Ign¨®ralo hasta que desaparezca
Ante la incapacidad de gestionar un problema de tal magnitud miramos hacia otro lado
La frase lo dice todo. Si el problema es demasiado grande para ponerle soluci¨®n, lo mejor es ignorarlo. Puede tratarse de una enfermedad, o un rev¨¦s econ¨®mico, o un desenga?o amoroso. Lo que cuenta, es que no sabemos c¨®mo manejarlo. Y ante esa incapacidad, optamos por mirar hacia otro lado.
El cambio clim¨¢tico es una versi¨®n, a gran escala, de ese tipo de problemas intratables que nos paralizan, no ya como individuos, sino como sociedad, y frente a cuya magnitud parece que la ¨²nica salida es esperar que se resuelva por s¨ª solo y, llegado el caso, negar que existe.
Por otra parte, el quinto estudio sobre las causas y efectos del cambio clim¨¢tico, publicado este mismo a?o por el IPCC (de las siglas en ingl¨¦s de Panel Intergubernamental para el Cambio Clim¨¢tico), deja poco lugar a dudas. Lo que el IPCC nos dice es que las emisiones de gases de efecto invernadero (en particular de CO2) que nuestra civilizaci¨®n industrial lleva emitiendo, de manera acelerada, durante el ¨²ltimo siglo, est¨¢n provocando un proceso de calentamiento global sin precedentes en los ¨²ltimos milenios. Este calentamiento global puede tener efectos muy importantes (y nocivos) tanto en las sociedades humanas como en el medioambiente.
?Cu¨¢ntos de nosotros estamos dispuestos a renunciar, por su futuro, a nuestro confortable presente?
?Qu¨¦ hemos hecho frente a este grave diagn¨®stico? Sobre todo hemos procurado ignorarlo, recurriendo a menudo al recurso de afirmar que no hay ¡°consenso¡± en la comunidad cient¨ªfica. El s¨ªmil equivalente ser¨ªa que un paciente, diagnosticado de una rara dolencia por un equipo formado por los mejores especialistas de varios pa¨ªses, se agarrara al clavo ardiendo de la existencia de un par de disidentes para alegar que no existe una evidencia absoluta de que realmente est¨¦ enfermo.
La raz¨®n principal del cambio clim¨¢tico son las emisiones de CO2, que a su vez est¨¢n dominadas por el uso masivo de combustibles f¨®siles (carb¨®n, gas natural y petr¨®leo). Desafortunadamente, toda la maquinaria de nuestra civilizaci¨®n est¨¢ basada en la disponibilidad de energ¨ªa muy barata, gracias a la existencia de esos recursos. Como los economistas no dejan de repetirnos, para evitar las crisis e incrementar el bienestar, es necesario que la econom¨ªa crezca. Pero si la econom¨ªa crece, el consumo de energ¨ªa crece y con ¨¦l aumenta el consumo de combustibles f¨®siles y las emisiones de CO2.
?Alternativas? En el papel parecen muy sencillas. Reducir emisiones, aumentando la eficiencia energ¨¦tica, cortando el desperdicio y potenciando el uso de fuentes energ¨¦ticas que no consuman CO2. Desgraciadamente, no es tan f¨¢cil. Si bien es cierto que se puede reducir el consumo y aumentar la eficiencia en las sociedades m¨¢s avanzadas, no lo es menos que la mitad de la humanidad se pasa con menos energ¨ªa de la que necesita. En buena parte del continente africano el consumo energ¨¦tico per c¨¢pita est¨¢ todav¨ªa en los niveles de la Edad de Piedra. En India, en la Edad Media. En buena parte de la China rural, en niveles preindustriales. Si se reduce el consumo en el primer mundo a niveles decentes (digamos la mitad de lo que se gasta hoy en d¨ªa), pero se aumenta el consumo energ¨¦tico del tercer mundo tambi¨¦n a esos niveles imprescindibles, nos encontramos con que los 9.000 millones de personas de 2050 consumir¨¢n m¨¢s energ¨ªa, no menos, que las de hoy.
En cuanto a las energ¨ªas alternativas, vale la pena examinar el caso de Espa?a. En 2012, la contribuci¨®n renovable a la energ¨ªa primaria fue del 12,2 %, a lo que hay que a?adir un 12,6 % nuclear. Esto es, el 75 % de la energ¨ªa primaria en Espa?a, un pa¨ªs bastante mod¨¦lico en cuanto a su diversificaci¨®n energ¨¦tica, sigue siendo de origen f¨®sil.
?Es posible revertir este mix, pasando a un 75 % o m¨¢s de energ¨ªas no f¨®siles? Sobre el papel, s¨ª. Pero, m¨¢s all¨¢ de la tecnolog¨ªa, un cambio de esta envergadura requerir¨ªa profundos cambios sociales. Un litro de gasolina cuesta menos que un litro de agua mineral. Aprovechar la potencia del viento, convertir la energ¨ªa solar o fisionar ¨¢tomos es mucho m¨¢s caro que quemar petr¨®leo. ?Qu¨¦ gobierno del mundo est¨¢ dispuesto a perder las elecciones por subir sistem¨¢ticamente la factura de la luz?
El primer problema del cambio clim¨¢tico es que luchar contra ¨¦l no es compatible con nuestro estilo de vida. Mitigar sus efectos exigir¨ªa un importante sacrificio y lo que es peor, la recompensa a ese sacrificio no ser¨ªa inmediata ni evidente. El cambio clim¨¢tico puede ser un grave problema para nuestros hijos y nietos, pero ?cu¨¢ntos de nosotros estamos dispuestos a renunciar, por su futuro, a nuestro confortable presente??
Juan Jos¨¦ G¨®mez Cadenas (Cartagena, 1960) es profesor de Investigaci¨®n del CSIC y director del grupo de F¨ªsica de Neutrinos del Instituto de F¨ªsica Corpuscular de Valencia. Es autor de El ecologista nuclear, alternativas al cambio clim¨¢tico.
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