La protesta de las minifaldas
La filmaci¨®n de un ataque a una mujer por vestir 'indecentemente', desat¨® la semana pasada una batalla contra el machismo en el pa¨ªs entre los sectores m¨¢s conservadores y los m¨¢s liberales de la sociedad keniana
Es la hora de comer y decenas de viandantes bordean Kenyatta Ave, una de las principales calles de Nairobi. Un vendedor de peri¨®dicos sostiene un ejemplar del d¨ªa del rotatorio con m¨¢s tirada de Kenia ¡ªel Daily Nation¡ª y lee con aparente atenci¨®n un art¨ªculo titulado Anta?o eran prostitutas y estrellas del porno, ahora son celebridades. En esta peque?a pieza, el periodista intenta explicar c¨®mo la mujer moderna, como consecuencia del neoliberalismo, se ha convertido en objeto sexual.
Mientras tanto, el tr¨¢fico, siempre latente en la capital de este pa¨ªs africano, se para. Y una manifestaci¨®n con cientos de mujeres y hombres invaden el centro neur¨¢lgico de la ciudad con cantos que proclaman a los cuatro vientos: My Dress, My Choice (mi vestido, mi elecci¨®n). La marcha, pac¨ªfica y festiva, se ha convocado a las 10 de la ma?ana en una esquina de Uhuru Park y ha congregado a decenas de medios que llevan dos horas siguiendo a las l¨ªderes de la marcha.
Hace una semana, a plena luz del d¨ªa y en el centro de Nairobi, varios hombres empezaron a increpar a una mujer que iba vestida con minifalda y escote. De la ofensa se pas¨® a las manos, y a medida que el tumulto se iba animando ante la indefensi¨®n de la mujer, le acabaron arrancando la ropa, dej¨¢ndola desnuda ante la mirada de cientos de personas. Uno de los chicos implicados en el ataque, adem¨¢s, grab¨® todo el acto y lo subi¨® al YouTube, lo que desencaden¨® la furia de una parte del pa¨ªs. Desde entonces, se han sucedido m¨¢s episodios de violencia machista del mismo estilo en Nairobi y Mombasa, cual moda aborrecible de mis¨®ginos socialmente aceptados. Y las mujeres del pa¨ªs han decidido decir basta.
Las Mam¨¢s de Kilimani (un grupo de mujeres de un barrio de la capital keniana), lanzaron la semana pasada una convocatoria a trav¨¦s de Facebook y Twitter bajo el hashtag #mydressmychoice. Lo que ya se conoce como ¡°la protesta de las minifaldas¡± marcha desde Uhuru Park hasta el lugar donde se produjeron los actos de violencia machista, cerca de los Archivos Nacionales. Grupos de mujeres y hombres j¨®venes han ido llegando al punto de encuentro con entusiasmo. Como una marea de color violeta ¨Cel color del feminismo¨C, los esloganes de la campa?a repiten en banderolas, pegatinas y camisetas la misma idea: mi vestido, mi elecci¨®n. Las pancartas con consignas como "la historia os juzgar¨¢ por vuestra indiferencia¡± o ¡°nuestros cuerpos no son vuestros campos de batalla¡±, se alzan para pedir al pa¨ªs que termine con la violencia machista.
Sin embargo, la cuesti¨®n est¨¦tica y el s¨ªmbolo de la minifalda es solamente un pretexto para la manifestaci¨®n. ¡°Las mujeres no est¨¢n hoy a la calle solo para poder vestir como ellas quieran. Esto solo ha sido la gota que colma el vaso. Lo que piden es que se termine el maltrato constante que reciben por parte de una sociedad totalmente machista¡±, dice George Mokaya, joven estudiante que ha venido a mostrar su apoyo al colectivo.
Rita M. Muia, una de las l¨ªderes de la marcha, cree que no hay excusas que valgan cuando se trata de violencia de g¨¦nero. ¡°Sabemos que cuando dicen que vestimos indecentemente solo es una excusa para pegarnos, humillarnos o violarnos. ?Acaso la mujer de 80 a?os a la que violaron el a?o pasado tambi¨¦n iba vestida de manera indecente? ?No! Ni siquiera se trata de tradici¨®n, ni de religi¨®n, se trata de mentalidad. ?En la regi¨®n del lago Turkana las mujeres van pr¨¢cticamente desnudas y nadie les pega por ello! ?Por qu¨¦ nosotras no podemos vestir como queramos? No se trata de si vamos con minifalda o con bui-bui. Algunas mujeres, que llevan jihab, nos cuentan que tambi¨¦n sufren abusos por parte de los hombres. Una nos cont¨® que la hab¨ªan magreado en un autob¨²s y, que cuando se dio cuenta, ?un hombre le hab¨ªa eyaculado encima! As¨ª que no se trata de como vestimos ni de como actuamos¡±, denuncia la activista keniana.
En Kenia, pa¨ªs donde los ¨ªndices de violaci¨®n de mujeres son alt¨ªsimos, una de cada tres sufre violencia machista. Es una realidad muy extendida y cuando se habla con las personas de la calle, se puede observar la aceptaci¨®n que tienen la mentalidad y comportamiento machistas. ¡°No pueden andar semidesnudas y esperar que no pase nada. No es aceptable. Deber¨ªan llevar faldas hasta los tobillos. Somos africanos. Tenemos que mantener la decencia¡±, dice sin titubear Maurice, locutor de la emisora de radio One FM.
Mientras Maurice, presente en la marcha, observa resignado desde lejos el paisaje humano que se ha generado durante la ma?ana, las organizadoras llaman a la ola machista de los ¨²ltimos d¨ªas: ¡°la pandemia vergonzosa¡±. Despu¨¦s de un minuto de silencio para 'la mujer de rojo', la primera chica agredida la semana pasada, las organizadoras toman el micr¨®fono y gritan a voces ante una audiencia exaltada: ¡°No pararemos hasta que los responsables vayan a la c¨¢rcel¡±. Responsabilidad que apunta con el dedo ¨ªndice directamente al Parlamento.
A pesar de que el gobierno del pa¨ªs haya mostrado su rechazo ante los detestables hechos ocurridos, ning¨²n miembro del gobierno particip¨® en la manifestaci¨®n. Sin embargo, el manifiesto le¨ªdo por la activista Jane Mwikali, y que da salida a la marcha, es muy claro: ¡°el d¨ªa de hoy tiene que ser el comienzo para la liberaci¨®n de la mujer en Kenia. Exigimos que se cumpla la Ley sobre la Violencia Dom¨¦stica¡±. Y parece que el Parlamento ha reaccionado a la petici¨®n, arrestando a docenas de hombres acusados de vejar y dar palizas a mujeres por la calle.
La lluvia da una tregua y manifestantes y curiosos que sacan la nariz para cotillear se enmara?an en debates muy polarizados. Mientras, los manifestantes se empiezan a dispersar, un se?or chilla en kiswahili desde dentro de un taxi en marcha: ¡°?Mujeres, vestid decentemente!¡±. A lo que Rita M. Muia contesta: ¡°No sab¨ªa que en Kenia ten¨ªamos un ministerio de moralidad, que determina qu¨¦ es moral y qu¨¦ es amoral¡±. Y se reitera: ¡°Hay que combatir el patriarcado. Hay que educar a nuestros hijos para que respeten a las mujeres¡±.
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