Graham Greene: escritor, viajero y esp¨ªa
Rebuscando en la estanter¨ªa de los libros, he encontrado varias novelas del escritor brit¨¢nico?Graham Greene (1904-1991) que le¨ª hace mucho tiempo. Son apasionantes historias que ocurren en el Hait¨ª del dictador Fran?ois Duvalier, la Cuba de Fulgencio Batista, la Indochina francesa o el M¨¦xico de las guerras Cristeras. Casi todas ellas han sido llevadas al cine. A m¨ª me ense?aron a viajar.
A Graham Greene nunca le concedieron el Nobel de Literatura, a pesar de que fue perpetuo candidato. Tampoco mostr¨® demasiado inter¨¦s en recibir el galard¨®n: 'Soy demasiado popular para ganarlo; yo no escribo cosas complicadas', sol¨ªa decir.
Una simplicidad enga?osa, resultado de su dominio de la t¨¦cnica narrativa y que, como en el caso de su compatriota John Le Carr¨¦, nos devuelve el gusto por las historias bien contadas, esas que se leen de un tir¨®n y saben a poco. Sus personajes tambi¨¦n distan de ser chatas figuras creadas para hilvanar una trama. El Harry Lime de El tercer hombre, el padre Jos¨¦ de El poder y la gloria, el Jones de Los comediantes se ven arrastrados a la acci¨®n por circunstancias que los sobrepasan, para acabar convertidos, a su pesar, en h¨¦roes, cobardes, m¨¢rtires o traidores.
Viajero en el filo de la navaja, fascinado por el peligro y la muerte --seg¨²n cuenta en su autobiograf¨ªa, en su juventud jug¨® varias veces a la ruleta rusa tras un desenga?o amoroso--, los lugares donde transcurren sus historias y que visit¨® como corresponsal de guerra, como esp¨ªa, o simplemente para satisfacer esa necesidad de huida que le empujaba tanto a viajar como a escribir para, seg¨²n sus palabras, "escapar de la locura y la melancol¨ªa, del terror inherente a la condici¨®n humana", adquieren en sus novelas una presencia casi f¨ªsica.
De las p¨¢ginas de El americano tranquilo, por citar una de sus obras m¨¢s redondas, se sale con el aroma del opio de las s¨®rdidas fumeries de Saig¨®n pegado a la ropa. Leyendo a Greene, he paseado por las calles de una Habana c¨¢lida y dulce como el pecado; he temblado en un calabozo de Puerto Pr¨ªncipe; me he sobresaltado con la explosi¨®n de una mina en los arrozales de Phat Diem. Y a veces he vuelto, esta vez f¨ªsicamente, para reencontrarme con aquellos lugares que ya conoc¨ªa por sus libros.
El poder y la gloria (1940)
Para muchos, la mejor novela de Greene, en la que se dan los elementos m¨¢s significativos de su obra: los escenarios ex¨®ticos, en este caso el estado mexicano de Chiapas durante el mandato del presidente Plutarco El¨ªas Calles, el conflicto interior, y la sutil l¨ªnea que separa el bien del mal y el valor de la cobard¨ªa.
El rev¨¦s de la trama (1948)
En una colonia brit¨¢nica de ?frica occidental, el mayor Henry Scobie malvive acompa?ado de otros funcionarios y de su mujer, ansiosa por regresar a Inglaterra. La llegada de una atractiva joven lo sumir¨¢ en una t¨®rrida aventura amorosa que trastocar¨¢ toda su existencia. Una reflexi¨®n sobre el amor, el pecado y el sentimiento de culpa que le vali¨® a su autor el calificativo de "escritor cat¨®lico", etiqueta que Greene siempre rechaz¨®.
El tercer hombre (1950)
Concebida inicialmente como gui¨®n cinematogr¨¢fico, El tercer hombre est¨¢ ambientada en la Viena de la posguerra. Una ciudad que siempre asociaremos al rostro de Orson Welles (el c¨ªnico y difunto Harry Lime), a la c¨ªtara de Anton Karas y a una frase: "Los suizos llevan m¨¢s de 500 a?os de paz y prosperidad, y ?qu¨¦ han inventado?, el reloj de cuco".
El americano tranquilo (1955)
Fowler, el corresponsal de un diario londinense en Saig¨®n, aparece en esta novela como alter ego de Graham Greene, quien realmente cubri¨® el conflicto entre las tropas francesas y el Vietminh como reportero de la revista LIFE. La idea de la intervenci¨®n de una "tercera fuerza" que mediase en el conflicto de la Indochina francesa, y el ingenuo asesor estadounidense que da nombre a la novela, tan cargado de buenas intenciones como peligroso, se anticipan a la intervenci¨®n americana en Vietnam.
Nuestro hombre en La Habana (1958)
Wormold, un pac¨ªfico ciudadano brit¨¢nico que se dedica a vender aspiradoras en la Cuba prerrevolucionaria, se ve reclutado a su pesar por los servicios secretos de su pa¨ªs. Con gran sentido del humor, se va desarrollando una at¨ªpica historia de esp¨ªas que tiene como escenario La Habana de Batista: la de los g¨¢ngsteres y traficantes de droga, los burdeles y salas de juego, y las redadas y torturas de la polic¨ªa pol¨ªtica.
Un caso acabado (1961)
Como en El coraz¨®n de las tinieblas, de Conrad, un hombre remonta el r¨ªo Congo para encontrarse con su destino. Querry, un arquitecto en la cima del ¨¦xito, una especie de Le Corbusier minado por la indiferencia ante el arte y la vida, renuncia a su carrera para trabajar en una leproser¨ªa en el interior de la jungla congole?a. All¨ª, al tiempo que alcanza el equilibrio interior, tropezar¨¢ con la hipocres¨ªa y el puritanismo de los colonos belgas.
Los comediantes (1967)
El Hait¨ª siniestro de Pap¨¢ Doc y los Tontons Macoute, los paramilitares que sembraron el terror en la rep¨²blica caribe?a, es el escenario en el que transcurre esta historia de perdedores: Brown, propietario de un hotel de lujo donde ya no recala ning¨²n turista; Jones, un impostor que se hace pasar por asesor militar brit¨¢nico. La atm¨®sfera espesa de Puerto Pr¨ªncipe, la violencia pol¨ªtica, el vud¨², aparecen en esta brillante novela que consigui¨® enfurecer a Duvalier.
El c¨®nsul honorario (1973)
En una ciudad imaginaria del norte de Argentina, el c¨®nsul brit¨¢nico es secuestrado por un grupo de guerrilleros para exigir la liberaci¨®n de varios presos pol¨ªticos. Entre los raptores se encuentra su mejor amigo, hijo de uno de los detenidos. Aqu¨ª aparece uno de los temas recurrentes de Greene: el conflicto entre la lealtad a una causa y la amistad, en un territorio pol¨ªticamente revolucionado: el de Argentina en los a?os previos a la dictadura militar.
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