Hacer arquitectura hoy
FOTO: Iker L¨®pez
Hacer arquitectura hoy no es solo trabajar con la coyuntura actual (de pocos y peque?os encargos con bajos presupuestos) tambi¨¦n es darle la vuelta a esa situaci¨®n para que un nuevo ingenio se adue?e de la obra y devuelva la ilusi¨®n a una profesi¨®n desorientada en sus cimientos pero receptiva y abierta en su futuro.
El encargo consisti¨® en convertir un almac¨¦n a pie de calle en un estudio de tatuajes y los arquitectos persiguieron singularizar el local con los medios de la construcci¨®n cotidiana. El resultado es un comercio que trata los tatuajes con naturalidad, como algo m¨¢s elaborado que postizo, como algo m¨¢s habitual que aterrizado. Esta sensaci¨®n de ofrecer novedad y familiaridad a la vez se obtiene de la voluntad de cada una de las partes del proyecto de querer ser otra y, sin embargo, remitir al barrio de siempre. Los arquitectos lo explican as¨ª: ¡±una fachada que quiere ser el proyecto, un mostrador que quiere ser calle y una cabina que busca ser fachada¡±. Todo iluminado por una l¨¢mpara que quiere ser r¨®tulo y que concentra la mayor creatividad de un proyecto basado en ordenar, reciclar y repensar tanto como en dise?ar.
La fachada original estaba alicatada con baldosas verdes y ten¨ªa una puerta met¨¢lica en el centro. ¡°Hab¨ªa pertenecido lo suficiente a la calle como para mostrar sus marcas¡±, describen del Val y Londo?o. Una mampara de vidrio lleva luz al interior. La nueva carpinter¨ªa, por su parte, a?ade cierta extra?eza. El resto se aprovecha en un trabajo de patchwork que consigue sumar expresividad, normalidad y pertenencia al lugar.
En el interior entra la calle. Se mete con un quiebro del murete de ladrillo. El mostrador de pino es el ¨²nico recurso al tacto y a la calidez en un local que elige ser duro, callejero, sin alm¨ªbares.
El mismo tubo de hierro que forma la mampara de la fachada construye dentro una cabina, un espacio para ser tatuado con privacidad. El tubo de hierro reaparece, finalmente, volando sobre la cabina y, atravesado por fluorescentes, se inclina con la misma pendiente que la escalera para funcionar como l¨¢mpara y reclamo. Aprovechar un peque?o encargo para cuidar cada cent¨ªmetro habla de ilusi¨®n en la arquitectura. Hacerlo para ajustar, y no para aumentar el presupuesto, habla de responsabilidad.
Precio por metro cuadrado, seg¨²n arquitectos: 400 euros.
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