El retrete, esa asignatura pendiente
Esta entrada ha sido escrita por Mar¨ªa del Mar Rivero, Responsable de Agua y Saneamiento de ONGAWA. Hoy se celebra el D¨ªa Mundial del Retrete.
Resulta complicado tomar conciencia del problema que supone vivir a diario sin acceso a alg¨²n tipo de saneamiento b¨¢sico cuando siempre se ha tenido al alcance un retrete. Sin embargo, algo tan trivial en Espa?a, resulta un lujo al alcance ¨²nicamente de dos terceras partes de la poblaci¨®n mundial, que, de nuevo, deja atr¨¢s a los m¨¢s vulnerables: 2.500 millones de personas seg¨²n los datos del ¨²ltimo informe del Joint Monitoring Programme, una iniciativa de UNICEF y la OMS.
Es un hecho que el acceso al saneamiento no ha estado presente en las agendas de desarrollo hasta hace bien poco. Posiblemente, esta sea la causa principal de que no se consiga alcanzar la meta fijada para el 2015 en los Objetivos de Desarrollo del Milenio: reducir a la mitad las personas que en 1990 no ten¨ªan acceso a una instalaci¨®n de saneamiento mejorada. A las puertas del vencimiento de ese compromiso mundial, el retrete queda como una de las asignaturas pendientes.
Y, sin embargo, el impacto en la salud y su v¨ªnculo directo con la pobreza y la exclusi¨®n social es ampliamente respaldado por los expertos en desarrollo. Son numerosas las enfermedades que se propagan como consecuencia del contacto con heces humanas que no han sido aisladas ni tratadas convenientemente. Entre ellas, la diarrea, segunda causa de muerte en menores de 5 a?os. En esta ocasi¨®n, no se trata de promover complejas investigaciones m¨¦dicas o grandes inversiones en medicamentos. Se trata de retretes.
Pero mas all¨¢ de ser un problema grave de salud p¨²blica, la falta de privacidad o de seguridad por agresiones en el trayecto hasta el lugar de defecaci¨®n a las que se ven abocados los m¨¢s de 1.000 millones de personas que en la actualidad -seg¨²n la ONU- practican la defecaci¨®n al aire libre, es un duro golpe a la dignidad humana. Esta vinculaci¨®n directa entre el acceso al saneamiento en condiciones de privacidad, seguridad, salubridad y asequibilidad y la dignidad de las personas llev¨® a Naciones Unidas en el a?o 2010 a reconocer el saneamiento como un derecho humano.
En la pr¨¢ctica, el problema no es sencillo de resolver. Por una parte, el saneamiento se ha considerado tradicionalmente como un asunto de la esfera personal, que cada individuo deb¨ªa procurarse por sus propios medios. Como consecuencia, ha permanecido ausente de las pol¨ªticas p¨²blicas, de los planes de desarrollo y, por tanto, de las inversiones sociales con demasiada frecuencia. En muchos casos, ni siquiera est¨¢n claras las competencias en este ¨¢mbito, cayendo en un limbo indefinido entre las distintas administraciones p¨²blicas.
Por otra parte, las particularidades socioculturales en la concepci¨®n de la higiene, impide el dise?o de soluciones homog¨¦neas y replicables a escala global. Esta limitaci¨®n aplica tanto a la adecuaci¨®n de las soluciones tecnol¨®gicas y su mantenimiento como a las metodolog¨ªas de promoci¨®n tanto de la demanda social como de la oferta de servicios, muchas veces inexistente.
Aun as¨ª, y a pesar de las dificultades asociadas a la implementaci¨®n de programas de saneamiento exitosos, los ¨²ltimos datos oficiales muestran un avance importante, aunque insuficiente. Desde 1990, los pa¨ªses en desarrollo han avanzado 21 puntos porcentuales marcando una tendencia creciente en el acceso a saneamiento mejorado que llega en la actualidad al 57 %. A la cola de este grupo de pa¨ªses se encuentran las regiones del Sudeste Asi¨¢tico, con una cobertura del 42%, y ?frica subsahariana, que apenas alcanza el 30%.
Sin embargo los datos globales ocultan un grave problema de inequidad vinculado a aspectos de g¨¦nero, etnia, nivel econ¨®mico o ¨¢mbito geogr¨¢fico. Esto se traduce en enormes disparidades que muestran c¨®mo en las zonas rurales de pa¨ªses como Mozambique, Burkina Faso, Chad o Sud¨¢n del Sur, se alcanzan tasas de cobertura del 4% o inferiores.
Cada 19 de noviembre, declarado por Naciones Unidas como el D¨ªa Mundial del Saneamiento, tenemos una oportunidad de reflexionar, actuar y reclamar que el saneamiento deje de ser un privilegio y se garantice como derecho humano. No podemos esperar al siguiente.
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