢ ver en las salas de Espa?a a partir del pr¨®ximo 17 de diciembre. Una bocina calla sus palabras. La imagen de la pantalla muestra una claqueta con el n¨²mero 344 escrito en ella. Golpea. Una voz sobrecoge el plat¨®: ¡°?Filmando!¡±.
Durante los siguientes minutos se rueda una misma escena desde dos ¨¢ngulos opuestos. M¨¢s o menos sucede lo siguiente, unas seis o siete veces. En un extremo de la plaza, un grupo de orcos trepa con violencia por unas escaleras, mata a un par de aldeanos armados con rastrillos y prosigue su camino; en el otro extremo aparece Thranduil (Lee Pace), con una larga melena rubio platino, una espada en cada mano y una t¨²nica de color de luna. Mira a su alrededor, vigilante. Lidera una escuadra de elfos. Se oye una voz agrietada y cavernosa: ¡°?Mi se?or!¡±. Y entonces surge la figura gris de Gandalf (Ian McKellen) y le dice a Thranduil:
¨C?No hay tiempo! Debemos alertar a Thorin.
¨CTomar¨¦ lo que he venido a buscar y me ir¨¦.
¨CMi se?or, por favor¡ Hemos de avisarles.
¨CSe ha derramado demasiada sangre de elfo en esta tierra maldita. ?No m¨¢s!
Suenan dos bocinazos. Y los cad¨¢veres se levantan. Segundos despu¨¦s, la escuadra de elfos cruza frente a nuestra caseta y abandona el set. Huele a escayola y a pintura fresca. Un orco descansa con la m¨¢scara en el regazo. Algunos operarios aprovechan para comer fruta. Es la hora del almuerzo, y nos unimos al mexicano Carlos Ram¨ªrez Laloli, un enamorado del cine que lo dej¨® todo en su tierra y se mud¨® a Nueva Zelanda el d¨ªa en que ley¨® en un diario que su compatriota Guillermo del Toro dirigir¨ªa la saga de El hobbit. Eso fue en 2008. Consigui¨® un hueco en la preproducci¨®n. Dos a?os m¨¢s tarde, Del Toro tom¨® la decisi¨®n de abandonar el proyecto, debido a los constantes retrasos en el inicio del rodaje; la distribuidora, Metro Goldwyn Mayer, estaba en bancarrota. El hobbit qued¨® hu¨¦rfana, pero Ram¨ªrez permaneci¨® en la isla. Y cuando Jackson decidi¨® asumir las riendas de la adaptaci¨®n, y Warner Bros puso sobre la mesa una cifra cercana a los 500 millones de d¨®lares, sigui¨® enganchado. El mexicano es asistente de posproducci¨®n. Y dice que las partes m¨¢s oscuras de la trilog¨ªa conservan algo de la visi¨®n de Del Toro. Mientras comemos bajo unas carpas, vemos a miembros del equipo jugando al frisbee en una pradera con las aguas del estrecho de Cook de fondo. Van descalzos sobre la hierba. Este pa¨ªs, a veces, recuerda a Ho?bitton. Pero no siempre. En el rodaje se trabaja 11 horas, con par¨®n de 45 minutos para comer. Aunque es f¨¢cil que se extienda hasta 12 o 13 horas. Hubo incluso una jornada de 18, cuenta Ram¨ªrez. Los actores se levantan a las cuatro de la madrugada para empezar con el maquillaje. La locomotora de Jackson impone un ritmo endiablado. El guion, que el cineasta neozeland¨¦s escribe junto a su esposa, Fran Walsh, y Philippa Boyens, sigue vivo (los tres ya adaptaron juntos la trilog¨ªa de El se?or de los anillos). Cada d¨ªa aparecen l¨ªneas nuevas, que Jackson pretende ir entrecruzando durante el combate, prolongando la batalla durante 20 o 25 minutos. ¡°Nadie sabe c¨®mo va a acabar¡±, dice el mexicano.
Son los ¨²ltimos metros, los m¨¢s duros, donde las grandes pel¨ªculas se vuelven una prueba de resistencia, dice el director Peter Jackson
De vuelta en la caseta de lona, aparece la guionista Philippa Boyens vestida con jersey azul y gafas. Tiene el aire de una catedr¨¢tica. Es considerada una de las mayores expertas en la obra de Tolkien, a quien ella llama ¡°profesor Tolkien¡±. Ese conocimiento le ha valido un Oscar. Pero con la primera entrega de El ?hobbit hubo cr¨ªticas negativas, sobre todo dirigidas contra el desarrollo de una historia que, de tanto estirarla, pareci¨® quedar hueca. Muchos se quejaron de que los enanos cantaban demasiado, frenando la ¨¦pica. Ella dice que con el estreno se sinti¨® aliviada: ¡°Siempre hemos tenido la sensaci¨®n de que la primera iba a ser la m¨¢s dif¨ªcil. A diferencia de El se?or de los anillos, no es inicialmente una aventura heroica, es m¨¢s estrafalaria, un cuento de ni?os. Hab¨ªa que introducir a 13 nuevos personajes, y eso es delicado. Entiendo el escepticismo. Pero hemos de tener fe en que sabemos lo que hacemos¡±. Como la novela de El hobbit era breve en comparaci¨®n con El se?or de los anillos, el equipo ha buceado en todos los escritos y ap¨¦ndices del ¡°profesor¡± para hacer crecer la trama. Por ejemplo, Gandalf, en el libro aparece y desaparece, pero nunca se sabe ad¨®nde va. En las pel¨ªculas se le sigue ¡°en tiempo real¡±, explica Boyens. ¡°Y descubres lo que ¨¦l descubre. ?Qu¨¦ diablos hay en Dol Guldur? ?Qu¨¦ est¨¢ pasando en el mundo?¡±. Sauron, al que no se cita por ese nombre en El hobbit, se vuelve una parte central del argumento. Comienzan a esbozarse los tiempos oscuros que Tolkien no pens¨® para esta novela, pero conformar¨ªan el trasfondo de El se?or de los anillos. ?l los escribi¨® en orden. Primero la historia de Bilbo (1937), luego la de su sobrino Frodo (1954). Jackson lo ha filmado a la inversa. Pero quiere dejarlo todo atado. Que se entienda como una sola obra. Probablemente la mayor aventura hasta la fecha. Por tama?o y duraci¨®n. Cuando se estrene La batalla de los Cinco Ej¨¦rcitos, la saga de la Tierra Media superar¨¢ las 17 horas de metraje, en ella se habr¨¢n invertido m¨¢s de 800 millones de euros y su recaudaci¨®n se situar¨¢ cerca de los 4.800 millones (de momento lleva 3.900).
El creador de todo este universo naci¨® el D¨ªa de Halloween. Hace 53 a?os. Antes de los 10 comenz¨® a manejar una super-8. A los 20 empez¨® a rodar su primer largometraje. Lo llam¨® Mal gusto y hoy es una obra de culto de cine gore. En ella hac¨ªa todo. Desde las pr¨®tesis hasta los personajes principales. El resto eran amigos. Tard¨® cuatro a?os en rodarla. Hoy es uno de los siete cineastas con un Oscar como guionista, productor y director de una misma pel¨ªcula (El retorno del rey). Uno de los tres elegidos con dos pel¨ªculas con m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares recaudados. En el set de rodaje le llaman ¡°La Voz¡±.
Dentro de 20 a?os le dir¨¢s a tus nietos: ¡®Empieza con la primera y ve todas seguidas, explica Peter Jackson
No a todos los int¨¦rpretes les gusta su m¨¦todo. Primero les da indicaciones sobre el terreno. Luego se refugia en su caseta de lona y a partir de ah¨ª se dirige a ellos por megafon¨ªa. Hay altavoces repartidos por el decorado. Retumba la voz met¨¢lica de un director omnisciente. Escondido tras la cortina como el Mago de Oz. Su caseta es de acceso vedado. Desde ella controla todo. En pantallas ve lo que rueda la unidad principal y tambi¨¦n le llega en vivo lo que filma la splinter, m¨¢s peque?a y ¨¢gil, de batalla. Normalmente lejos de ah¨ª. La veremos en funcionamiento al d¨ªa siguiente en los estudios Stone Street, registrando algunas escenas de relleno que ya aparecieron en la segunda pel¨ªcula: Bilbo y los enanos caminando por el Bosque Negro. Desde su caseta, a kil¨®metros, Jackson corrige ¨¢ngulos de c¨¢mara, ordena y finalmente aprueba las escenas ¡°en alg¨²n hueco entre lo que est¨¢ rodando¡±, seg¨²n Chris Rivers, director de esa unidad auxiliar y escudero de Jackson desde hace 22 a?os; empez¨® junto a ¨¦l a los 17 dibujando el storyboard de otra cinta gore: Braindead. En su caseta, Jackson tambi¨¦n corta y edita a medida que le llegan secuencias. Y mantiene reuniones con el resto de departamentos. Cuando visitamos los cuarteles generales de Weta, la empresa de efectos visuales responsable de toda la saga de la Tierra Media, su director, Richard Taylor, nos cont¨® que por la ma?ana hab¨ªa visitado a Jackson para que aprobase la miniatura de un carruaje que entrar¨ªa en combate en tres semanas; 70 de sus empleados corr¨ªan a ¡°100 millas por hora¡±, en sus palabras, para nutrir a los Cinco Ej¨¦rcitos. En concreto, se encontraban en el proceso de la cuarta repintura de 96 armaduras para los orcos de Gundabad. ¡°El color es crucial, con ¨¦l pintas la pel¨ªcula¡±, dijo Taylor, a la b¨²squeda de un ¡°gris industrial metalizado¡±. Nos ense?¨® armas. De acero y de espuma. De orcos, elfos y hombres. Las pr¨®tesis de ¡°gel de silicona acr¨ªlica encapsulada¡± con las que exageran las facciones de los enanos, capaces de regular la temperatura y refractar la luz del mismo modo que la carne humana. ¡°Rodar en alta definici¨®n, a 6K, en 3D y a 48 im¨¢genes por segundo nos ha obligado a subir a otro nivel¡±. Nos habl¨® de los pies de hobbit de ¨²ltima tecnolog¨ªa, para cuya fabricaci¨®n se usa un molde del mismo material que las naves espaciales, el ¨²nico capaz de aguantar la compresi¨®n que reduce la piel falsa hasta las 0,1 micras. ¡°Nunca producimos menos de 36 pies al d¨ªa¡±, cont¨®. Teniendo en cuenta los d¨ªas de rodaje (336), suman un m¨ªnimo de 12.096 pies de hobbit.
El actor Martin Freeman (Bilbo) calza en estos momentos un par de ellos. Le vemos a trav¨¦s del monitor, desde nuestra caseta, frente a Ian McKellen (Gandalf). Peter Jackson se encuentra junto a ellos. Da indicaciones. Parece cansado. Se frota la frente. Comienza a oscurecer. Se retira y suena la bocina. Nieva. La c¨¢mara se posa en Bilbo. Tiene la cara ensangrentada y dice:
¨CNo te estoy pidiendo permiso. Son mis amigos los que est¨¢n ah¨ª arriba.
¨CPero te ver¨¢n¡ y te matar¨¢n.
¨CNo, no me ver¨¢n.
¨CSi vas, no podr¨¦ protegerte.
¨CLo s¨¦¡
Y mientras Freeman desaparece de escena, irrumpe la voz de Jackson a trav¨¦s de los altavoces: ¡°Martin, m¨¢s excitado y con m¨¢s energ¨ªa¡±. Freeman responde al aire: ¡°S¨ª, s¨ª¡¡±. Acto seguido prueba con mayor ¨¦nfasis: ¡°?No te estoy pidiendo permiso!¡±. Y la voz: ¡°Bien. Eso est¨¢ genial¡±. As¨ª van repitiendo hasta la toma 10, donde lo para el director.
Poco despu¨¦s, Jackson se manifiesta en nuestra caseta. Lo primero que sorprende de ¨¦l es su estatura diminuta, tiene el pelo largo, revuelto y surcado de canas, y una camisa tan arrugada que parece haber dormido una semana con ella. Una taza de t¨¦ humea en su mano. Los mofletes, la tripa incipiente y una nariz puntiaguda ayudan a conferirle el aspecto de un hobbit. Se sienta en una silla y dice: ¡°Mira, lo que estoy intentando hacer, y esto es deliberado, e imagino que si tomas la novela de El hobbit y ves que es algo diferente¡ Lo que hay en el fondo de mi cabeza es que dentro de 20 a?os, mucho despu¨¦s de estos estrenos comerciales de diciembre, cuando todo eso haya desaparecido, le dir¨¢s a tus nietos: ¡®Empieza con la primera y ve todas seguidas¡¯. Somos muy conscientes de que el sentido ¨²ltimo de lo que estamos haciendo ha de encajar en esa serie de seis pel¨ªculas. Hay una especie de construcci¨®n, un tono de desarrollo, cosas en los personajes que m¨¢s o menos te gu¨ªan hasta lo que ocurre en El se?or de los anillos. Esa es nuestra estrategia¡±. Una carrera contrarreloj para cerrar un c¨ªrculo que comenz¨® en 1995, cuando se interes¨® por el estado de los derechos cinematogr¨¢ficos de las obras de Tolkien. Lleva casi 20 a?os en la Tierra Media. Es el final del viaje. Y eso exige rodar simult¨¢neamente cabos sueltos de la segunda y tercera entregas. A?adir pedazos. Reescribir. Editar ambas pel¨ªculas a un tiempo. ¡°Son los ¨²ltimos metros, los m¨¢s duros, donde las grandes pel¨ªculas se vuelven una prueba de resistencia¡±, dice Jackson. Y entonces alguien le reclama: ¡°El sol se est¨¢ yendo¡±. El ilusionista se levanta para seguir con el rompecabezas.
Siento que voy a formar parte de la historia del cine
Evangeline Lilly, Tauriel
Richard Armitage, el actor que interpreta a Thorin, l¨ªder de los enanos, nos cont¨® al d¨ªa siguiente una an¨¦cdota que retrataba esta fiebre del director en la milla definitiva. ¡°Le escrib¨ª un e-mail esta ma?ana con una pregunta sobre algunas l¨ªneas que ¨ªbamos a rodar¡±. Le respondi¨® enseguida. Y en el correo de vuelta le contaba que se hab¨ªa levantado a la una para trabajar el guion. ¡°Secretamente¡±, cont¨® Armitage, ¡°se ha estado poniendo su alarma a la una de la ma?ana, escribiendo la batalla de los Cinco Ej¨¦rcitos, y luego yendo al set a rodar durante 12 horas¡±. El actor iba semivestido de enano. Apenas o¨ªa a causa del l¨¢tex en las orejas. ¡°Tiene contenida la pel¨ªcula en su mente¡±, a?adi¨®. ¡°Es una sinfon¨ªa en tres actos¡±.
Jackson conoce la melod¨ªa. Pero muchos de los int¨¦rpretes confiesan cierto desconcierto con lo que han estado rodando. ¡°Todo el rato tengo que estar pregunt¨¢ndole a Peter: ¡®?D¨®nde estamos?¡±, cuenta Ian McKellen de nuevo en nuestra caseta. La secuencia que acaba de rodar, asegura, fue escrita hace tres d¨ªas. Martin Freeman expresa otra versi¨®n de esa confusi¨®n: ¡°Ya sent¨ª el The end una vez. Ahora no estoy convencido de que vaya a terminar nunca¡±. Acaban de concluir su escena juntos. Cuando ruedan, se miran y se dan la r¨¦plica. Pero nunca coinciden en la imagen, al menos no en el sentido f¨ªsico de la palabra. Un asunto de tama?os. Si aparecen en el mismo plano, graban en estancias separadas. Con un auricular para seguir el di¨¢logo. Y un palito con una foto del otro a la altura de la cara. McKellen ha llegado a estar rodeado de tantos palos como enanos. Ha vivido gran parte de este rodaje en una habitaci¨®n verde, a solas, rodeado de varas con fotos de rostros verrugosos. ¡°Es una experiencia muy extra?a, algo alienante, muy desoladora¡±, dice. El mago se quita trozos de piel falsa que a¨²n le quedan en la mano. Un gorro de lana cubre su cr¨¢neo rasurado. Alguien le pregunta cu¨¢nto tiempo lleva yendo y viniendo a Nueva Zelanda. ¡°?Trece a?os!¡±, responde. No es el ¨²nico veterano. ¡°La mayor¨ªa de la gente que veis ah¨ª fuera ha estado trabajando en esta pel¨ªcula tanto tiempo como yo. Les he visto crecer, les he visto enamorarse, les he visto tener ni?os, algunos han muerto¡±, dice. Pero a?ade que hay cosas irrepetibles. La Comunidad del Anillo, por ejemplo; el grupo formado por Elijah Wood, Viggo Mortensen, Orlando Bloom y el resto; los nueve protagonistas de El se?or de los anillos. ¡°Todos sab¨ªan que ser¨ªa probablemente la pel¨ªcula m¨¢s importante de sus carreras. En esta, todo el mundo se lleva muy bien. Pero no creo que haya tatuajes¡±. Antes de marcharse se descubre el hombro y muestra el suyo. Un nueve escrito en ¨¦lfico, recuerdo de aquel rodaje.
Fuera de nuestra tienda flota una luz crepuscular. Aprovechamos el receso para deambular por la Ciudad del Valle. Nos perdemos entre sus laberintos de piedra. Mientras palpamos un car¨¢mbano de pl¨¢stico que cuelga de una cornisa, un tipo surge de forma sigilosa a nuestra espalda. Peter Jackson. Sigue con un t¨¦ entre las manos. Lleva las botas de monte embarradas y las perneras remangadas. Sus ojos son de un azul el¨¦ctrico. Como al lado un operario golpea el decorado, le pregunto si le da pena que de pronto todo esto se destruya. ¡°Pero sobrevivir¨¢ en la pel¨ªcula¡±, responde. Luego le grita al operario: ¡°?Lo vais a hacer pedazos, eh!¡±. Y a?ade como para s¨ª mismo: ¡°Lo van a hacer pedazos¡ pero eso no ocurrir¨¢ ma?ana¡±. Tal y como har¨ªa un hobbit, tras pronunciar estas palabras, Jackson se esfuma sin hacer ruido. No volvimos a verle. A¨²n le quedaban siete semanas de rodaje por delante.
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